Jerónimo Tristante: «Vi a Carles Francino en una escena dramática y pensé: '¡Este es Víctor Ros!'»
El escritor y el actor que protagoniza la ficción televisiva lanzan la nueva novela, «una clásica aventura decimonónica»
Las dos personas que mejor conocen a Víctor Ros son el novelista Jerónimo Tristante, su inventor, y Carles Francino, el actor que ha dado vida ... al detective en televisión y un lector meticuloso. En la presentación 'online' de 'Víctor Ros y los secretos de ultramar', trepidante continuación de la saga inventada por Tristante (Murcia, 1969), Francino afirmó ayer que ha disfrutado del reencuentro con la aptitud detectivesca de aquel chico de La Latina. Esa capacidad, ese amor por la modernidad, que vemos al principio con el teléfono y al final con los rayos X... ese cabalgar entre lugares como España, Cuba y Nueva York, es «precioso», afirmó Francino, dispuesto a encarnarlo una y mil veces más en futuras entregas: «Sería un placer volver a interpretar a Víctor Ros y llevarlo por los confines del mundo».
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Miguel Ángel Rodríguez Matellanes, director de Algaida, celebra la vuelta de Víctor Ros, «cuya sombra es alargada», enfatizó Tristante, autor de una docena de novelas. Este es el sexto título que aborda las peripecias de Ros, «un personaje que ya se me escapa, que ya no es tuyo con dos millones de espectadores» en sus emisiones televisivas. 'Nunca es tarde' y 'Secretos' fueron las novelas que precedieron a 'Víctor Ros y los secretos de ultramar', que nos conduce a la Cuba del XIX, una obra que exigía una mayor documentación, señaló Tristante. Aunque no ha visitado La Habana, reconstruyó sus ambientes y su atmósfera echando mano de planos. «Es un decorado perfecto para esta novela», señaló el murciano. Para Matellanes, estas nuevas andanzas conservan «esa intriga, esa investigación policiaca y esos componentes románticos» que hemos encontrado en anteriores entregas: «Jerónimo le ha cogido afición a los viajes, y en esta ocasión obliga a Ros a cruzar el Atlántico, a Cuba, donde hay una artista implicada en la desaparición de su amigo Martin Roberts».
Tristante dio ayer algunas pistas del proceso creativo y del argumento. «Para luchar contra los malos no te puedes comportar como un pardillo». Tiene claro que hay madera para dar continuidad a la ficción televisiva. El padre de Víctor Ros reconoce que «adaptar una novela es algo muy difícil, lleva un montón de posibles contingencias (reparto, financiación...), son vehículos distintos para contar una historia. No es lo mismo que te cuenten una historia alrededor de una hoguera que en un videojuego o en una serie de televisión», incide.
¿Cómo era aquella ciudad de La Habana tan lejos de la metrópoli? «La Iglesia permitía los matrimonios mixtos y era cada vez más avanzada porque los americanos metían cada vez más la patita». Tristante define esta obra como «una clásica aventura decimonónica» ambientada en aquella Cuba de 1885, previa al gran desastre de 1898, que tenía miles de vicisitudes, «y no digamos ya lo que suponía internarse en la manigua». «Esa preciencia de Víctor Ros, cómo empieza a hacer ciencia forense, me priva como biólogo. Hacer ciencia en ese momento era como hacer magia pura».
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Tristante sucumbe al erotismo de Cuba, como tantos españoles lo hicieron en aquella Habana que era fundamentalmente masculina: «Eso le chocaba mucho a los que iban de Europa, porque las damas españolas no tenían nada que ver con aquellas mujeres que poblaban aquel lugar, tan lejano de la moral asfixiante que reinaba aquí». Ese «ambiente colorido y abierto» está reflejado en esta novela. ¿El deseo de Tristante? Que el inspector pueda seguir teniendo larga vida, como ansían los lectores y los espectadores: «Ahora Víctor Ros es Carles Francino, que es un actor como la copa de un pino, entre otras cosas porque hace mucho teatro. Yo lo vi primero en una escena dramática y pensé: '¡Este es Víctor Ros'!».
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