Recreación mediante IA de los elefantes de colmillo recto caminando hace 100.000 años por dunas, estampa similar a la descubierta en Cabo Cope por los investigadores. Francisco Giles Muñoz

Encuentran huellas fósiles de grandes mamíferos en Calblanque y Cabo Cope

Rastros de elefantes, ciervos rojos, lobos y équidos en las dunas certifican que hubo un bosque húmedo hace 100.000 años en el litoral de la Región

Miércoles, 22 de octubre 2025, 22:56

El sorprendente hallazgo fue fruto del «juego de la ciencia», lo describe Francisco Jiménez Espejo, geólogo del Instituto Andaluz de la Tierra del CSIC ... y uno de los autores de la investigación 'Nuevos yacimientos de huellas de vertebrados en los últimos depósitos dunares interglaciares de la costa de Murcia (sureste de España): ¿corredores ecológicos para elefantes en Iberia?', publicada por la revista científica de alto impacto 'Quaternary Science Reviews'.

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Un equipo de investigadores portugueses y españoles, liderado por el geólogo luso Carlos Neto de Carvalho, coordinador científico del Geoparque Mundial de la Unesco Naturtejo (Portugal), estudió el hallazgo «casual» y descubrió «los primeros yacimientos de huellas de vertebrados cuaternarios en la costa de Murcia», de hace unos 100.000 años, en las dunas fósiles de Cabo Cope y Calblanque.

Las huellas, estudiadas mediante trabajo de campo detallado primero; y mapeo geológico, fotogrametría digital, reconstrucción paleoambiental y análisis morfométricos, después, permitieron a los científicos identificar la presencia de elefantes de colmillos rectos ('Palaeoloxodon antiquus'), ancestros del lobo, grandes artiodáctilos –probablemente ciervos rojos–, équidos y mustélidos de tamaño mediano, como la garduña ('Martes foina') –aún presente en Calblanque–, en los sistemas de dunas fósiles de Calblanque (Cartagena) y Torre de Cope (Águilas), así como datos sobre su comportamiento.

El arenal cartagenero ofrece aún las condiciones estructurales básicas para que la garduña siga, incluso después de cientos de miles de años de cambios ambientales y climáticos

Los estudios realizados permiten asegurar a los investigadores que, en el Pleistoceno Superior y durante el último periodo interglaciar, existió, «a lo largo de la costa sureste de la Península Ibérica, un ecosistema de bosque mixto con especies adaptadas al bosque que prosperan cerca de dunas estabilizadas».

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Imagen de la zona de Calblanque en una jornada de campo que hizo el equipo de investigadores. Jorge Gutiérrez

En concreto, las huellas de elefante fueron encontradas en Torre de Cope y, según los científicos, «sugieren el uso de playas y sistemas de dunas como rutas de viaje vinculados a movimientos estacionales» y destacan «el papel de los paisajes costeros mediterráneos como corredores ecológicos para la megafauna, con implicaciones para los neandertales», que, aclaran, se movían persiguiendo a sus presas, como demuestra la presencia de yacimientos cercanos a los rastros hallados en la costa mediterránea peninsular, concreta Miguel Cortés, catedrático de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla.

Notable flexibilidad ecológica

También la existencia de elefantes habla de que la zona gozó de «condiciones climáticas templadas y húmedas, con bosques mixtos y ecosistemas costeros estables». Y, aunque las dunas costeras no son su hábitat habitual, «la presencia de 'P. antiquus' indica un uso transitorio entre áreas boscosas cercanas y fuentes de agua o alimento», detalla el director de la investigación Neto de Carvalho. Y explica Cortés que, en estas zonas litorales, «desembocan los principales ríos y buena parte de los manantiales de las sierras prelitorales ibéricas». Unos recursos que facilitaban la existencia de ecosistemas muy ricos y diversos, y que permitían, aprovechando los cursos de ríos y arroyos, penetrar al interior «trazando una red de vías de comunicación fundamental para la movilidad de fauna y humanos».

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La presencia de pisadas de proboscideos indica el uso transitorio de la costa como corredor entre áreas boscosas y fuentes de agua

Además, permite ampliar la zona geográfica que se conocía que esta especie ocupaba «hacia las costas mediterráneas del Sureste ibérico y sugiere su notable flexibilidad ecológica para aprovechar hábitats diversos».

De difícil conservación

Según Muñiz, los yacimientos de icniofósiles de mamíferos registrados en dunas no son muy frecuentes, pues «requieren condiciones de conservación únicas».

La información que estos rastros aportan «es notable, pues pone la Región de Murcia en el 'mapa' de los yacimientos de huellas pleistocenas costeras», ya que es el primero de estas características para el Pleistoceno de la Región. De hecho, en ausencia de huesos u otros restos, las huellas fosilizadas son el único registro de la presencia de animales o plantas en un lugar: «La información obtenida es directa y nos permite tener una mayor visión sobre la fauna que habitaba por entonces, entender las relaciones ecológicas, posibles migraciones y su relación con la especie humana existente en ese momento», abunda Muñiz.

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Huellas de mustélido -identificado como garduña- (izq., arriba y abajo); de elefante (arriba dcha.) y de artiodáctilo -ciervo rojo- (abajo dcha.).

Diferencia este profesor de la Universidad de Sevilla entre huellas aisladas y rastros, «conjunto de tres o más pisadas de un animal al desplazarse», y especifica que, durante el estudio, se han encontrado «rastros de mustélidos (de hasta 10 huellas) y de elefantes, así como huellas aisladas de mamíferos carnívoros del tipo lobo y de herbívoros como ciervos y caballos».

