Aquellos dos niños
'Siempre domingo', de Pascual García, es una obra sobre el milagro cotidiano del amor, sobre esos sucesos que no esperamos nunca y que hacen acto de presencia cuando lo dábamos todo por perdido
Los domingos de los pueblos no se parecen a ninguno de los domingos de otro lugar cualquiera. Y Pascual García (Moratalla, 1962), que ha nacido ... en un lugar que aún conserva en el ambiente el color del oro viejo, lo sabe mejor que nadie. Así, de ese modo, echa a andar un libro espléndido, escrito con soltura, de una increíble perfección formal, con elegantes y sonoros endecasílabos. Y, además, una obra sugerente, repleta de nostalgia -aunque sin caer jamás en lo lacrimógeno y lo cursi- en la que se percibe el olor a legumbres, a huevos con patatas, a ese caldo caliente que se hacía en las casas humildes. Un texto en donde no se deja nada al azar, ni nada es fortuito ni improvisado, aunque se haga gala de una indudable espontaneidad, de una continua celebración de esa luz que nos envuelve y acaricia, de un optimismo leve regido por los besos desordenados, besos con sabor a fresa; por el regreso a la infancia, a la belleza del pasado, a los domingos de invierno, 'tan ajenos al dolor y a la vida'.
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'Siempre domingo' tiene poco que ver con su anterior entrega, 'Un hombre solo' (La Fea Burguesía, 2020), tan repleto de duermevela, de lluvia con ritmo manso, en lugares donde nadie te espera ni se desea nada. Ahora, Pascual García da un paso al frente y no rehúye de esa radiografía interna -del cuerpo y el alma- que, con tanta precisión, nos ofrece.
Y para que el libro esté completo y haya un pacto lícito entre fondo y forma, utiliza, como es su costumbre, ese lenguaje depurado, bien pulido, con sutiles juegos de palabras. Esa continua atención a ciertos elementos simbólicos que le dan vigor a estos versos, en donde se insiste, una y otra vez, que nada está escrito al azar, que nada en la vida es fortuito ni improvisado.
Estamos ante una evocación a la 'serena alegría', a pesar siempre de 'las heridas negras en el alma'. Y el regreso a ese prodigio 'de la piel en guerra', a esa idea de que 'no es tarde para nada', con lo que afloran espléndidos poemas, como el titulado 'Aquellos dos niños', en el que pone los ojos en la inocencia y en la belleza del pasado, que aún siguen intactas, puestas a salvo en un privilegiado rincón de la memoria.
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'Siempre domingo'
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Género. Poesía
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Editorial. Vitruvio. 92 pág.
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Autor. Pascual García
Sucede lo mismo en los últimos versos de su poema 'La pureza', quizá uno de los más destacados del libro, en el que deja constancia del resultado y de la sorpresa de su búsqueda: 'Y algún día soñé que te encontraba / otra vez, ingenua, rubia y bellísima, / y cuando desperté eras la mujer / con la que había dormido cada día'.
La nueva vida
'Siempre domingo', dedicado a Mariloli, 'que me regaló el título y el argumento. Más de cuarenta años después', es una obra sobre el milagro cotidiano del amor, sobre esos sucesos que no esperamos nunca y que, sin embargo, hacen acto de presencia cuando lo dábamos todo por perdido. A lo largo del libro, Pascual García va alternando la nueva vida, la nueva luz que le rodea, el nuevo horizonte que ahora se abre, con ese pasado oscuro de dolor y de olvido en las interminables tardes de un otoño ventoso y gélido. Pero el amor, como en su día proclamaron algunos de sus maestros -Quevedo, Bocángel, Salinas, Hernández…-, lo puede todo: yo sin amor, viviera enamorado. Domingo: la fiesta del sol, las tardes mustias, el fuego encendido y la merienda. Pues lo bello y lo verdadero -como bello y verdadero es esta obra- no debieran acabar nunca.
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