Isabel San Sebastián: «Nunca me he sentido discriminada por ser mujer, pero sí por ser madre»
Hablará este martes en el Centro Cultural Las Claras de su obra 'La temeraria', sobre la reina Urraca, la primera soberana de pleno derecho en Europa
Nos lleva de viaje al siglo XII, aterrizamos en el Reino de León y tenemos el gusto –¡es todo un placer, señora!– de conocer a ... la reina Urraca, la primera soberana de pleno derecho en Europa. 'La temeraria' (Plaza & Janés), que va por su sexta edición, es la novela de la que Isabel San Sebastián, 65 años y un carácter bravo, periodista todoterreno y escritora, hablará este martes –19.00 horas– en el Centro Cultural Las Claras de la Fundación Cajamurcia; será presentada por María Martínez, subdirectora de la Cátedra Arturo Pérez-Reverte.
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–¿En qué momento vital está?
–En un momento fantástico, soy abuela y es maravilloso estar disfrutando de mis nietos, que son pequeñitos y están en su edad más deliciosa. Vivo un momento de plenitud afectiva, en lo personal estoy muy satisfecha.
–¿Y la ciudadana?
–La ciudadana está preocupada por el devenir de esta pobre España que va a la deriva.
–¿Por qué a la deriva?
–Porque, por primera vez desde la Transición, estamos bajo un Gobierno que está atacando constantemente las reglas básicas de la democracia. Estamos en una situación muy peligrosa, ante un desacato a la Constitución y a las normas básicas de la convivencia, con un nivel de crispación y de polarización muy preocupante. La única preocupación del Gobierno es su propia supervivencia a costa de lo que sea.
–¿Y la oposición al Gobierno?
–Sería más útil si lograra unir fuerzas contra la amenaza que supone el 'sanchismo'.
–¿Qué le sigue enganchando de escribir novela histórica?
–El devenir actual lo estoy glosando todos los días y, francamente, cuanto más me adentro en la actualidad más ramplona y más frustrante, más me interesa el pasado. La vida pública actual es algo poco estimulante. Más me fascina un pasado épico, una epopeya secular, absolutamente fascinante y determinante en el devenir de España, que se llamó Reconquista. Un pasado que nos hace estar hoy integrados en el mundo occidental y democrático, a pesar de todo, y no en el mundo islámico, de lo cual yo me congratulo; un pasado que, además, terminó bien. La Reconquista fue una batalla muy larga, pero terminó bien, en mi opinión. Yo he librado batallas en mi vida contra el terrorismo, sobre todo, y contra el separatismo, y esas han terminado mal.
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«Cuanto más me adentro en la actualidad más ramplona y más frustrante, más me interesa el pasado»
–¿Por que le interesó la reina Urraca para protagonizar 'La temeraria'?
–Adentrándome en las crónicas de la época, me encontré con una mujer fascinante, adelantada a su tiempo en muchos sentidos, la primera reina de pleno derecho en España y en Europa; una mujer obligada a enfrentarse a su propio marido y a su hijo, o mejor dicho, a los tutores de su hijo; y, sobre todo, a incontables prejuicios para ejercer su derecho, su deber de reina. Es un personaje realmente singular.
–Lleva años escribiendo sobre mujeres históricas...
–Sí, alguna reales y otras ficticias, pero situadas en un contexto real y siempre subrayando la importancia de la mujer en la historia de España. Urraca es real, de carne y hueso, con un papel histórico muy destacado y que ha sido silenciada y maltratada por la historiografía de una forma brutal.
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–¿Por qué?
–Porque era mujer, y los cronistas medievales fueron muy misóginos. Eran todos monjes, en su mayoría influenciados por el pensamiento franco importado desde el monasterio de Cluny. La juzgaron con una enorme severidad por atreverse a hacer algo que desde su punto de vista era impensable: que una mujer reinara. Las mujeres, a lo más que podían aspirar era a ejercer el poder en un segundo plano, desde las sombras, como consejeras de, compañeras de...; pero que una mujer se atreviera a sentarse en su trono y a defenderlo era algo impensable.
