La filósofa murciana Josefa Ros Velasco. Mariana Frutos

Josefa Ros Velasco | Filósofa

«Te falta un tomate y te da vergüenza pedírselo al vecino porque no lo conoces»

La murciana, autora de 'La enfermedad del aburrimiento', preside la primera asociación científica y cultural del mundo para su estudio

Jueves, 6 de abril 2023, 00:10

Lo dejó dicho Kierkegaard: «Los dioses se aburrían y por ello crearon a los hombres. Adán se aburría porque estaba solo y por ello fue ... creada Eva...». ¿Y así sucesivamente? La filósofa Josefa Ros Velasco, autora del ensayo 'La enfermedad del aburrimiento' (Alianza Editorial), lleva años investigando, y divirtiéndose mucho haciéndolo, sobre este tema que nos afecta a todos. En 2021 fundó la International Society of Boredom Studies, la primera asociación científica y cultural del mundo para el estudio del aburrimiento, de la que es presidenta.

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–¿Qué tiene de positivo el aburrimiento?

–El que se aburre pronto empieza a ser consciente de que algo no va bien y desea cambiarlo. Cuando nos aburrimos, reaccionamos y nos damos cuenta de que en nosotros se está produciendo un desprecio de lo presente. Eso ya es un principio.

PROBLEMA

«Lo peor es que te aburra tu trabajo, que tu trabajo te aburra puede ser ya el colmo de los colmos»

–¿Para combatirlo, qué error cometemos?

–Mirémonos: necesitamos hacer mil cosas a la vez y, finalmente, no estamos satisfechos con ninguna. No podemos estar sin hacer nada y, al mismo tiempo, tampoco conseguimos concentrarnos en una sola cosa y disfrutarla de verdad.

–¿Por qué mil cosas?

–Porque estamos ansiosos por no desperdiciar el tiempo, pero al mismo tiempo esa ansiedad no nos deja disfrutarlo. Tenemos solo una vida, y no queremos que se nos pase, que al final del camino sintamos que la hemos desperdiciado, que no la hemos explotado al máximo. Pero, claro, si no manejamos bien que somos finitos podemos caer en una frustración permanente.

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–¿Y cómo no caer?

–Dejando de estar en el aquí y ahora pensando en un futuro no se sabe dónde y no aprovechando el momento, que es único. Es necesario reajustar nuestras expectativas y darnos cuenta de que la forma de disfrutar verdaderamente de una experiencia es comprometiéndonos con ella al cien por cien, sin estar preguntándonos cosas como '¿y si en vez de aquí estuviese allí?', '¿y sin en vez de estar haciendo esto estuviese haciendo lo otro?', y así.

–Abundan las denominadas personas multitarea.

–Tengo la sensación de que caemos en esa multitarea por ese miedo a enfrentarnos al vacío, a quedarnos, de repente, a solas con nuestros pensamientos y empezar a revisar nuestra propia vida; no queremos hacernos preguntas sobre nosotros mismos, no queremos evaluarnos, ni preguntarnos por el sentido de nuestra propia vida. Por tanto, entiendo también que tratemos de llenar el tiempo de que disponemos de cuantas actividades se nos presentan por el camino, incluso de varias de ellas al mismo tiempo. Lo entiendo pero, repito, esto no tiene sentido porque al final no vives ninguna con plenitud y te vas quedando una y otra vez como a medias, con un regusto amargo.

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El dios del dinero

–¿Y el origen de cuanto plantea?

–Algo tiene que ver que hayamos perdido ese marco metafísico que nos ha acompañado durante tantísimos siglos. Y lo peor de todo es que es irrecuperable, lo peor es que ese 'pack' de respuestas que, por ejemplo, en todos los planos te ofrecía el cristianismo, que te ponía delante de la verdad y te decía lo que hacer y lo que no, lo que está bien y lo que está mal, etcétera, ya no le interesa a muchísima gente. Cierto es que andamos todos un poco desangelados.

ERROR

«Mirémonos: necesitamos hacer mil cosas a la vez y, finalmente, no estamos satisfechos con ninguna»

–¿Que sí interesa, entonces?

–Muerto el dios de los cristianos, hemos abrazado el dios del capitalismo, el dios del dinero. Tiene sus ventajas, pero son muchos más los inconvenientes, incluido el carecer de un marco de referencia metafísico que nos ofrezca respuestas. ¿Y qué estamos haciendo? Intentando crear nuestro proyecto de vida centrado en nosotros mismos; hablamos de la absoluta autoafirmación del hombre, pero ya no como a principios de la modernidad, refiriéndonos a la autoafirmación de la raza humana, sino de cada hombre en concreto, cada uno con su pequeño proyecto concreto, que incluye como mucho a tu familia y a cuatro amigos, mientras que el resto te da igual. Lo que quieres es que nadie te fastidie.

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–¿Y a partir de ahí?

–Por mucho que tú quieras hacer siempre lo que te dé la gana, y lo procures con todas tus fuerzas, formamos parte de un engranaje que, sin duda, funciona mejor utilizando la empatía que el egoísmo. Nos necesitamos, no nos queda otra. Parece que nos hemos olvidado de eso.

–¿Intenta hacer siempre lo que le da la gana?

–Yo estoy a caballo entre aprovecharme de la comodidad que te ofrece el neoliberalismo, y el vivir con preocupación cómo se está deteriorando la convivencia con los demás; hemos llegado a que te falta un tomate para la paella y te da vergüenza pedírselo al vecino porque no lo conoces. Yo soy de La Alberca, los vecinos se preocupaban unos de otros, se echaban una mano y se ayudaban con gusto, y ese aprendizaje no se me olvida. Deberíamos practicar más la empatía para empezar a reconectar unos con otros; por ejemplo, promoviendo más actividades intergeneracionales porque, esta es otra cosa, en las casas se han perdido las figuras de los abuelos. Y en parte es lógico, porque somos madres y padres cada vez más tarde y, por tanto, cuando el niño ya tiene una cierta edad los abuelos ya han muerto; y, en cualquier caso, si no han muerto estarán en una residencia porque nosotros tenemos que trabajar todo el día y no podemos cuidar de nuestros padres en la casa.

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–Proponga algo.

–Ilusionémonos por mejorar el entorno en el que vivimos, que es algo por lo que también nos hemos despreocupado.

–¿Usted se aburre?

–A veces sí; me cuestan mucho las relaciones sociales, me aburren mucho las conversaciones de la gente y también mantenerlas yo por cortesía.

–¿Lo peor qué es?

–Lo peor es que te aburra tu trabajo, que tu trabajo te aburra puede ser ya el colmo de los colmos.

–¿Qué aburrimiento puede resultar peligroso?

–El aburrimiento que nos provocan los políticos, que han conseguido ya agotarnos. Y, en se contexto, resulta más fácil, y ahí está lo peligroso, abrazar lo desadaptativo, lo extremista, lo explosivo que te venden nuevos partidos que se sostienen en lo hastiados que están muchos ciudadanos. Abrazas una ruptura radical y lo haces sin ningún pudor, apoyando a un Santiago Abascal o a un Pablo Iglesias, que no sé cuál de los dos está en el extremo peor.

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