Restos de un sendero junto a la roca del Gigante. Lázaro Giménez

Sierra Espuña enseña sus sendas

Naturaleza ·

Una investigación rescata el patrimonio vinculado a la red de más de 500 kilómetros de caminos del parque regional, muchos transitados desde el siglo XVI

Lunes, 8 de mayo 2023, 00:42

Los caminos de Sierra Espuña conducen a miradores idílicos, caseríos abandonados y explotaciones mineras olvidadas. Ahora, fruto de una investigación desarrollada durante los dos últimos años, una publicación rescata un patrimonio que habla del pasado del parque regional y, a la vez, llama la atención sobre los encantos que atesora, y que podrían hacer de este espacio protegido un destino de primer nivel para el turismo de naturaleza y cultural.

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En 'Historia de los caminos de la Sierra de Espuña y sus vertientes' (Natursport, 2023), Lázaro Giménez y Javier Ramírez se adentran por el emblemático pulmón verde para describir la riqueza paisajística y etnográfica que sale al paso en sus más de 500 kilómetros de sendas y pistas. Según Giménez, los vestigios apuntan a la existencia de asentamientos musulmanes en la sierra desde el siglo IX, pero no es hasta la repoblación cristiana cuando queda constancia documental de una serie de «caminos viejos» vinculados con el aprovechamiento de los recursos naturales. En el siglo XVI llegan a la zona familias castellanas, aragonesas y navarras que se dedican, principalmente, a la ganadería, la agricultura y la producción de carbón vegetal. Para facilitar el desarrollo de esa actividad, los nuevos pobladores abren vías de comunicación que vertebran la montaña y su entorno. Se trata de itinerarios estrechos, que solo permitían el paso de monturas.

Muchos de estos caminos de herradura –o de caballería– se han mantenido en servicio desde entonces. Es más, a finales del siglo XIX resurgen con motivo de los trabajos forestales e hidrológicos que se emprenden en Sierra Espuña. Al principio, los ingenieros se apoyaron en esta red arterial para acometer las labores de revegetación y contra las escorrentías, pero el proyecto en marcha requería de vías «más amplias, seguras y duraderas». Así, entre 1891 y 1903 se completa aquella primera red original con la construcción de casi 228 kilómetros de caminos forestales que aún hoy despiertan la admiración de los técnicos.

Giménez recuerda que esta obra de ingeniería representa uno de los hitos del patrimonio en piedra seca que conserva la Región, y que ahora aspira al reconocimiento de la Unesco. Trazados con roca caliza de la zona, sin argamasa y con la ayuda de trabajadores del entorno que conocían bien esta técnica, esos caminos se mantienen «impolutos» pese a haber transcurrido más de un siglo. Los autores, acompañados por un grupo de colaboradores conocido como los 'arqueólogos de caminos', han recorrido todas las sendas para documentarlas. Su trabajo servirá a la dirección del espacio protegido para impulsar la recuperación de estas arterias con historia. La publicación, disponible en librerías y en la web de Nartursport (25 euros), se completa con los recuerdos de los 'guardianes de la memoria', los últimos moradores de esta montaña mágica.

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