Una polinizadora libando una flor. EFE
UMU | Ciencia

¿Cuánto vale realmente el trabajo de una abeja?

Una investigación internacional, en la que participan expertos de la Universidad de Murcia, aborda las repercusiones ecológicas, sociales y económicas del declive de las especies polinizadoras

Domingo, 19 de octubre 2025, 23:01

Llevamos años escuchando el peligro medioambiental que supone la creciente pérdida de polinizadores. Pero, ¿realmente lo estamos integrando o nos suena a otra advertencia más de las amenazas del cambio climático, por ejemplo, que ya tenemos instalada de fondo, como una banda sonora a la que, de tan continua, ya no prestamos excesiva atención? Quizá si a las advertencias les ponemos números la contingencia se entienda mejor, particularmente si afecta al bolsillo. La catedrática Pilar de la Rúa, de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia (UMU), está implicada en un proyecto específico sobre la gestión del problema que implica conocer las repercusiones concretas ecológicas, sociales y también económicas que supone el declive detectado entre las poblaciones de polinizadores, unos agentes clave para la continuidad de las producciones agrarias.

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Una estimación de Greenpeace cifra en 250 millones de euros al año la contribución a la economía de la Región de Murcia de estas especies, entre las que la abeja doméstica ('Apis melifera') es la más famosa, pero no la única. En total, el número de especies polinizadoras que se mueven por los campos de nuestra geografía ronda las 400, y en toda España se acercan a las 2.000.

La contribución de los polinizadores a la economía regional alcanza los 250 millones de euros al año

Para conocer mejor su aportación, De la Rúa está poniendo en marcha, junto al investigador del departamento de Zoología y Antropología Física de la UMU Vicente Martínez López, un laboratorio vivo ('Living lab' es la denominación habitual en inglés para este concepto) «en el que vamos a trabajar directamente en el campo junto con productores de almendra», explica la catedrática. El objetivo, concreta, es «implementar estrategias que permitan tanto la conservación de insectos polinizadores como el desarrollo de técnicas agrícolas que favorezcan una mayor y mejor producción».

En los campos de la Región se mueven en torno a 400 especies polinizadoras, y en toda España se cuentan 2.000

El proyecto, denominado Butterfly (este acrónimo, que en inglés significa mariposa, está formado por la expresión, también en inglés, 'Integrando la gestión de los polinizadores en relación con las repercusiones ecológicas, sociales y económicas en cascada de su declive'), «pretende conseguir datos y crear modelos para evaluar y prever el valor monetario y no monetario de los polinizadores». Al mismo tiempo, continúa De la Rúa, «desarrollará conexiones entre partes interesadas desde el ámbito local hasta el de la UE».

Seis laboratorios

En total, la iniciativa, que ha arrancado este año y concluirá en 2028, incluye el establecimiento de una red de seis 'Living lab', entre los que figura el citado de la Región de Murcia. Sus «diferentes miembros podrán colaborar intensamente para concienciar sobre los riesgos asociados al declive de los polinizadores, así como sobre las oportunidades para combatir la crisis de los polinizadores mediante medidas proactivas de restauración», precisa la científica.

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En este proyecto «se pretende ir más allá y transmitir la importancia de los polinizadores y su conservación», explica la catedrática Pilar de la Rúa

En total, el consorcio multidisciplinar que conforma este proyecto está formado por 24 socios de 13 países, coordinados por el profesor de la Universidad de Bergen (Noruega), Jeroen van der Sluijs. Estos socios del proyecto Butterfly son diecinueve universidades e institutos de investigación, un museo, una ONG, un organismo nacional de agricultura y alimentación y dos empresas consultoras. La financiación que han obtenido de la Unión Europea, que asciende a más de siete millones de euros (a cuenta del programa de fomento de la investigación y la innovación Horizon Europe), «permitirá una amplia colaboración internacional y transdisciplinar» en un proyecto enfocado en «la exploración de las dimensiones humanas del declive de los polinizadores».

