Ignacio Martínez de Pisón: «En algún momento España tendrá que llegar a un consenso sobre su pasado»
El autor zaragozano presentará el martes en el Aula de Cultura de LA VERDAD su novela 'Castillos de fuego' y firmará en la Feria del Libro
La «feria bonica», lema popular para la Feria del Libro de Murcia, recibirá el próximo martes a uno de los autores del momento: Ignacio Martínez ... de Pisón (Zaragoza, 1960). Invitado por el Aula de Cultura de LA VERDAD, «el más tolstoiano de nuestros escritores», según el catedrático de la Universidad de Murcia y académico correspondiente de la Real Academia José María Pozuelo Yvancos, Martínez de Pisón presentará el martes 10, a las 19.30 horas (entrada libre, aforo 240 personas), en el salón de actos de la Fundación Cajamurcia de la Gran Vía de Murcia, su última novela, 'Castillos de fuego' (Seix Barral), con la que transporta al lector a Madrid entre los años 1939 y 1945. Antes, a las 18 horas, firmará ejemplares de su libro en la caseta de LA VERDAD ubicada en el paseo Alfonso X El Sabio. Martínez de Pisón es un autor conocido por los lectores europeos gracias a las traducciones a una docena de idiomas de obras como 'Carreteras secundarias' (1996), 'El tiempo de las mujeres' (2003), 'Dientes de leche' (2008), 'El día de mañana' (2011), 'La buena reputación' (2014)... Esta semana pasó por Ceuta y Cerdeña. Vive en Barcelona desde los años 80. Después de Murcia le espera Edimburgo.
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-'Castillos de fuego' acoge las voces «de la mayor parte de la sociedad», de aquellos que no son importantes para la historia.
-Quería hacer una novela donde salieran, sobre todo, personas anónimas, esas que no iban a pasar a la historia con mayúsculas. Son personas comunes en tiempos extraordinarios, y son extraordinarios porque nadie tiene las riendas de sus vidas. Es decir, hay una especie de poder superior que controla los destinos de unos y otros, y aunque tú quisieras hacer con tu vida algo diferente casi nunca podías. Porque dependías de poderes que estaban por encima de ti y contra los que no podías combatir. Uno de mis personajes favoritos de la novela es Cristina: una chica que en el fondo nos representa a los españoles de ahora, una mujer que se pregunta por qué me ha tocado nacer en esta época, y en este país, por qué no habré nacido en otras circunstancias y en otro lugar en vez de estar a expensas de estas circunstancias que me obligan a hacer elecciones que siempre acaban mal porque nunca acabas de acertar. Son básicamente personas cuyos destinos escapan a su control.
-Dice usted que se ha escrito mucho sobre la guerra civil española, pero no tanto sobre la primerísima posguerra. «La literatura funciona en parte como memoria colectiva de la sociedad».
-Lo que me da la sensación es que ha habido una especie de pulsión oscura de la sociedad española por olvidar esos años, que son los más oscuros dentro de la historia reciente española. Y quienes vivieron esos años, que eran los años del hambre, pero también los años de las delaciones y los años de los fusilamientos, por algún motivo han decidido olvidarlos. De la misma forma que las personas que sufren una experiencia traumática para sobrevivir necesitan envolverla en una especie de papel de estraza y arrinconarla ahí, en el fondo de su memoria, del mismo modo la sociedad a veces necesita olvidar los peores episodios de su pasado y así entra en el futuro de una manera, digamos, más potente. Por eso quizás en la literatura ha sucedido lo mismo, y en esto puede que tenga que ver el hecho de que no haya habido un debate social sobre lo que ocurrió entonces y con el hecho de que tampoco haya habido escritores que se hayan interesado demasiado sobre esa etapa.
-¿En su familia cómo se vivió la guerra civil y la posguerra?
