El Museo Gaya celebra el Día Mundial de la Poesía recordando la figura de José Cantabella
El poeta murciano, fallecido hace cinco años, fue homenajeado con intervenciones de Ginés Aniorte, Pascual García y Rubén Castillo: «Estuvo vivo todos los días de su vida, vivió de forma plena»
Un gran homenaje, «una celebración alegre», merecía en Murcia el poeta José Cantabella, fallecido hace cinco años, y el que organizó este jueves el Museo Ramón Gaya de Murcia con motivo del Día Mundial de la Poesía valió, y mucho, la espera. Con la artista Carmen Cantabella, su compañera de vida hasta el final de la enfermedad, organizadora del acto, y con sus hijos y familiares, y muchos de sus amigos y admiradores, entre ellos Eloy Sánchez Rosillo, Juana J. Marín Saura, Marisa López Soria, Teresa Vicente, Carmen Gallego, Consuelo Ruiz Montero, Mariano Sanz, Vicente Cervera, Anabel Úbeda, Mercedes Ibernón, Javier Cerezo, José Daniel Espejo, Alberto Caride y Andrés Carrillo, entre ellos. También asistieron el presidente del Gremio Regional de Editores Francisco Marín, y otros profesionales del mundo de la cultura. «José Cantabella es un hombre del presente», dijo Sánchez Rosillo, que confesó que cada día que sale a caminar dirige su mirada hacia los tres pinos que plantó junto al río Segura el padre del autor de 'Cuaderno de Ibiza y otros poemas'.
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El poeta murciano Ginés Aniorte, afincado en Tánger, dijo no recordar cuando empezó su «amistad verdadera» con José Cantabella, ambicioso en la colección de amistades y constante en su mantenimiento. Un poeta sincero, según Aniorte, que se mantenía agarrado a toda costa a la realidad, «sin nostalgia del ayer, con recuerdos a cielo abierto, como adormecidos». Aniorte aceptó recordarlo como «hombre agradecido» y «poeta del amor» calificando su poesía de intimista y celebratoria. «Un pájaro atrapado en la jaula de la enfermedad» que encontraba, como sugería Unamuno, alas en los versos.
El escritor, docente y articulista Pascual García recordó a su «hermano» José Cantabella, al que no ha dejado de necesitar «ni un solo día». Leyó un texto que publicó entonces en LA VERDAD en el que reafirmaba lo efímero de la existencia humana y el misterio mismo de la vida. «Éramos cofrades de páginas y títulos memorables sobre los que no dejábamos de merodear», dijo García, que disfrutó junto a Cantabella de placeres cotidianos como se espera de los hermanos. En estos cinco años reconoce que Cantabella no se ha marchado nunca de su lado, y recitó un poema sobre el amor y sus heridas, sobre la alegría de estar vivos y de seguir amando.
El escritor y crítico literario Rubén Castillo citó que su amistad con José Cantabella comenzó tarde, entrado el siglo XXI, cuando le cedió su espacio radiofónico en Onda Regional de Murcia, 'La torre de papel', que continuó con gran eco y profesionalidad. Lo recordó como un hombre que contagiaba entusiasmo y se casaba con numerosas luchas, además de ser una persona generosa y dada a la gente y a la cultura. Trajo al presente que Cantabella trabajaba como celador en el hospital La Vega de Murcia y cuidaba a los enfermos «como un sacerdote»: «Era un poeta bendito y bueno porque irradiaba bondad». Castillo prefirió evocar su faceta humana («estuvo vivo todos los días de su vida, vivió de forma plena») y tuvo un recuerdo para otro poeta fallecido recientemente, José Óscar López.
«El poema ha nacido. / De pronto, un milagro: / no lo toques, poeta, / déjalo volar, aún / no lo firmes; / que la vanidad / su verdad no mancille, / que vuele libre y alto / como una gaviota, / y, descienda poco a poco / sobre el pecho / de un futuro lector», escribió Cantabella en el poema 'El milagro del poema', dedicado a la memoria de Ramón Gaya. Los esxriffe que subieron a recitar versos de Cantabella destacaron su empatía, su capacidad de observación y su sutilidad para cantar al amor, la vida y el misterio.
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