Espinosa y el amor a la palabra

A este listado se sumará próximamente 'Escuela de mandarines', la «obra cumbre», califica Carrión, del autor caravaqueño, y a su vez «un clásico leído y estudiado en Alemania, Hispanoamérica; traducido a otras lenguas...», pero que en Murcia, insiste la experta en Miguel Espinosa (Caravaca de la Cruz, 1926 - Murcia, 1982), «no está lo suficientemente reconocido». ¿Por qué? «En primer lugar, porque nadie es profeta en su tierra», responde, «valoramos más lo que viene de fuera que lo que tenemos aquí»; pero, también, porque «en esta Región hay muchos prejuicios. Que Miguel, que no era literato ni catedrático, escribiese tan bien, despertaba algunas tensiones. Era una persona a la que se le adoraba o se le odiaba, y todavía existe gente que lo conoció. Hace falta que esas generaciones se queden atrás para que solo se vea la obra, y no el hombre», considera la responsable de la editorial El Eremita, quien también tiene pendiente la publicación, en un futuro cercano, de 'Cartas a Mercedes', el epistolario que el autor dedicó a quien fue su musa.

El empeño de Carrión tiene el empuje de lo que ella misma considera «una obligación moral». «Mi deseo, desde que terminé mi tesis doctoral con 26 años, es que los lectores puedan acceder a los textos de Miguel Espinosa de una forma moderna, pero sobre todo, gratuita», y quería, añade, «aportar mi granito de arena».

Lo ha hecho ya con cada uno de los libros que, con anterioridad, han visto la luz, y vuelve a hacerlo ahora con una reedición que no solo revisa y actualiza en forma el texto del autor de 'Escuela de mandarines', sino que aporta un vasto material inédito en el que se incluyen distintas versiones de un mismo capítulo o apartado, así como correcciones manuscritas, todas ellas realizadas por el autor. «El lector va a poder ver cómo evoluciona la escritura de Espinosa, y también el hombre», todo «un lujo» y «una oportunidad única», cree Carrión.

Son en torno a 500 páginas de manuscritos que se añaden a las 700 de la obra original, a las que no solo se puede acceder de manera gratuita, sino que también se pueden descargar. En ellos se observa «cómo cambian los personajes, la forma y la distribución de los capítulos, o cómo Espinosa pasa de la tinta verde a la azul y después a páginas mecanografiadas». Esta nueva reedición de 'Escuela de mandarines' cuenta con el visto bueno del hijo del escritor, Juan Espinosa, quien, afirma la editora, puso a su disposición «todas las versiones, ediciones y manuscritos» de esta obra: «Me dejó elegir libremente aquellos textos que he creído más relevantes», aunque, puntualiza, la impulsada por El Eremita «es una edición viva a la que, con el tiempo, iremos incorporando más material».

Entre los textos que sí verán la luz próximamente –la editorial prevé realizar el anuncio del lanzamiento el próximo día 29, con motivo de la efeméride de San Miguel, y poner la obra a disposición del lector el lunes 4 de octubre, coincidiendo con el aniversario del nacimiento del escritor– figuran tres versiones de la dedicatoria a Mercedes redactada por Espinosa al inicio de la novela, sobre la que fue limando su escritura, desechando frases y buscando la palabra exacta; pero también borradores de su «discurso sobre la corrupción» o el capítulo «'Reto a la Enigma'», señala Carrión.

«Espinosa revisaba continuamente sus textos, de ahí que hayan nacido tantas versiones. Buscaba la perfección», y ello queda reflejado en el amplio espacio temporal en el que fue gestando su obra, cuya primera redacción comenzó en 1954. Hasta su término en 1972, pasaron 18 largos años, señala la editora, quien cree que «si hubiese vivido más, habría realizado más cambios. ¡Hasta la última versión, la que publicó en 1974, tiene correcciones!».

La obsesión de Espinosa por volver una y otra vez a sus escritos da cuenta de un hombre, define Carrión, que «amaba la palabra» y que, sobre todo, «tenía una gran fe en su obra»: «Una persona que no cree en la verdad de lo que está escribiendo es incapaz de estar tantos años cuidando un mismo trabajo».

Muestra, además, la evolución personal del escritor, reflejada en el personaje principal del libro, el eremita, en el que «hay –detalla Carrión– una pequeña contradicción»: «Este eremita predica el sosiego, la calma, la templanza, pero él es muy apasionado y, a veces, muy duro con los ortodoxos. Con el tiempo vamos viendo, sin embargo, cómo hay una mayor armonía entre lo que el pesonaje dice ser y lo que es. Misteriosamente, en la tercera versión, el eremita se convierte en alguien mucho más sereno; no hay odio hacia los mandarines, se sitúa por encima de las doctrinas y toda la crítica al poder y a las instituciones la pone en boca de otros personajes... Conforme va cumpliendo años, Espinosa se da cuenta de que el poder, queramos o no, va a seguir ahí, con otro rostro, pero ahí. Se da cuenta de que es muy difícil luchar contra el poder».

«Siempre se ha dicho que 'Escuela de mandarines' es una obra inaccesible y muy dura, pero en ella hay mucho humor. Es un canto a la vida y a la palabra; contiene alegría, ironía y, sobre todo, armonía», defiende Carrión, para quien acceder a los manuscritos de Espinosa le ha permitido conocer más a un hombre que «a todos escucha y con todos dialoga; que a nadie acalla y con todos se implica». «Era una persona a la que le gustaba estar rodeado de gente, de lo contrario le habría resultado imposible describir el mundo como lo hizo».

La obra del autor caravaqueño mantiene hoy «toda su vigencia». «Aunque se sitúe en una época determinada; se ha dicho siempre que describe la sociedad del franquismo, todo lo que cuenta trasciende el momento concreto. Él habla del poder, de la inocencia, de cómo buscamos lo material cuando ya nos hemos pervertido... El amor al poder existía hace 3.000 años, y seguirá existiendo mientras exista el ser humano. Y esa es la grandeza de 'Escuela de mandarines', que podemos trasladar su texto a cualquier época; y por eso, él, estaba tan seguro de su obra», apunta Carrión, a quien la pasión por esta edición le llevó este verano a visitar el Valle de Tabladillo, lugar donde arranca el libro y donde nació Mercedes Rodríguez, su musa. «Allí fui a seguir los pasos de Miguel Espinosa para poder reflexionar sobre esta edición. Fue –confiesa– emocionantísimo».