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-Si durante mucho tiempo la guerra no me interesó como tema literario fue porque en mi familia tampoco se hablaba de ella. Tanto mi familia paterna como la materna eran de derechas, y les tocó estar en el bando nacional, de modo que no sufrieron particularmente los estragos de la guerra. Por eso tampoco era un tema que en principio me viniera tan cercano. Solo a partir del año 2000 o así descubro que la guerra es un tema literario fascinante, y adictivo, porque cada vez que investigas algo te anima a querer saber más, y cuanto más sabes más quieres descubrir. Llevo casi un cuarto de siglo estudiando cómo fueron esos años, no solo de la guerra, sino los inmediatamente anteriores y los posteriores.
-¿Llegará un momento en que se pueda hablar de la guerra y del antes y el después sin volver a tirarnos los trastos a la cabeza?
-Yo creo que sí, que no tardaremos en superar el tema de la guerra civil como tema de debate o de desacuerdo entre los españoles por el simple hecho de que cada vez quedan menos personas que la vivieron. O que intervinieran directamente. Ya quedan poquísimos, y los que quedan ya son muy mayores, y solo son recuerdos de infancia los que conservan de aquella época. Una vez que se dé ese paso biológico, ya formará parte definitivamente de un pasado del que ya no quedarán supervivientes. Y segundo, yo creo que los estudios, las administraciones y los historiadores ya habrán terminado de concretar las cifras, las circunstancias, la realidad de lo que ocurrió entonces, y no quedará mucho margen para el desacuerdo. En algún momento la sociedad española tendrá que llegar a un consenso sobre su propio pasado y tener una versión compartida sobre lo que fue aquello. Creo que los historiadores han hecho un buen trabajo para facilitarnos ese acuerdo que tiene que haber en la sociedad.
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-Desde que publicó 'La ternura del dragón' (1984) a 'Castillos de fuego' (2023) hay un viaje de casi 40 años. ¿Qué es lo más bonito que le ha sucedido en este tiempo?
-Para mí es un milagro llevar casi 40 años viviendo de lo que más me gusta, que es escribir. Yo cuando empecé a publicar, que fue en 1984 y era un crío de 23 años, yo era una persona a la que le gustaba escribir, pero jamás imaginé que pudiera dedicarme íntegramente a escribir y que esa pasión mía por la escritura acabaría siendo al final mi profesión. De verdad que agradezco todos los días al destino, que me ha facilitado ese privilegio, y poder vivir de lo que más me gusta.
Así lo ve
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Pulsión oscura «Quienes vivieron los años del hambre, de las delaciones y de los fusilamientos, por algún motivo han decidido olvidarlos»
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Profesión y pasión «Agradezco cada día al destino vivir de lo que más me gusta»
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Primeros años «Franco impone un régimen de exterminio, donde pretende eliminar al rival político y donde la simbología fascista está a la orden del día. Era obligatorio saludar con el brazo en alto cuando entrabas en un cine»
¿Una serie?
-No sé si ya habrá empezado a trabajar en el guión de 'Castillos de fuego' porque es una novela que perfectamente podría llevarse al cine, como ya sucedió con 'Carreteras secundarias' [por la que fue candidato al Goya al mejor guión adaptado, en el filme dirigido por Emilio Martínez Lázaro en 1997; también fue guionista de 'Las trece rosas' (2007), de Martínez Lázaro, por el que fue candidato al Goya a mejor guión original, y es coautor de 'Chico & Rita' (2012), junto a Javier Mariscal y Fernando Trueba, nominada como mejor película de animación para la 84 edición de los Oscar].
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-Hay un proyecto de serie del que aún no puedo decir nada porque cuando algo está en las primeras fases no hay nada seguro. Pero por lo que he oído de unos y otros, y sobre todo de los lectores, y de gente experta en la época y cineastas, sí que hay una idea de que pueda salir una buena serie. Yo no la escribí pensando en una serie, pero en cambio las posibilidades que ofrece hoy este formato, con cinco, ocho o diez capítulos, sí podría hacerse. Y desde luego ya no sería tan caro como, por ejemplo, 'Las trece rosas'. Ahora sería relativamente más barato hacer todos esos movimientos de masas, ese Madrid de la época, esos uniformes... que en muchos casos se hacen con efectos digitales y esto abarata al final la producción.
