Rafaelillo, a hombros ayer en Castellón. JJ DIAGO

Puerta grande para Rafaelillo con los miuras en Castellón

El torero murciano demuestra su maestría ante los toros de la legendaria ganadería

FRANCISCO OJADOS

Castellón

Miércoles, 30 de junio 2021, 02:19

Levantó expectación la corrida de Miura entre la afición de Castellón. Fue corrida con romana y altura, propia de plaza de primera. Para su lidia se acartelaron tres valientes.

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El maestro, por veteranía y conocimiento del encaste, es Rafaelillo. 'Berengeno', primer toro de la tarde, fue tan largo y alto que le cupieron sin sobrepeso los 649 kilos que dio en la báscula. Toda la corrida superó los seiscientos kilos. Lo recibió Rafaelillo con una larga cambiada de rodillas antes de que, a su aire, el miura se tragara las cuatro verónicas y media bien compuestas por el murciano.

Hubo brindis. Había protestado el toro en banderillas y al principio de faena, pero Rafaelillo lo entendió rápido, lo sacó a terrenos de afuera y, dominando por abajo y perdiendo pasos, le ligó las primeras tandas con la diestra. Hubo compromiso para echarse la muleta a la izquierda y la tanda que abrochó la faena fue por ese pitón, aguerrida y poderosa, rematada por bajo. Esa fue otra virtud de la faena, los remates de las series, pero la mayor de todas fue el descomunal estoconazo con el que tiró al miura patas arriba. Solo la estocada ya merecía la oreja.

Serio por delante fue el cuarto, abierto de cuerna y astifino. Apretó de salida obligando a Rafaelillo a lidiar sobre los pies, a la antigua, para sacarlo a los medios. Empujó en el caballo. Protagonizaron un gran segundo tercio Lipi y Mellinas, que saludaron en banderillas.

El festejo

  • Plaza de toros de Castellón Última corrida de la Feria de San Juan y San Pedro, titulada 'Una feria de cine' en homenaje a Luis García Berlanga. Seis toros de Miura, grandes y de buen juego.

  • Rafaelillo (de grana y oro) Una oreja y una oreja.

  • Paco Ramos (de grana y oro) Una oreja y vuelta al ruedo tras petición.

  • Rubén Pinar (de canela y oro) Oreja y ovación de despedida.

Y para que no faltara de nada en la buena corrida de Miura, en la muleta se vio al toro con peligro candente, típico de este hierro, que embistió queriendo coger a un Rafaelillo que es un auténtico maestro a la hora de afrontar estas batallas. En los inicios de una faena que brindó a El Soro, quiso torear como si el astado fuera bueno, despacio, por abajo y componiendo la figura con galanura y cuando el del hierro de la A lo quiso coger, fue sorteando una y otra acometida con habilidad. La media en todo lo alto necesitó del descabello y en tarde de aficionados se ganó la segunda oreja que le abría la puerta grande.

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El local Paco Ramos estuvo a la altura del compromiso adquirido. Su primero saltó la barrera con tremenda agilidad y de vuelta a la arena lo lanceó con suavidad. Embistió con franqueza y largura el astado y el de Onda sacó muletazos estimables. Pese a que la espada cayó baja paseó una oreja pedida por fuerza, premio a su entrega. El quinto rozó los 700 kilos. Se abrió en los capotes y se lució Ramos en el saludo a la verónica y en el quite. Alegre en el caballo, fue una pena que se parara pronto y solo pudiera estirarse el diestro en la primera serie de una faena bien rematada con la espada.

Imponente carrocería tuvo el tercero, toro metido en carnes. Rubén Pinar lo saludó con cuatro chicuelinas y una media aplaudidas. Brindó al público y entendió a la perfección al miura, que dio posibilidades. Le ganó la partida el torero en las tandas diestras y apretó el acelerador cuando menos gas le quedó al cornúpeta. Después de un pinchazo hondo cobró un estoconazo de libro y paseó un merecido trofeo. El sexto fue un toro con motor. Volvió a manejar bien la capa Rubén y con la muleta firmó tandas de mérito, en faena que no terminó de redondear. Acabó de pinchazo y estocada.

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