Los investigadores están poniendo en marcha un laboratorio vivo en el que trabajar directamente en el campo junto con productores de almendra

La profesora De la Rúa explica que se trata de la primera vez que están colaborando con grupos de ciencias sociales «y la experiencia está siendo muy enriquecedora». El aspecto social «y de transferencia del conocimiento a la sociedad en general a los tomadores de decisiones» que incluye este proyecto, más allá de limitarse a investigar la conservación de los polinizadores en sí, «lo diferencia de los otros anteriores en los que he trabajado», reseña. Esas iniciativas previas en las que ha estado implicada la científica, detalla, «estaban y están más enfocados al desarrollo de experimentos científicos, y, aunque siempre hemos hecho difusión de los resultados, tanto en ambientes científicos como sociales, en el Butterfly se pretende ir más allá y transmitir la importancia de los polinizadores y su conservación trabajando con estudiantes desde edades tempranas hasta universitarios».

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Para la científica, el Sureste «puede actuar como avanzadilla de lo que puede ocurrir frente al cambio climático»

Sobre el carácter internacional de la iniciativa, apunta, «considero que es muy importante adaptar actividades ya puestas en marcha en otros países, a la idiosincrasia de un área semiárida del Mediterráneo como es el sureste de la península Ibérica, que puede actuar como la avanzadilla de lo que puede ocurrir frente al cambio climático».

Cada año mueren por los pesticidas agrícolas 700 millones de abejas en la Región, entre el 15% y el 20% del total, según la Asociación de Apicultores

Un ejemplo de lo que ya está ocurriendo, centrado únicamente en las abejas y sobre el daño que les está produciendo exclusivamente las fumigaciones agrícolas con pesticidas, lo ofrece la Asociación de Apicultores. Este colectivo de profesionales cita la estimación que hace ya un lustro se hizo de que anualmente desaparecen por esta causa alrededor de 700 millones de abejas, lo que equivale a una mortandad de entre el 15% y el 20% de la población total. No es un problema pequeño, ni las investigaciones en torno a estos asuntos son poca cosa.

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  1. Un proyecto puntero que ayuda a chequear la salud del planeta

La catedrática Pilar de la Rúa, en el laboratorio. J.A. Acosta

Ni Einstein dijo que si nos quedamos sin abejas al ser humano solo le quedarían unos años de existencia en el planeta, como se apunta con frecuencia, ni tampoco es cierta la locución, acuñada probablemente en una protesta de apicultores belgas de mediados de los años 1990. Lo que sí es verdad es el notabilísimo papel de las especies que favorecen la polinización (abejas y más allá) para la salud del planeta y la nuestra propia. Como es cierto el declive que están sufriendo, a manos en parte del excesivo uso de herbicidas, fungicidas, insecticidas, fertilizantes…

En este marco, «hay un gran interés en la conservación de polinizadores», expone la profesora de la Facultad de Veterinaria de la UMU Pilar de la Rúa, volcada en investigar sobre estos insectos fundamentales. Ese interés lo demuestra, explica, la iniciativa de la Unión Europea sobre los polinizadores adoptada inicialmente en 2018, y revisada en 2023, conocida como el 'Nuevo pacto para los polinizadores'. Se trata de un proyecto «que se enmarca dentro del Pacto verde europeo y la Estrategia de la UE sobre la biodiversidad de aquí a 2030». En España, apostilla, se aprobó en 2020 la llamada Estrategia nacional para la conservación de los polinizadores.

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Y, cerrando el foco en la Región de Murcia, «existen proyectos tanto nacionales como internacionales con ese objetivo común que se desarrollan en centros como el Imida (Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental), el Cebas (Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura) y desde la UMU». La catedrática De la Rúa cita el trabajo que están realizando en el grupo de investigación Filogenia y Evolución Animal, del que forma parte, dentro de otros dos proyectos europeos del programa Horizon de la UE, más allá del denominado Butterfly sobre las repercusiones ecológicas, sociales y económicas del declive de las abejas que implica a 24 socios de 13 países.

Esas otras dos iniciativas son la denominada Wildposh, centrada en la «evaluación, seguimiento y mitigación paneuropeos de los factores de estrés químicos sobre la salud de los polinizadores silvestres», y de Propollsoil, para la «comprensión y gestión de los impactos de la salud del suelo», para proteger a los polinizadores que dependen de la superficie.

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