Antonio Córdoba Barba: «Las matemáticas se encuentran en todas partes, desde el DNI al TAC para detectar tumores»

–¿Cuáles han sido sus principales contribuciones a las matemáticas actuales?

–A lo largo de mi carrera he obtenido resultados sobre unas decenas de problemas relevantes en varias áreas de las Matemáticas como análisis armónico, teoría de números, mecánica de fluidos o mecánica cuántica. Si tengo que escoger uno, quizás señalaría la demostración de la conjetura de Zygmund: un problema que llevaba más de cincuenta años planteado y que había desafiado a los mejores artistas del gremio. Pero he contribuido también, por ejemplo, a establecer las matemáticas que describen los cambios de fase en modelos de la Física.

–Entre todos los campos en los que ha trabajado, ¿con cuál se identifica más?

–Algunos de mis problemas favoritos provienen de la teoría de los números, a veces llamada aritmética superior, pero me considero mayormente un analista. Suele decirse que un analista es como un cazador: la mayor parte del tiempo está en casa, afilando sus instrumentos de análisis. De vez en cuando sale a cazar en otros ámbitos (fluidos, mecánica cuántica), pero rápidamente vuelve a sus cuarteles y continúa afilando sus cuchillos analíticos y mejorando su potencia de cálculo.

–¿Cuáles son los lugares más insospechados en los que podemos encontrar las matemáticas?

–Las matemáticas son ubicuas y las encontramos en todas partes. Un ejemplo es el DNI, donde la letra depende solo del resto de la división por 23 del número del carné, y cuya efectividad descansa en las propiedades de la aritmética modular. Otro es el TAC, que tan eficiente resulta para detectar tumores, pero cuyo funcionamiento depende de algoritmos del análisis armónico que permiten, con la ayuda de potentes ordenadores, obtener imágenes precisas de tejidos blandos a partir del infinitesimal decaimiento de la intensidad de los rayos X que los atraviesa. También las encontramos, y de manera harto decisiva, en algo tan cotidiano como es enviar una fotografía hecha con nuestro móvil.

–¿Cuál es la efectividad de los modelos matemáticos en las ciencias meteorológicas?

–Los modelos matemáticos son el principal instrumento del que disponemos para entender, y predecir, la evolución atmosférica. Junto, claro está, a la recolección de datos llevada a cabo a través de la red de estaciones y satélites meteorológicos. Son esos datos los que, suministrados como condiciones iniciales a las ecuaciones del modelo, permiten hacer las oportunas previsiones. Su efectividad la comprobamos todos los días en los informativos de radio y televisión.

–¿Cómo han mejorado las matemáticas las predicciones de los frentes atmosféricos en un mundo cada vez más cambiante?

–El aire es un fluido complejo que consta de oxígeno, nitrógeno, argón, vapor de agua y menores cantidades de otros gases. La mecánica de fluidos trata de obtener resultados profundos simplificando este escenario. Las leyes fundamentales, como la conservación de la masa o de la energía, han permitido a nuestros genios ilustrados escribir unas sencillas ecuaciones que describen las matemáticas en los dominios de Eolo y de Neptuno. Y eso, se mire como se mire, es una gran hazaña a pesar de que todavía quedan muchas preguntas que responder. No obstante, el trabajo de insignes matemáticos permitió concluir que el modelo está bien propuesto; es decir, que dadas las condiciones iniciales obtenidas a través de las estaciones meteorológicas hay un periodo de tiempo en el que las ecuaciones tienen una solución, que esta es única y depende continuamente de estas condiciones iniciales. Y no es poco: porque si alguna fallara, el modelo sería inservible. Se trata de una labor importante de los matemáticos: servir de notarios certificando que el modelo está bien propuesto.

–¿Las matemáticas son uno de los principales aliados frente al cambio climático?

–Por supuesto. No obstante, en el momento en que abordemos con seriedad la evolución del clima, habrá que determinar cuáles son las magnitudes relevantes y de qué factores depende su evolución. Es decir, elaborar un modelo matemático que nos permita hacer previsiones y sugerencias de políticas ambientales. Otra cosa bien distinta, me temo, es el factor humano: convencer a los agentes sociales y económicos de la necesidad de seguir las políticas que el modelo aconseje.

–En el ámbito educativo, la Comunidad Valenciana, Aragón y Galicia han comenzado a fusionar la asignatura de Matemáticas con otras como Tecnología. ¿Qué opina sobre apostar por iniciativas multidisciplinares en el aula?

–Desconozco el detalle de esa iniciativa, pero me alarma un poco que se hagan cambios drásticos en la enseñanza de las matemáticas sin tener en cuenta el papel que han representado siempre en la formación de los ciudadanos. Las Matemáticas y la Lengua son los pilares de la ilustración. El estudio de la aritmética y la geometría, aparte de su importancia intrínseca para la vida cotidiana, ha servido para lo que, en términos modernos, podríamos llamar instalar el sistema operativo en el cerebro humano. Enseñar el método deductivo, educar a la ciudadanía a distinguir cuándo nos están presentando un argumento lógico y plausible o cuándo, por decirlo en modo coloquial, nos están vendiendo una moto. Basta con poner atención al discurso de algunos de nuestros políticos para ver lo mucho que desprecian las capacidades deductivas de sus oyentes. Es ese papel el que coloca la enseñanza de las matemáticas en un lugar tan singular, y explica también un tanto su dificultad. Siempre será enriquecedor que los conocimientos se muestren imbricados con otras disciplinas, pero sin perder de vista su importante contribución a conformar la estructura lógica del cerebro, tan importante para la educación de ciudadanos libres, pero que necesita su tiempo y espacios propios.

–¿Cómo ha sido la andadura de un murciano que ha llevado sus estudios a Chicago, Princeton y Zúrich?

–En general, creo que ha sido una andadura feliz. Por razones diversas desarrollé en mi infancia un gusto por el conocimiento científico, en el Instituto Alfonso X tuve un excelente profesor de Matemáticas, Francisco Soto Iborra, y gané una beca de la Olimpiada Matemática. A partir de ahí me decidí por la carrera de Ciencias Exactas, que cursé en Madrid. Unos profesores ilustres de la Universidad de Chicago me ofrecieron, cuando estaba acabando la licenciatura, la posibilidad de ir becado para hacer el doctorado. Cuando tres años más tarde defendí mi tesis en Chicago, la Universidad de Princeton me ofreció un contrato para trabajar allí. No lo pensé dos veces: Princeton era entonces, y lo sigue siendo ahora, el gran centro matemático del mundo. Desde entonces he disfrutado del carácter universal de las Matemáticas con amigos y colaboradores de todo el mundo.

–Hoy se conmemora el Día Internacional de las Matemáticas en la Academia de Ciencias, ¿qué retos quedan por descubrir en esta materia milenaria?

–Podemos decir que las matemáticas son un universo en expansión. Siempre hay una frontera que hacer avanzar añadiendo nuevos teoremas y teorías.