'Una ilusión' muestra en el Museo Gaya las obras más queridas de la colección 'Morales & Virgili'
Muchas de las piezas expuestas son de artistas con los que ha trabajado y mantenido amistad el galerista y marchante murciano Emilio Morales
Una mujer duerme plácidamente. Desnuda. La observamos en silencio, no quieres despertarla. Fue dibujada por Aurelio en 1956 utilizando tinta y papel, y el resultado ... puede contemplarse hasta el 12 de julio, formando parte de la exposición 'Una ilusión. Colección Morales & Virgili', en el Museo Ramón Gaya, en Murcia. Un conjunto de obras, todas muy queridas por el matrimonio formado por Elena Virgili y el galerista y marchante Emilio Morales, creadas por autores, en su mayoría murcianos, que también en bastantes ocasiones entablaron amistad con ellos. Estamos ante una colección atravesada de confidencias, brindis, abrazos, viajes, penas, largas cenas de verano, despedidas...
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Obras festivas como 'La romería de San Eugenio' (1910), óleo sobre lienzo de Inocencio Medina Vera. Y esos paisajes para adentrarse en ellos como los que encontramos en 'Paisaje' (1965), óleo sobre lienzo de Vicente Viudes; 'Paisaje nevado' (1969), óleo sobre lienzo de Sofía Morales; 'Paisaje, 2001', óleo sobre tabla de Nico Munuera; o esa delicia de óleo sobre papel, titulado 'Mar del Norte' (1930), que nos muestra unas sencillas casas en la orilla pintadas por Luis Neu.
La exposición muestra majestuoso al 'Perro dormido' que pintó en 1950 con acuarela sobre papel Ramón Pontones, y ofrecer contemplar las figuras con sombrero que Benjamín Palencia compuso en tinta sobre papel en 1929, y que son tan parecidas en sencillez y encanto a las que LA VERDAD eligió para ilustrar la portada del número especial que dedicó a celebrar los cien años de su histórico 'Suplemento Literario' (1923-1926).
Y es imposible no detenerse ante el 'Retrato de Pedro Flores' -lápiz y pastel sobre papel- que firmó en 1966 el artista plástico ciezano José Lucas, fallecido en octubre de 2023, justo un año antes que otro artista irrepetible, Antonio Ballester, al que admiraba y apreciaba, presente también en 'Ilusión' con su obra 'Guitarrista', una acuarela sobre papel firmada en 1984.
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Esta colección de 'Morales & Virgili' es, como indica el periodista Ángel Montiel, gran amigo de la pareja, «un relato trazado a capricho, pero no un capricho banal, sino condicionado en el deleite que provoca la más pura creatividad, ese impulso interior de los diferentes artistas que lleva a elegirlos porque nos acercan a la belleza absoluta, al misterio de lo inefable».
El artista plástico y director del Museo Gaya, Rafael Fuster, que ha comisariado la muestra junto al propio Morales, destaca que la pareja «se han hecho un merecido hueco en el arte en la Región de Murcia, convirtiéndose en irremplazable». Ambos miembros de familias de artistas -él sobrino de Sofía Morales y ella de Vicente Viudes-, desde siempre se han relacionado con creadores de todas las disciplinas y han desarrollado una gran pasión por el arte. Recuerda Fuster que «en 1976 se conocieron y juntos fundaron la Galería Albor, con gran ayuda en los inicios -siempre difíciles- de Andrés Peláez (el mismo al que Gaya dedica uno de sus textos más acertados, 'Carta a un Andrés')». Más adelante abrirían la Galería La Ribera, junto a la torre de la catedral de Murcia y donde José Lucas protagonizó algunas muestras gloriosas, y tras su cierre dieron paso a una galería en Balsicas, que conoció exposiciones tan reseñables como la que tuvo como invitado al gran Rafael Canogar. «Realmente, lo más agradable en la profesión de galerista es la posibilidad y la capacidad para descubrir... El hallazgo de una obra inesperada, a un artista distinto», suele repetir Morales, quien durante sus viajes a México para investigar la labor creativa en ese país de Ramón Gaya, y adquirir obra suya, «descubrió a Ramón Pontones y a muchos artistas españoles que desconocía, como Miguel Prieto, Enrique Climent..., grandes autores que habían quedado en el olvido», cuenta Fuster.
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Relaciones humanas
La colección de arte de Morales & Virgili se reparte entre las casas del matrimonio y de sus tres hijas, hijas Carlota, Elena y Sofía. Emilio Morales sonríe cuando recuerda lo que su tía Sofía, cuyas obras se contemplan siempre con gran placer, pensaría de él cuando era niño: «Como todo el mundo, ella pensaba de mí que era un desastre total, porque era un mal estudiante y tenía tantas inquietudes y quería hacer tantas cosas que, como dice el dicho, el que mucho abarca, poco aprieta. Pero creo que, también, le gustaba mucho que fuese muy vivo». Morales la contempló muchas veces «inquieta por conseguir captar la luz del momento sobre el lienzo, algo que lograba con una facilidad pasmosa».
«Conozco muchas de las piezas de su propiedad y si tuviera que definir cual es el hilo conductor entre ellas», precisa el pintor, escultor y escenógrafo Ángel Haro, «diría que es su amor a los artistas y la necesidad de estar rodeados de belleza». Una de las mejores cualidades de su colección», prosigue, «es que muchas de las piezas han sido adquiridas cuando los artistas empezaban su trayectoria o pasaban un momento difícil, y eso la convierte en algo más que un simple escaparate del buen gusto». «Es la huella física de una relación humana con los artistas que constata una empatía con sus virtudes y necesidades», constata Haro, también presente en 'Una ilusión'.
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