–¿Qué rasgo de su personalidad le llamó más la atención?
–Probablemente su resiliencia, su capacidad de aguante. Tuvo una capacidad de aguante, tanto en lo físico como en lo político y en lo psicológico, formidable. Superó traumas y situaciones que habrían vencido a cualquiera.
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–¿Apoyándose en qué?
–Es una buena pregunta... Apoyándose, probablemente, en sus antepasados, en su sangre real, en ser la hija de la reina Constanza de Borgoña, perteneciente a una de las grandes familias de Francia, y de Alfonso VI; y en ser sobrina de las infantas Urraca y Elvira, que fueron personajes importantísimos, y nieta de la reina Sancha y del rey Fernando; apoyándose en su linaje, en su orgullo de linaje y en su sentido de la responsabilidad.
«Urraca es un personaje realmente singular; silenciada y maltratada por la historiografía de una forma brutal»
–La reina y la Iglesia católica.
–Fue una mujer de fe, por supuesto, pero se enfrentó a la Iglesia muchas veces y con mucha madurez e, incluso, fue excomulgada aunque luego se revirtió esa sentencia. Sus conflictos con la Iglesia le valieron muchos disgustos, precisamente por su fe y y por ser la Iglesia entonces muy liberal a la hora de administrar la comunión o la excomunión en función de que uno se plegara a sus intereses o no. Era una mujer extraordinariamente valiente; de haber sido hombre se le habría catalogado de audaz, valiente, intrépido..., pero como era mujer no le reconocen los méritos.
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–¿En qué lector piensa a la hora de escribir sus novelas?
–Yo escribo para un público como yo; o sea, para un público normal y corriente que quiere distraerse y emocionarse con un libro. No quiero demostrar nada, yo cuando leo un libro quiero entretenerme, quiero evadirme y quiero emocionarme. Y si se trata de un libro histórico, aprender algo de paso. Intento que a la gente que lea una novela mía se le haga corta, le atrape desde el principio, viva una aventura y se emocione; es lo que yo pido como lectora.
–La emoción.
–Para mí, es parte vital del entretenimiento. Si el lector se queda frío, mal.
–¿Usted lo ha tenido más difícil en la vida por ser mujer?
–Sí, sí, sin duda. Pero no tanto por el hecho de ser mujer, cuanto por el hecho de ser madre. A las mujeres de mi generación la conciliación nos resultó infernal, muy difícil. Nunca me he sentido discriminada por ser mujer, pero sí por ser madre. El conciliar con tener hijos una profesión tan demandante, tan compleja, que exige tanto tiempo y tanto esfuerzo como el periodismo, es muy duro. Y lo que me da pena es ver, porque mi hija sigue más o menos igual, que los tiempos cambian, pero poco. Ciertos problemas persisten. Lo que realmente te dificulta no es el hecho de ser mujer, sino el hecho de ser madre, esa es mi experiencia.
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Principios y prioridades
–¿Valiente?
–[Lo piensa] Yo creo que sí. He tenido claro desde muy pronto cuáles eran mis principios y cuáles mis prioridades y he actuado con arreglo a ellos. He tomado determinadas decisiones sabiendo que me iban a suponer un riesgo; un riesgo para mi vida, en el caso de ETA [fue muy beligerante contra los asesinos], o un riesgo para mi tranquilidad laboral cuando se trataba de decisiones profesionales. Me han echado de muchos trabajos por no plegarme a determinadas consignas o por no aceptar determinadas exigencias que, a mi juicio, eran incompatibles con la dignidad profesional. Sí, supongo que soy una persona valiente, pero también tengo muchos defectos; por ejemplo, soy una persona muy impaciente. Tengo algunas virtudes y muchos defectos. Soy una buena madre y una buena abuela, eso sí, y creo que eso es, desde luego para mí es así sin duda, lo más importante.
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