Santi García Cremades: «Algo que sea muy transversal, abstracto y a la vez creativo, como las matemáticas, debería ser sexy»
Conversaciones de otoño ·
«Soy una paradoja andante. Me dejo llevar por las emociones. Sería muy aburrido ser racional en el amor»El pasado 23 de noviembre, el matemático y divulgador científico Santi García Cremades (Molina de Segura, 1986) se convirtió en el más joven en ganar ... la Placa de Honor de la Asociación Española de Científicos (AEC). El profesor e investigador en la Universidad Miguel Hernández de Elche y profesor de la UMU considera un «oxímoron» que le den un premio a un matemático. «Me alegra muchísimo porque en la ciencia siempre se premia a los 'biocosas', como les llamo yo, que tienen un reconocimiento evidente y supermerecido, pero no a un matemático que trabaja en la ciencia básica, en los cimientos. Esto es como si le diesen el Latin Grammy al que ha hecho los acordes de una canción. Normalmente el premio se lo lleva el que canta», explica al matemático, que recibió el premio de manos de «José Juan López Espín, mi director de tesis, que para mí es un hermano», dice García Cremades sobre un premio que reconoce su labor como divulgador en radio y televisión. Se le puede escuchar en 'Raíz de 5' y 'De vuelta' (Radio 5), 'Más de uno' (Onda Cero) y ver en 'Más vale tarde' (La Sexta), 'Cuatro al día' (Cuatro) y 'Espejo público' (Antena 3) y siempre en su canal de Youtube y en sus cuentas de Instagram y TikTok, entre otros medios de difusión. Hace unos meses ha asumido un nuevo reto, el mayor de su vida: la paternidad.
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–Ya estamos en diciembre. Me imagino que le llamarán para hablar de las probabilidades de llevarse el Gordo en la Lotería de Navidad.
–Yo siempre decía que tenemos dos momentos en los que los medios de comunicación se acuerdan de los matemáticos: en la Lotería de Navidad y en las pandemias, menos mal que de estas solamente ha habido una, pero la Lotería de Navidad es todos los años. Está bien por intentar visualizar un poco la labor de la ciencia básica, pero en realidad al final es una cosa simple. Lo que nos pasa, en general, es que no manejamos bien las proporciones. Uno de cien mil: ¿eso qué es? No somos capaces de imaginarlo. ¿Cuánto ocupan cien mil mesas de terraza colocadas en fila?, ¿kilómetros?, ¿cuántos? No tengo ni idea.
–¿Cuál fue su labor en la pandemia?
–Los matemáticos en la pandemia hicimos la labor de explicar las variables, que eran las claves, en este caso la incidencia acumulada, que era cómo estaba un lugar, si había muchos o pocos contagios. Había que poner en contexto el número de casos. También hemos sido muy buenos haciendo modelos predictivos. Mi tesis iba de eso, de hecho.
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–¿De qué trataba exactamente?
–Yo estaba trabajando en matemáticas aplicadas a la genética y cuando llegó la covid empecé a hacer modelos predictivos por curiosidad que llamaron la atención. Empecé a hacer contraste de modelos e hice uno que era el que más se ajustaba a la realidad. Lo usaron los científicos y, en base a él, se tomaron decisiones provinciales y a nivel nacional, sobre todo en la primera ola. Querían saber en qué momento íbamos a estar por debajo de 50 fallecidos al día. Conseguir predecir eso a un mes vista adelanta cómo va a estar la economía, la salud pública, te permite tratar de evitar que se colapsen los hospitales... intenté desde siempre que las matemáticas salvaran muchas vidas.
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Cerebritos
–Fuera de las matemáticas, en su día a día, ¿se considera muy racional?
–Yo soy una paradoja andante. Soy muy contradictorio y me dejo llevar por las emociones. Enseguida tengo intuiciones, como todos, pero las intento poner en razón. Por ejemplo, en el amor, ahí soy muy poco racional. Es muy aburrido ser racional en el amor. En el trabajo también soy muy poco racional, por eso me dedico a lo que más me gusta, que es la divulgación. En lo demás sí que intento darle un poco de razón. La razón me decía que no hiciera la carrera de Matemáticas porque estaba muy mal de empleo y además, por su fama, parecía casi imposible acabarla. Yo la hice como un reto. También los datos sirven para poner contexto y cuando uno está muy mal, al poner rigor te das cuenta de que hay salida, que hay espejos en los que mirarse y eso te ayuda a salir del hoyo.
–¿Le costó mucho sacarse la carrera?
–Te diría que sí, pero no sería verdad. La carrera está entre las más difíciles pero los matemáticos no somos cerebritos. Hay cerebritos y es una carrera abstracta para la que hay que tener una sensibilidad muy especial, pero si te gusta algo, no te resulta nunca difícil. La disfruté y la repetiría, sin duda.
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–¿Cuántos alumnos de su promoción se quedaron en el camino?
–La orla es muy graciosa. Tenemos cuatro filas de profesores, con las cabezas pequeñitas. Y dos filas de alumnos con las cabezas grandísimas. Empezamos unos 50 y terminamos unos 10 o 14.
Mujeres
–¿Hay mujeres?