-En el hecho de que la sociedad aceptase tantas décadas a Franco como regidor de sus destinos había también cansancio, ¿o de lo contrario cómo se explica que hubiera aguantado tantos años?
-Fue una mezcla de devastación, desánimo, miedo e incapacidad, indefensión. Todo esto hizo que los españoles que habían perdido la guerra tampoco fueran capaces de organizarse para enfrentarse al dictador. En realidad el destino de Franco no dependía tanto del apoyo interno o de la oposición interna como de lo que ocurriera fuera. La novela cuenta precisamente cómo esos cinco o seis años de la historia de España, que coinciden con la Segunda Guerra Mundial, y todo lo que ocurre aquí tiene una explicación directa fuera de las fronteras de España. Porque lo que podía ser el futuro de la España de entonces dependía de cosas que estaban ocurriendo en Europa. Si Estados Unidos, de la misma manera que liberó Italia, hubiera liberado España aquí habríamos tenido treinta años más de democracia que no tuvimos.
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-¿Cómo ha sido la respuesta de la gente que se está acercando a usted en esas presentaciones por toda España? Pienso en los que sobrevivieron a la guerra.
-La verdad es que he encontrado a muchos lectores y, sobre todo, lectoras que vivieron esa época y la recuerdan muy bien. Y que me han hablado de que mi libro les ha removido recuerdos y les ha devuelto a una época de la que no habían vuelto a hablar. Muchos lectores han descubierto cosas que desconocían, porque es una etapa muy desconocida de la dictadura en la que Franco impone un régimen de exterminio, donde pretende eliminar al rival político y donde la simbología fascista está a la orden del día. Por ejemplo, era obligatorio saludar con el brazo en alto cuando entrabas en un cine.
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«Las guerras fascistas se anuncian rápidas, pero duran años y años»
-¿Cuál es el recuerdo mayoritario que queda del franquismo?
-Es el recuerdo ya de un franquismo languideciente, de la última década y media, cuando Franco ya era un dictador viejo y no tan sangriento como en los primeros años. Pero para valorar el franquismo no basta con centrarse en lo que ocurrió en los últimos años, sino que hay que juzgarlo por entero, y, por supuesto, no olvidar los peores años que fueron entre 1939 y 1945, cuando Franco fusiló a 50.000 republicanos en tiempos de paz.
-¿Cómo vive usted la aparición de nuevos conflictos, como por ejemplo la invasión en Ucrania?
-La diferencia entre la guerra actual de Ucrania y la guerra española es que aquellos eran los años de llamas, los años convulsos de la historia europea donde España no podía abstraerse a un destino colectivo que le correspondía. Si Franco impuso un régimen fascista en los primeros años es porque el fascismo estaba triunfando en Europa. En este momento lo de Ucrania es una cosa excepcional porque no forma parte de la reconstrucción en Europa que nos enfrentemos unos a otros por una cuestión de fronteras. Precisamente eso es lo que las instituciones que surgieron en Europa después de la Segunda Guerra Mundial han intentado evitar. Por eso es aún más doloroso que de repente una persona como Putin, saltándose todo el derecho internacional, y todos los tratados comerciales que habían afianzado las relaciones entre países decidiera ocupar un país soberano de la manera en que lo ha hecho. Supongo que pensaría que iba a ser cosa de dos o tres días y que todo el mundo se olvidaría, pero llevamos ya 600 días. Al final todas las guerras fascistas se anuncian al principio como guerras aceleradas, pero resulta que nunca duran lo que se anuncian y al final duran años y años.
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