En este caso, «nos lleva a imaginarnos un paisaje de dunas, con notable vegetación, animales como garduñas caminando durante la búsqueda de alimento, manadas de imponentes elefantes de colmillo recto atravesando estas dunas y vegetación, ciervos y caballos, y depredadores como lobos al acecho de estos herbívoros. Un paisaje que nos lleva a otros entornos actuales parecidos y cercanos en las costas del sur peninsular», describe el paisaje de la Región hace en torno a 100.000 años Muñiz Guinea.

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«Este mosaico se asemejaría hoy a lugares como el Parque Natural de Doñana (Andalucía) o el Parque Regional de Calblanque (Región de Murcia), donde se alternan playas, cordones dunares, pinares litorales y áreas de matorral mediterráneo», ejemplifica Neto de Carvahlo, ya que, en aquella época, un clima más húmedo y cálido favorecía una vegetación más densa y la presencia de grandes herbívoros y sus depredadores.

Resiliencia y plasticidad

Y destaca que la garduña sigue habitando hoy el Parque Regional de Calblanque. «A pesar de las variaciones climáticas y los cambios del paisaje desde el último interglaciar, Calblanque mantiene aún un mosaico ambiental parecido: zonas boscosas, matorral mediterráneo y espacios rocosos o dunares donde la garduña encuentra refugio y alimento. Esta persistencia indica que la especie posee una gran plasticidad ecológica, capaz de adaptarse a transformaciones del entorno sin abandonar su nicho generalista».

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Según el análisis de la información recopilada, los investigadores interpretan la coexistencia de sus huellas fósiles y su presencia actual como «una forma de resiliencia ecológica local: el área de Calblanque ha seguido ofreciendo las condiciones estructurales básicas —cobertura vegetal, abrigo y disponibilidad de presas— que permiten la continuidad de especies medianas como la garduña, incluso tras más de 100.000 años de cambios ambientales y climáticos».

Archivo vivo del planeta

Los investigadores, explican, notificaron la existencia de estos yacimientos a Patrimonio Cultural para que los proteja, pues «este tipo de yacimientos tienen mucho peligro de expolio y vandalismo». Como recuerda Carlos Neto, «estos rastros son parte del archivo vivo del planeta: testigos de la continuidad y adaptación de la vida. Conservarlos significa proteger la memoria ecológica de la Tierra, una referencia indispensable para entender cómo los seres vivos –humanos incluidos– pueden resistir, adaptarse o desaparecer frente a las transformaciones ambientales».

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  1. «El estudio de este mundo más cálido da pistas de hacia dónde se dirige el planeta»

En el Eemiense -el último periodo cálido que vivió el planeta, hace unos 120.000 años-, el clima fue algo más cálido que en la actualidad y, en nuestra región, un aumento de la temperatura se asocia a un aumento de precipitaciones. «Un Mediterráneo más cálido emite más humedad a la atmósfera y, por lo tanto, más precipitaciones, lo que permitió la expansión de bosques húmedos en un ecosistema típicamente mediterráneo y una enorme riqueza de microclimas y ecosistemas que soportaron una enorme biodiversidad», explica el geólogo del CSIC en Granada Francisco Jiménez Espejo.

No duda en avanzar que el estudio de este mundo más cálido «nos da pistas de hacia donde se dirige nuestro planeta de continuar el actual calentamiento global. En concreto, en la costa de la Región de Murcia, lo que vemos es que empezó a formarse calcita porque la temperatura marina permitió que precipitara este mineral. El color blanco de las dunas fósiles se debe a que la costa se convirtió en una costa tropical, similar a las Bahamas. Entre los fósiles encontrados, hay caracolas marinas que hoy se encuentran en el Golfo de Guinea o en Senegal», describe Jiménez Espejo.

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De estas observaciones, los investigadores deducen que «el Mediterráneo se tropicalizó, y eso es lo que ya se empieza a ver, con especies marinas de ambientes cada vez más cálidos desarrollándose en el Mediterráneo. Nosotros señalamos ado nde nos llevará el actual calentamiento, pero corresponde a otros tomar las medidas oportunas en caso de que sea imposible que lo países se pongan de acuerdo para reducir las emisiones de gases invernadero», alerta este geoquímico experto en paleoclimatología.

  1. Un hallazgo casual único entre juegos científicos

Francisco Jiménez y Jorge Gutiérrez, geólogos y amigos desde la carrera, pasaban hace un par de años un día con sus familias en Calabardina cuando se produjo el hallazgo «casual». «Después de ver la zona minera de Cuesta de Gos y de comer un riquísimo asado de pulpo en Marina de Cope, fuimos a rebajarlo», explica Jorge.

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Sus hijos, Darío, Jorge Manuel e Ismael, «comenzaron a jugar por la zona y les explicamos que era una duna fósil -«un afloramiento que se extiende hasta Puntas de Calnegre», apunta Jorge-, una superficie muy antigua», detalla Francisco. Serían las seis de la tarde y era invierno: «Con la luz oblicua los detalles se ven mejor», apunta Jorge.

«Mira, esa parece una huella de tigre y esa de ciervo», señalaban los tres chicos. «Y Francisco les daba claves en las que fijarse para distinguir una huella de verdad de la erosión», relatan. Jugando con la ciencia, «descubrieron lo que resultó ser un yacimiento de icnitas fósiles de macrovertebrados con mucho potencial», celebran los progenitores, que tomaron fotos y comunicaron el hallazgo al grupo de trabajo especialista en icniofósiles El grupo planteó la campaña de investigación de campo en Cabo Cope y Calblanque, donde también un año antes el investigador Noel Moreira había descubierto icnitas.

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