Las imágenes del mañana por la IA

Salvador Molina Amores explora la «transformadora travesía» del último astronauta que retorna al mundo rural como acto de esperanza. A través de imágenes evocadoras, captura esa transición desde el vacío de su espacio hacia la exuberancia de la naturaleza. Esta serie de imágenes invita a reflexionar sobre la importancia de reconectar con la tierra, promoviendo así un futuro sostenible y armonioso.

Carmen Saorín Villa presenta una visión única de cómo la inteligencia artificial influirá en cada aspecto de la industria, incluyendo la ropa. No lejos de lo que ya se ha podido ver en filmes como 'Black Panther', la serie 'Fallout,' o la estética afrofuturista de Beyoncé se puede vislumbrar a través de estas imágenes. Un mundo donde los robots no solo modelan la ropa, sino que también la eligen y la diseñan.

Rocío Castellanos Aznar, a través de una serie de imágenes en blanco y negro, refleja una ciudad arrasada por el apocalispsis, donde las sombras devoran cualquier atisbo de esperanza. Las luciérnagas mutantes se erigen como destellos de vida en ese universo de penumbra, irradiando luces resplandecientes que desafían la desolación reinante. Entre los escombros y las ruinas, «su danza luminiscente es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, la belleza y la esperanza pueden encontrar un camino».

Lucía Olivares Auñón apuesta por una serie de imágenes en las que arquitecturas famosas como la Torre Eiffel o la Sagrada Familia son el objeto de estudio. En un futuro no tan lejano, la Tierra ya no será un lugar donde se pueda echar raíces.

Los grandes volúmenes de basura y contaminación empujarán al ser humano a buscar un plan B: un nuevo hogar. Sin poder remediar la situación, el planeta se convierte en un vertedero, donde paisajes naturales y ciudades son devoradas por la imprudencia y ansia de consumo del ser humano.

María José Pérez Conesa apuesta, a través de la inteligencia artificial, por la infraestructura y la vegetación, una serie de fotografías vívidas en donde, en un futuro próximo, la relación entre vegetación y humanidad habrá alcanzado a un nivel de simbiosis futurista. La naturaleza y la tecnología convergen en una danza armoniosa; la flora abraza los muros construidos por el ser humano, convirtiéndose en compañeros inseparables. «En el año 2100, las flores serán nuestros aliados en la construcción del futuro próspero».