La Peregrina, la famosa perla que obsesionó a Victoria Eugenia
«He sido muy feliz en la Región de Murcia», asegura Nieves Herrero, que presenta este sábado en Mula 'El joyero de la reina', un libro sobre los tesoros heredados
Nieves Herrero (Madrid, 1957) comenzó hace ocho años a trabajar en la novela histórica 'El joyero de la reina', pero otros proyectos le obligaron a ... aparcarla. Con la llegada de la pandemia pudo escribir, evadirse y adentrarse en los inicios del siglo XX para acercar al lector la vida de la reina Victoria Eugenia, partiendo de su especial relación con las joyas. La periodista y escritora estará esta tarde en Mula para presentar su última publicación en Ediciones B. El Patio del Convento de San Francisco acogerá a las 20.30 horas una charla-coloquio presentada por Jesús Boluda del Toro. Tras el acto, la autora firmará a los asistentes ejemplares de su libro. «No he estado nunca en Mula pero he visitado la Región de Murcia muchas veces. He sido pregonera de varios municipios, me han dado muchos premios y he sido hasta madrina de la Tuna de Medicina de la UMU. He sido tan feliz... me siento muy querida en esta tierra», comenta.
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«Conocí de casualidad, mientras trabajaba, a la nueva generación de joyeros reales y así me empezó a intrigar esta historia poco explorada», afirma la autora sobre un relato que comienza con la llegada de Victoria Eugenia a España para casarse con Alfonso XIII en Madrid en 1906. «Una joven enamorada e ilusionada que el día de su boda, cuando acaba de estrenar la tiara 'Flor de lis' sufre un atentado terrorista en el que muere parte de su Guardia Real», relata. Las manchas de sangre en el vestido son testigo de este altercado del que la reina sale indemne. «Entonces le cuentan que las joyas que llevaba habían hecho de escudo y Victoria Eugenia comienza a considerarlas un talismán», explica a LA VERDAD.
Aquí comienza una fijación para que las joyas se protejan y pasen de reina en reina y no se pierdan entre las herencias o acaben en casas de subastas. Estas son las denominadas joyas de pasar, un conjunto de ocho piezas entre las que se encuentra la famosa tiara que en numerosas ocasiones han lucido la reina emérita Sofía y la reina Letizia.
Además de esta diadema convertida en amuleto por Victoria Eugenia, entre estas joyas de pasar se encuentra la falsa perla Peregrina, una pieza excepcional, con un brillo fuera de lo común que le trajo más de un quebradero de cabeza a la reina. «Alfonso XIII le regala a Victoria Eugenia la perla Peregrina como si fuera verdadera, pero su joyero real, Ramiro García-Ansorena, se encargó de ir haciéndole ver a la monarca que esa joya no era la auténtica pero que contaba con un importantísimo valor, aún así», comenta la escritora. Es decir, que esa Peregrina no fue la misma que perteneció al joyero de Isabel II y que llegó a manos de Felipe II, «pues, al llegar Pepe Botella a España, arrasó con todo el tesoro». «Esta perla comienza a pasar de mano en mano y, en una ocasión, Alfonso XIII -que, por cierto, pedía perdón por sus infidelidades y errores con joyas- tuvo la oportunidad de hacerse con ella, pero la Casa Real española no pasaba por su mejor momento económico».
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Pero la monarca consorte nunca perderá el interés por la perla. Un año antes de su muerte, surge de nuevo otra oportunidad de hacerse con el codiciado tesoro. «Se celebraba una subasta en Nueva York y Victoria Eugenia tenía la intuición de que la pieza estaría allí, por lo que manda a su nieto, Alfonso de Borbón, para que puje, pero no la consigue». Finalmente, la perla Peregrina acabó en manos de la actriz Elizabeth Taylor.
«Al día siguiente le pidió al Duque de Alba que diera una rueda de prensa enseñando su perla, diciendo que la Peregrina auténtica era esa, sabiendo que no lo era pero manteniendo la palabra que le dio Alfonso XIII».
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«El final de Juan Carlos I ha sido malo y creo que él sabe que solo podrá regresar a España en visitas esporádicas»
«Fue injustamente tratada»
Así se resume la auténtica obsesión de Victoria Eugenia por una de las gemas más valiosas de Europa, el pretexto de Nieves Herrero para dar un repaso a la historia más cercana y centrarse en la figura de la bisabuela del rey Felipe VI, «una reina olvidada e injustamente tratada en España». Una reina que vivió durante 37 años en el exilio [en abril de 1931, Cartagena vio partir al rey con la proclamación de la II República] y que regresó a España para celebrar el bautizo de su ahijado, Felipe VI. «Este jueves me podía imaginar lo que pasaba por la cabeza de Juan Carlos I al volver de su autoexilio, probablemente lo mismo que pensó su abuela. Ella tenía la sensación de que cuando regresara a España se encontraría con la apatía del pueblo, pero la gente salió a la calle a recibirla. Eso le emocionó mucho», dice.
-¿Cree que la ciudadanía se alegra de recibir esta visita fugaz del rey emérito?
-Depende de con quién hables. En Sanxenxo sí se alegran. Los españoles siempre hemos estado divididos. Unos dicen que no se puede borrar el pasado de Juan Carlos, que nos llevó de una dictadura a una democracia. Yo pienso que no se puede olvidar esa labor tan importante. El final ha sido malo y creo que él lo sabe. Sabe que solo podrá regresar a España en visitas esporádicas. Aunque no tiene ninguna cuestión pendiente a nivel jurídico, otra cosa es el reproche moral. Zarzuela no es el lugar conveniente. Por otra parte, el rey Felipe VI lo está haciendo bien. Tenemos un país con instituciones consolidadas pero creo que no es el momento de un referéndum.
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