Los escuderos de Jordi Juste en el Cebé Cartagena

Los cinco escuderos de Jordi Juste son una pieza esencial en el engranaje del equipo. Trabajan coordinados, día a día y con la precisión de un reloj suizo analizan y controlan hasta el más mínimo detalle para no dejar absolutamente nada al azar. En un despacho del Palacio de los Deportes pasan horas revisando, corrigiendo y estudiando los dos entrenadores auxiliares de Juste. Pau Castelltort (Igualada, Barcelona, 25 años) lleva tres años trabajando codo con codo con Juste, tanto en estas dos temporadas en Cartagena como en la anterior en Navarra, donde se conocieron y empezaron a estrechar un gran vínculo profesional.

Licenciado en CAFD por la universidad de Barcelona, Pau hacía de todo en el equipo de baloncesto de su ciudad, desde la cantera hasta tareas de ayudante en el sénior de la liga EBA. Por mediación del primer entrenador del Igualada surgió la llamada de Juste. «Fue un amor a primera vista y no me lo pensé dos veces. En tres días estaba en Pamplona y desde entonces aquí estamos», cuenta a LA VERDAD. «Mi tarea es ponernos en consenso, transmitir a los jugadores. Yo soy el pesado que va por detrás con el mensaje, de mecanizarlo todo. En el día a día hacemos el estudio del rival. Vemos dos, tres o los partidos que sean necesarios. También las jugadas ensayadas», añade.

En esa tarea de suministrar información, las píldoras necesarias y de alguna manera de tener todas las herramientas necesarias también se encarga Fede Müller. Este argentino de nacimiento lleva ya una década afincado en Cartagena y es uno de los veteranos del cuerpo técnico, pues ya estaba en la etapa de Paco Guillem y de Gustavo Aranzana. «Lo que hacemos desde nuestra parcela es análisis del rival, desde uno colectivo a otro individual. A partir de ahí se elaboran vídeos e informes para el entrenador y jugadores, para que tengan material y sirva de guía para el plan a desarrollar en el partido», cuenta este profesional: «Como entrenadores asistentes es bonito que se nos reconozca, te sientes valorado como en cualquier trabajo, da un chute de energía y pones más esfuerzo si cabe», añade.

Una ayuda extra a toda esa recopilación de información la aporta Daniel Berruezo. Este joven cartagenero de la barriada de San Ginés estudia la carrera de Ciencias de Datos en la Universidad Politécnica (UPCT). Y todo ese conocimiento de números lo aplica al baloncesto: mide rendimientos, analiza todos los quintetos, rebotes, perfiles ofensivos y defensivos y el ritmo del juego. Encuentra patrones, los relaciona y a fin de cuentas es fundamental para conocer a fondo a los jugadores, lo que son capaces de hacer y hasta dónde se les puede exprimir.

«Si por algo se caracteriza este equipo es por trabajo y por hambre. El objetivo era la permanencia pero fueron saliendo las cosas y permiso para soñar. El equipo sabe que el esfuerzo y la lucha tienen su recompensa, nos están haciendo disfrutar. Queremos ganar otro partido en casa. El hambre del vestuario es de seguir y de que queremos más», dice este joven de 20 años. Especialmente relevante a esta altura de la temporada es el papel de los dos profesionales físicos que colaboran con el Cebé en el día a día. El ajuste de cargas de trabajo, descansos y alimentación es clave para afrontar eliminatorias de altísima exigencia cada 48 horas. Uno de estas personas es el fisioterapeuta Miguel Guerrero.

Este profesional cartagenero de 32 años llegó a la disciplina albinegra en la última fase de ascenso de Gustavo Aranzana y acompañó a la expedición el pasado fin de semana en Sevilla para atar todos los detalles. Su principal objetivo es que Jordi Juste tenga siempre disponibles a los doce jugadores, estar atento a cargas de entrenamiento, recuperación activa, prevención de lesiones y procurar que entre partido y partido el nivel físico del vestuario quede lo menos resentido posible, pues las rotaciones y la frescura son vitales en el sistema de juego del Cebé Cartagena. Tampoco descuida la alimentación, asesorado por otros compañeros como el también fisioterapeuta Marcos Hernández.

«Trabajamos para el equipo y somos los soldados de Jordi. Todo lo que podemos ayudar son herramientas que le damos al entrenador y para obtener los resultados que gracias a todos estamos obteniendo», asegura este fisioterapeuta, de la empresa GSB que tiene su espacio en un gimnasio de la barriada de San Ginés. También prestan servicios a equipos de fútbol como el Deportivo Marítimo y La Unión.

Todo este trabajo físico, igualmente, no sería posible sin la ayuda diaria de Carlos Gracia. Este preparador físico oscense lleva años afincado en Cartagena y tiene unas instalaciones en el Ensanche donde es posible ver a los jugadores del Cebé poniéndose a tono. Gracia fue un exjugador de baloncesto que sufrió una retirada muy prematura por una grave lesión de rodilla y pronto empezó a colaborador como preparador físico en la cantera y el primer equipo del UCAM Murcia, además de hacerlo a nivel individual con jugadores. Todos estos profesionales aportan su granito de arena y forman parte de un cuerpo técnico esencial para el Cebé Cartagena.