Ricardo Escavy, junto a la obra 'Ring', una de las piezas expuestas en la sala de columnas del Palacio Almudí, en Murcia. ÁNGEL FERNÁNDEZ SAURA

Ricardo Escavy instala sus pinturas que 'danzan' en el Palacio Almudí

El artista de Calasparra inaugura este jueves, en la sala de columnas del centro expositivo murciano, su nueva entrega pictórica, 'Suite'

Jueves, 1 de diciembre 2022, 01:32

«Cuando pinto, las obras son como testigos de mis vivencias, como una crónica de lo que estoy viviendo. Pero no hay temas, hay sensaciones», ... dice Ricardo Escavy (Calasparra, 1979), creador de un universo pictórico en el que se reconoce esa «vertiginosa musicalidad de los colores» de las que hablaba Frantisek Kupka. Se comunica a través de sus obras, destinadas a dejar una huella en el espectador que participe del mismo espíritu misterioso y evocador de una melodía. Escavy, que ha ido mostrando la evolución de su obra en espacios como la Artifact Gallery de Nueva York o la Shivas Galería de Valencia, que trabaja con artistas de la categoría del escultor Miquel Navarro, inaugura este jueves –19.30 horas–, en la sala de columnas del Palacio Almudí, en Murcia, su nueva exposición, 'Suite'. Organizada por la Concejalía de Cultura, que dirige Pedro García Rex, está compuesta por doce obras creadas este año con materiales industriales como el esmalte y el espray. Pura pintura. Cero distracciones. «Mi intención al pintar», indica el artista, «es, de alguna manera, atrapar el tiempo. Cada obra es como una especie de contenedor de tiempo, y existe por sí misma, sin remitirte a nada».

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La muestra, hecha 'ex profeso' para la sala de columnas del Almudí, «parte de ese carácter disciplinario de la geometría clásica de los grandes maestros del siglo XX, que filtrado por múltiples factores como el sonido, la temporalidad y el concepto de espacio, han provocado que ese rigor primigenio se transforme en algo más lúdico, generándose con ello otro tipo de propuestas plásticas en las que la rítmica y la variabilidad predominen entre otros muchos aspectos», explica su comisario, Julián Pérez Páez. Piezas de «evidente dinamismo, pero cuidadosamente ordenado», que buscan «el equilibrio en la distribución de las masas y el color, que se desarrollan y deslizan sobre el plano en una armoniosa danza». Obras que hablan de los límites, del tiempo, la búsqueda...; en estas nuevas creaciones de Escavy hay más belleza y armonía que estallido.

'Índigo' forma parte de la muestra 'Suite', organizada por la Concejalía de Cultura. ÁNGEL FERNÁNDEZ SAURA

«La suite es una obra musical compuesta por la sucesión de varios movimientos instrumentales breves y de carácter dancístico, de manera que contiene en una sola obra diferentes danzas donde el autor desarrolla su personalidad creativa», recuerda el comisario de 'Suite', que llega tras series anteriores como 'Cromorritmia', 'Polifonías', 'The noise time' o 'Sound on'.

«Son como testigos de mis vivencias; pero no hay temas en mis obras, hay sensaciones»

Escavy, argumenta Pérez Páez, «ha desarrollando una concepción de la abstracción geométrica condicionada por la naturaleza perceptiva y sensorial del arte cinético, del 'Op art' o las indagaciones en el terreno de la sinestesia de Kandinsky». A su juicio, «si tratamos de etiquetar podríamos definir su trabajo unas veces como un constructivismo cinético, otras como un geometrismo sinestésico, con influencias diversas donde además de las ya mencionadas podríamos hablar de Torres García y del influjo de los artistas americanos recibido en la Universidad de Caracas, o de las personalidades de Elena Asins (1940-2015) o José María Yturralde (1942)», de quien Escavy recibió clases en la Facultad de San Carlos (Valencia), ambos Premio Nacional de Artes Plásticas.

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'Hole' forma parte de la muestra 'Suite', organizada por la Concejalía de Cultura. ÁNGEL FERNÁNDEZ SAURA

Obras depuradas, luminosas, sutiles, generadoras de sensaciones muy diversas y ajenas a todo discurso político&social. «El aspecto que más destaca de la pintura de Ricardo Escavy y que le proporciona a mi juicio su radical originalidad», reflexiona Pozuelo Yvancos, crítico literario, catedrático de la UMU y colaborador de Opinión de LA VERDAD, «es la ruptura de los viejos conceptos de espacio y tiempo, que dieron lugar a dos experiencias separadas del arte». «No hay forma de mirar un cuadro de Escavy», precisa, «sin que asalte a la retina en primer lugar la vivencia de la de temporalidad, que es movimiento y con él, devenir del cuadro a la vida. Las formas que logra situar en el eje de la dualidad por la combinación de líneas y colores, no están ahí para ser geometría de una espacialidad sin vivencia». «Al contrario», prosigue, «emergen como invitación, como interpelación dirigida a quien las contempla».

Diálogo

Tiene razón Pozuelo Yvancos, «hay en Escavy una apelación constante al dialogismo, como si su arte fuese a completarse una vez la mirada del espectador alcanza a tejer en diálogo con los cuadros, el hilo de su vivencia. «Cada cuadro suyo», sostiene, «permite ser mirado de modo distinto, como si el arte pictórico alcanzase el viejo ideal del lírico: ser vivencia del tiempo».

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«Pero, ¿en qué demonios se está convirtiendo este mundo?», se pregunta Metallica en 'Fight fire with fire'; corría por entonces 1984. Hoy, todavía mucho menos que entonces, no conocemos la respuesta exacta. Tiempo extraño este en el que Escavy, al menos, ha aprendido «a aprovechar mucho mejor el tiempo». A veces, algo que suele coincidir con que es domingo, el pintor se levanta, se prepara un café largo, se sienta al piano e improvisa feliz durante noventa minutos. Con esas mismas manos adornadas que luce en la fotografía de Ángel Fernández Saura.

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