–La carrera siempre ha estado mitad a mitad pero en la investigación sigue habiendo techo de cristal. Pero lo más lamentable de todo es que desde que las matemáticas están de moda, desde que ahora sí que hay empleo –tenemos la nota de corte más alta en la universidad con el doble grado, por encima de Medicina– ha bajado el porcentaje de mujeres en la carrera y es lamentable. Hay otros países en los que han destacado a las mujeres en un momento donde las matemáticas estaba muy mal vistas. En el discurso del premio hablé mucho del algoritmo. Lo más científico del mundo hoy en día es romper un algoritmo. Es lo más humano, lo más creativo, lo que no puede hacer el chat GPT. Y hay que destacar a las mujeres que han roto algoritmos en la historia, son un espejo.
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–¿Qué tatuajes lleva?
–Este [en el brazo izquierdo] es el teorema de Fermat. Es un teorema poco conocido pero es la única ecuación que ha salido en la portada de un periódico. Fue en 'El País' en 1993 y fue porque se demostró 350 años después de su planteamiento. Fermat era un jurista que lanzaba retos a los matemáticos de la época y murió sin dar esta demostración. Mi primer monólogo fue sobre el teorema de Fermat. Le compuse una canción al teorema de Fermat. Era muy friki, muy friki. Así comencé con la divulgación. Me presenté a un concurso científico y quedé tercero de España. El monólogo tuvo mucha repercusión y de ahí salté a la radio y a la tele.
«Lo más científico del mundo hoy en día es romper un algoritmo. Es lo más humano, lo más creativo»
–¿Alguno más?
–Aquí [en la muñeca derecha] llevo un limón por Murcia. He tenido muchos encuentros y desencuentros con Murcia. Estuve en Madrid cuatro años, estuve en Barcelona un año investigando y eran ciudades que me gustaban. Después en Alicante cuatro años y volví enamoradísimo de Murcia. Cuando volví me hice el limón. Llegué aquí en diciembre de 2020, un momento de mucha visibilidad para mí a nivel mediático pero de muy poca salud mental. Estaba en un momento muy crítico y Murcia me sanó.
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Frikis
–¿Los matemáticos son frikis?
–Todos somos frikis en algo. Hay frikis de la música, de las series... yo no soy friki de las matemáticas pero sí del amor a las matemáticas. No lo veo todo con ecuaciones en el aire.
–¿Qué series y películas que den una imagen acertada de los matemáticos recomienda?
–Casi ninguna. Normalmente siempre nos pintan como Asperger con pocas habilidades sociales y eso hay que desmitificarlo. Me gustaría que hubiese ya por fin una película de un matemático donde no prime su trastorno de la personalidad a su persona. Hay matemáticos con una vida interesante para contar. Como [Évariste] Galois, que se batió en duelo a muerte y murió. Se quedó la noche antes de morir escribiendo una teoría que ahora lleva su nombre. Descubrió un montón de cosas esa noche. 'Figuras ocultas' (Theodore Melfi, 2016) [que narra la historia de tres brillantes mujeres científicas afroamericanas que trabajaron en la NASA a comienzos de los años sesenta] es una película inspiradora, aunque se centra en el drama de ser mujer afroamericana.
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«Desde que soy padre ya digo esas frases como '¡qué rápido pasa el tiempo!'»
–¿Ha utilizado las matemáticas para ligar?
–Yo tenía un profesor que me decía que salía siempre con la campana de Gauss para ligar. No creo que le funcionase nunca. Y yo nunca he ligado con las matemáticas. Creo que estamos en un momento en el que demostrar inteligencia es sexy. Algo que sea muy transversal, muy abstracto y a la vez creativo, como son las matemáticas, aunque no se ven así, debería ser muy sexy. Es muy chulo hablar de cómo funciona la música pues todo el mundo sabe que su base es matemática pero nadie sabe cuál es la base en sí.
Cuñados
–Hoy en día hay quien no es capaz de realizar un cálculo sencillo sin calculadora. ¿Somos cada vez más tontos?
–Al revés. Antes se era muy bueno haciendo divisiones, raíces cuadradas... pero eso en realidad no tiene ninguna utilidad y no es hacer en matemáticas. Eso es utilizar un método cada vez más rápido, una gimnasia matemática. Yo creo que hoy en día hay esperanza porque aunque haya gente que no tenga afinidad por las matemáticas, y yo quiero luchar para evitar eso, creo que ahora se piensa mejor. Somos más aptos.
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–¿Cuál es la pregunta más absurda que le han hecho sobre las matemáticas?
–Lo más típico son los comentarios de cuñados: '¿Esto para que sirve? Yo no sé dividir y a mí no me va a pasar nada'. La pregunta para mí que más asusta siempre es esa. Es hacer apología de la incultura de matemática.
–¿Cuál es su teoría matemática favorita?
–La teoría del caos. Me parece que debería ser obligatoria en secundaria porque es superútil para predecir terremotos, meteorología, para la Bolsa, para la economía, para la salud... Tenemos en la cabeza que todo es impredecible pero simplemente es difícil de predecir.
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–¿Cómo lleva la paternidad?
–Es demasiado. Me ha sobrepasado totalmente las expectativas. Me he convertido en un cuñado, en un estereotipo andante. Ya digo esas frases como '¡qué rápido pasa el tiempo!'... Es el mayor reto de la vida. Es maravilloso.
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