Manuel Vilas: «Putin es un zar y un Stalin a la vez, ¡menudo maridaje al 50%!»
El narrador y poeta, finalista del Planeta con 'Alegría', clausura este jueves en Molina de Segura el ciclo 'Escritores en su tinta'
«La naturaleza misteriosa del amor me resulta inquietante y enormemente atractiva», dice Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962), quien este jueves clausura en Molina de ... Segura la decimosexta edición del ciclo 'Escritores en su tinta', que organiza la Concejalía de Cultura y coordina y presenta la periodista y también escritora Lola Gracia, y en la que han participado María Oruña, Carme Chaparro, David Lozano y Sergio del Molino.
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Autor de novelas como 'Ordesa' (2018), 'Los besos' (2021) y 'Alegría' (2018), con la que fue finalista del Premio Planeta, y cuya obra lírica se ha compilado en 'Amor' (2010) y en 'Poesía completa' (2016), se encontrará con los lectores, a las 20.00 horas, en la Biblioteca Salvador García Aguilar, por la que han pasado en ediciones anteriores autores tan distintos como Michel Houellebecq, Alfredo Bryce Echenique, Eduardo Mendoza, Ian Gibson, Javier Cercas, Carmen Posadas o Dolores Redondo. Manuel Vilas es especial, se metería rápido en el bolsillo a una comunidad de esquimales.
–¿En qué nueva historia anda enredado?
–Estoy escribiendo una historia de amor cuya protagonista es una mujer. Escribo historias de amor para decirle a los lectores, 'mira, como el mundo está un poco tristón, mejor enamórate'. Si estuviésemos ahora en los años 60, en los que se vivían revoluciones sexuales, libertarias y no sé qué no sé cuánto, escribiría algo más épico, más colectivo; pero como estamos en un mundo que se ha vuelto muy amarillo, muy tristón, muy gris, prefiero decirle al lector que la solución posible para seguir teniendo una buena vida, para seguir viviendo con intensidad y con pasión y con ilusión, es el amor. El amor es lo que queda. Cuando falla lo social, lo histórico y lo colectivo, el refugio son las historias de amor.
«Escribo historias de amor para decirle a los lectores, 'mira, como el mundo está un poco tristón, mejor enamórate'»
–¿Cuál es su objetivo como escritor?
–Como escritor, me dedico a defender la vida, a defenderla de todos aquellos que quieren jodérnosla, de todos aquellos que quieren entristecerla. La literatura, al igual que el arte, la ciencia, la cultura en general, es una gran amiga de la vida. Los que vemos películas, leemos libros, vamos a exposiciones..., lo hacemos porque vemos ahí una defensa de la vida, y eso es lo que me interesa de la literatura, que defiende la vida y lo hace más allá de las ideologías; ahí está una de sus grandezas. En cambio, el mundo anda ahora en unos debates ideológicos que humillan y oscurecen la grandeza de la vida. Sus enemigos son la injusticia, la muerte, la enfermedad, los totalitarismos, los fanatismos, las intolerancias, las guerras...
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–¿Qué piensa de la de Ucrania?
–No es una guerra de carácter territorial, como se quiere ver, es una guerra cultural, una guerra entre dos modos de entender la vida. Por un lado está el modo de Putin y esa mezcla suya, en el fondo tan original, de zarismo y estanilismo, porque Putin es un zar y un Stalin a la vez, ¡menudo maridaje al 50%! Y por otro está un pueblo como el ucraniano, que lo tiene claro y que prefiere parecerse a los parisinos, los berlineses, los madrileños o los romanos que a los moscovitas. Y de repente Putin dice: 'Vosotros siempre habéis formado parte de la madre Rusia y no podéis iros con los alemanes, los franceses y la Unión Europea, tenéis que estar aquí como rusos'. Y ese es el problema, que los ucranianos quieren parecerse a los alemanes y no a los rusos. Es una guerra cultural, y lo triste es que no haya una homogeneidad ante Putin, que haya gente que le tolere cosas...
Digno de mención
–¿Qué le llama la atención de la actualidad española?
–Me llama la atención que tenemos a un señor, que es Pedro Sánchez, que es la hostia y cuya capacidad de supervivencia política se debería estudiar en las universidades americanas. Su capacidad de supervivencia política es verdaderamente un prodigio, tiene una capacidad de sobrevivir a cualquier cosa que ocurra que me parece digna de mención.
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«La capacidad de supervivencia política de Pedro Sánchez es verdaderamente un prodigio»
–¿Y qué más?
–Venimos de una crisis que arruinó a las clases medias en el 2008, que siguen hoy deterioradas y con muchos problemas. Hay gente que tiene trabajo y que no llega a fin de mes; seguimos teniendo problemas económicos a los cuales ahora se añade todo lo que llevamos pasado con la pandemia. ¡Qué inquietantes las noticias sobre el índice de suicidios de los chavales! Todo está como cogido con pinzas, parece que no haya nada sólido, incluida la política que es absolutamente líquida y no vemos solidez alguna. No vemos a nadie que sea capaz de un gesto ejemplar, algo que como sociedad no nos vendría nada mal.
–¿Y qué le parece que 'El guardián entre el centeno', de Salinger, haya entrado en la lista de los libros que algunos quieren prohibir?
–Lo que me parece es que vivimos en un mundo de estupidez ilimitada; dentro de treinta años nos estudiarán como los descerebrados profundos que se dedicaron a intentar mutilar obras literarias. A ver, hace 50 años, cuando actuaba la censura franquista, todo el mundo la daba por buena...; hoy, el problema de la censura es que se camufla, se transforma, se metamorfosea y se hace invisible en sociedades donde se convierte en algo activo y presente. Ahora nos resulta muy fácil ver, por ejemplo, que el franquismo estaba obsesionado conque no se viera el pecho de una señora en una película, algo que hoy nos parece ridículo. Pero es que actualmente la censura está actuando en otro sitio y no solo no nos parece ridículo, sino que recibe aplausos...; ¡querer censurar 'El guardián entre el centeno' o 'Lolita' de Nabokov! De modo que la censura se camufla y se acomoda, pero persevera, y nace de donde ha nacido siempre: de la intolerancia, que es un problema general de las sociedades políticas.
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