Historias de un escritor presurizado

Es viajero por obligación. En unos días estará en Honduras y más tarde en Guatemala. ¿El siguiente? Quién sabe. Fernández se autodenomina como «un escritor presurizado». Muchas de sus ideas surgen en esas largas travesías en las que se abstrae y escribe con la libertad suprema de los apátridas. «Renuncio a la bandera del avión, como al resto de banderas, para sentirme libre de todos los dogmas y prejuicios», descubre en el relato inicial de su último libro, 'De Samarcanda a La Raya' (Tirano Banderas).

Quizá José Fernández Belmonte sea un hombre de mente voladora pero con los pies en la tierra, o eso piensa Antonio Marcelo Beltrán en el primer prólogo del libro. «Mucha gente suele dejar espacios de tiempo vacíos, pero en mi caso, me gusta invertirlo en algo, y yo suelo dedicarlo a escribir cosas que no valen para nada y a la vez, valen para todo», cuenta a LA VERDAD.

Lleva toda una vida dedicándose a los demás. Su primera experiencia laboral fue el bar de Josepe, donde aprendió a descifrar a las personas. «Disfrutaba poniendo cafés, puedes pensar que era sencillo o insignificante, pero que te miren, que te sonrían, que te pongan el café como te gusta, son cosas que te dan respiros en la vida», asegura este comercial, que trasladó todo lo que aprendió tras la barra a su nuevo empleo, donde conoció de cerca el mundo femenino. «He podido ver la lucha de las mujeres, cómo trabajan y son madres a tiempo completo, para sacar sus hogares adelante».

Otra de las aficiones del artista son los collages, que también son protagonistas de sus libros. «Me gusta hacerlos de forma individual, no quiero encorsetar. Lo que busco es enfrentarme al blanco, y arrancar con alguna idea que me venga a la cabeza, así son muchos más espontáneos. Ellos solos dicen mucho», afirma.

Este murciano es un amante de la libertad, y en sus obras evita los conflictos y luchas ideológicas «innecesarias». En sus libros trata de transmitir «humanidad y respeto». De hecho, el relato 32 es un ejemplo de ello: «Después de haber escrito miles de relatos, algunos de los cuales no son otra cosa que balas frente al odio, la incultura y la intransigencia, todavía sueño cada noche con un mundo mejor».

A pesar del talento, no tiene grandes ambiciones, sólo le pide a sus libros que existan. «Soy muy feliz sabiendo que ya se puede tener en las manos y que alguien los va a leer, aunque sean pocas personas. Eso me llena de orgullo. Además, es un legado que quiero que exista para que cuando quieran saber de mí recurran a mis obras».

De sus viajes, este comercial viajero siempre regresa con una mochila cargada de emociones. «Recuerdo mi primera vez en algunos estados mexicanos, regresé impactado por la pobreza y el nivel de vida que tenían allí. Cuando vuelves, y abres la nevera no puedes evitar sentirte un privilegiado», cuenta el autor, que no cesa en su actividad y ya tiene en el horno una novela tragicómica.

«Va a ser una historia muy loca. Se tratará de un chaval que por circunstancias se queda huérfano, y cansado de vivir solo en su granja, decide poner rumbo a Barcelona, su destino será una casa de citas, un tanto peculiar, regentada por un cura, así que te puedes imaginar todo lo que puede ocurrir...», adelanta el escritor, que cuenta en su haber con cinco libros de relatos: 'Vidas ordinarias' (2007), 'Momentos de ida y vuelta' (2010), 'Haciendo cola para soñar' (2017) y 'Del Bar Josepe al cielo' (2023). 'Réquiem por un guerrillero olvidado' fue su primera novela.