Quibas completa el puzle del Pleistoceno
Encuentran los ancestros de lobos, gatos silvestres, bisontes, tejones y culebras de escalera de hace un millón de años en la última campaña en el yacimiento arqueológico de Abanilla y desvelan más detalles de las condiciones naturales y ambientales de los primeros homínidos de Europa
Conocer al detalle las condiciones ambientales y naturales en las que se movían los primeros homínidos de Europa Occidental de los que tenemos constancia es ... uno de los objetivos de los investigadores del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (Iphes) que dirigen las excavaciones del yacimiento arqueopaleontológico de Quibas, en Abanilla.
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«La campaña de excavación de este año ha sido muy exitosa gracias al esfuerzo del equipo formado por ocho personas, entre los que también hay estudiantes de grado, máster y doctorado de la Universidad de Murcia y la Universidad Autónoma de Barcelona», afirma triunfal Pedro Piñero, codirector junto a Jordi Agustí del yacimiento desde 2014.
Un centenar de restos de grandes y medianos mamíferos de hace un millón de años, además de cientos de restos de pequeños vertebrados se suman este año –la campaña de excavación se desarrolló del 1 al 14 de mayo– al material recuperado por los arqueólogos para completar el puzle del Pleistoceno, en concreto el periodo de tiempo comprendido entre hace 1,1 millón de años y 900.000 años. Enclave singular en Europa, representa la única secuencia continua de vertebrados terrestres del Pleistoceno inferior final, «el preludio de la transición del Pleistoceno inferior al medio, marcado por grandes cambios en la ciclicidad climática de la Tierra, con una fuerte intensificación de los periodos glaciares», especifica Piñero.
El equipo de Jordi Agustí y Pedro Piñero analiza ahora el polen para saber qué flora poblaba la zona
Estos periodos glaciares e interglaciares desencadenaron profundos cambios en la biota y el paisaje en el hemisferio norte, como constatan los hallazgos y estudios de Quibas «para la mayor comprensión de los acontecimientos climáticos y faunísticos que tuvieron lugar al principio de la intensificación de las edades de hielo en la Península» y que, además, coincide con la datación de los homínidos de Orce y Atapuerca.
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Una primera falange de un gran herbívoro como el bisonte; una mandíbula de un cánido al que todavía no le habían brotado las muelas, por lo que sería un individuo muy joven; varios restos de un gamo, una mandíbula, varios molares y una tibia y un fémur con las epífisis separadas, lo que nos indica que aún estaba en crecimiento en el momento en que murió; o huesos largos de un ave de tamaño mediano son algunos de los fósiles recuperados esta campaña, detalla Piñero. Destacan especialmente «dos hemimandíbulas de tejón de un mismo individuo, confirmándonos la presencia de este carnívoro en el Sureste desde hace al menos un millón de años; y un esqueleto de serpiente muy completo (incluso incluye parte del cráneo y las costillas) y en conexión anatómica, lo cual es extremadamente raro en yacimientos de origen kárstico, donde los fósiles no suelen aparecer en posición de muerte», aclara y detalla que la han identificado como culebra de escalera ('Zamenis scalaris').
Además, los restos del pequeño cánido resultan ser de un lobezno, lo que suma esta especie de gran carnívoro a la larga lista de mamíferos del yacimiento: tigres dientes de sable, perros salvajes africanos (licaones), zorros, linces, rinocerontes, macacos... Una sorprendente coincidencia, ya que dos especialistas en carnívoros del Pleistoceno, de la Universidad de Florencia y de la Universidad Autónoma de Barcelona, han encontrado esta temporada, han revisado las colecciones de las primeras campañas (de 2000 a 2009), depositadas en el Museo Arqueológico de Murcia, y han encontrado huesos y dientes de los ancestros de lobos y gatos silvestres, otro nuevo carnívoro en el Quibas de hace un millón de años.
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Reconstrucción «más fiel»
En la primera quincena de mayo, los investigadores también recuperaron de la columna de sedimentos cientos de restos de pequeños vertebrados como ratones, los topillos del género extinto 'Manchenomys' descubierto en Quibas «bastante abundantes», lirones, erizos, murciélagos, musarañas, pequeñas aves, reptiles y anfibios. Todos ellos contribuyen a conocer la evolución de las distintas especies y sus adaptaciones. En definitiva, «aumenta la lista de taxones para hacer una reconstrucción más fiel del ecosistema del Pleistoceno en el Sureste».
Conocer la evolución de la vegetación es también clave para reconstruir el clima y el ambiente. Por eso, entre las muestras de 100 gramos de sedimento extraídas de los 7 niveles del yacimiento de Quibas, han dado ya con polen que les permitirá recrear el paisaje que hubo y cómo evolucionó en periodos interglaciares y glaciares durante al menos 200.000 años.
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«El polen podría confirmarnos posibles cambios climáticos de hace un millón de años en el Sureste, como ya han indicado los análisis de la mineralogía y los cambios de fauna entre los niveles más antiguos y los recientes, que nos indican que en Quibas se registra un cambio climático progresivo desde condiciones húmedas y boscosas hacia condiciones más áridas y de espacios abiertos, que se corresponden con los periodos glaciares», recapitulan los investigadores del Iphes.
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