Alberto Chessa: «Prefiero mil veces antes la bondad que la inteligencia»
'Palabras para luego', su nuevo poemario, lo presentó ayer en la UMU y este domingo lo hará en La Montaña Mágica de Cartagena
Lo reconoce, y lo cuenta en 'Se ofrece poeta': «No sé plantar un árbol. / No sé prender un fuego. / Jamás me hablé con las estrellas. / Apenas si comprendo el mar. / No hay oficio del hombre que domine ni tarea que ejerza con maestría. / Estos versos son mi única contribución al mundo. / El mismo mundo que a la vez los riega y los abrasa». Son todos versos de 'Palabras para luego', de Alberto Chessa (Murcia, 1976), poemario editado en la colección Signos de Huerga y Fierro Editores. Chessa, poeta y traductor cuya voz, ¡una joya!, utiliza en creaciones publicitarias, documentales y audioguías, presentó ayer su nueva obra, en solitario, en la Universidad de Murcia (UMU), y este domingo, acompañado del también poeta Juan de Dios García, lo hará –a las 13.00 horas– en la librería La Montaña Mágica de Cartagena. Si van a la presentación, dense el gusto de pedirle que recite estos versos: «Bulle mayo en el río. / Se escucha de los pájaros la sangre. / En la corriente se adivina / un venaje de miel, / sin aspavientos, / la luz hace su nido».
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–¿Por qué ha presentado 'Palabras para luego' usted solo en Murcia?
–Había apalabrado con mi amigo y escritor José Óscar López que lo presentaríamos juntos. Su muerte [en marzo] no lo ha hecho posible, y ni se me pasó por la cabeza sustituirle después de que nos diera el mayor de los disgustos. He leído un cruce de correos muy rico entre ambos a propósito de 'Palabras para luego'. De alguna manera... ha estado presente. Tenemos que sobrevivir sin él como podamos. Coincidíamos en muchas cosas y teníamos una visión de la vida bastante similar, por ejemplo en la defensa de que todo en la creación está continuamente reinventándose y nosotros también tenemos que estar dispuestos a hacerlo. Él definió este poemario como «un libro sobre el segundo nacimiento».
«Es un poemario en defensa de las palabras frente al raquitismo del lenguaje»
–¿Usted está bien?
–Pues, a riesgo de acopiar enemigos, porque ya sabe que la plenitud no se perdona, la verdad es que estoy en un momento bastante bueno que, además, coincide con una inevitable madurez biológica [sonríe]. Hace nada cumplí 48 años, y tengo muy claro que la felicidad hay que seguir, como le decía, reinventándola, y que eso te obliga a ser responsable, en el sentido de que tienes que aplicarte en merecértela.
–¿Cómo?
–Tiene que ver con ser buena gente. En ese sentido, me reclamo cada vez más machadiano. Hace años era mucho más impresionable ante la erudición ajena, el manejo fabuloso de la ironía, la oratoria brillante...; ahora, por supuesto que prefiero una conversación rica a otra inane, pero prefiero mil veces antes la bondad que la inteligencia.
–¿Qué le está resultado una aventura?
–Mis hijas van a cumplir diez años este verano, y ya no son solamente dos enigmas, dos jeroglíficos, ya las puedes empezar a desentrañar. Son dos criaturas a las que adoro, pero necesitaba ya entenderlas, saber quiénes son, y ese descubrimiento me está abrumando en el mejor de los sentidos.
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–¿En qué se reconoce aplicado?
–Cultivo con deleite la amistad, me siento muy honrado de tener unos cuantos amigos que son indispensables en mi vida.
Ignorancia
–El deporte.
–Precisamente, el día de mi 48 cumpleaños, el 28 de abril, lo hice corriendo mi primera maratón completa en Madrid. Me reté a mí mismo, conseguí correrlo entero y eso vale mucho [ríe]. Cuando escuché decir al atleta keniano Eliud Kipchoge [Princesa de Asturias de los Deportes 2023] que «quien es capaz de culminar una maratón completa, es capaz de hacer cualquier cosa en la vida», me quedé con esa frase y me dije: '¡Yo quiero hacer cualquier cosa en la vida!'. En cuatro horas hice 42 kilómetros y 195 metros. Corriendo se produce, si te vas preparando correctamente, algo misterioso: hay un momento en el que superas una especie de barrera del sonido mental y ya no piensas en nada.
«Son dos criaturas a las que adoro, pero necesitaba ya entenderlas, saber quiénes son»
–'Palabras para luego'.
–Es un poemario en defensa de las palabras frente al raquitismo del lenguaje que impera en nuestra sociedad en muy diversos ámbitos, incluido el académico. Y no se trata sólo de la pobreza del lenguaje que se maneja, sino también de algo que nos debería preocupar a todos porque a todos nos concierne: el uso fraudulento que hacemos de él en un momento en el que se están asumiendo, sin combatirlas, las 'fake news'. Debemos cuidar las palabras, sus significados, la información que nos dan, el arma que son frente a la ignorancia, su utilidad para entendernos, como una forma de resistencia ante toda pretensión de engaño –se están multiplicando– que intente manipularnos.
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