Isidoro Solís (1888-1918). En la lápida de la familia Solís Latorre figura por error Isidro, cuando su nombre es Isidoro. Archivo de López Delgado | José López Almagro

La doble mala suerte del poeta murciano Isidoro Solís

Literatura ·

Murió demasiado joven y, según Juan Guerrero Ruiz, en los años 20 «no ha surgido en las letras murcianas, ninguna voz tan llena de armonía como la suya, de poeta verdadero»; en el sepulcro donde yace en el cementerio de Nuestro Padre Jesús de Murcia su nombre figura por error como Isidro

Miércoles, 1 de noviembre 2023, 01:24

Isidoro Solís (Murcia, 1888-1918) fue paradigma de «poeta verdadero», según lo definió Juan Guerrero Ruiz el 9 de septiembre de 1923 en la Página ... Literaria de LA VERDAD. Pero tuvo la doble mala suerte de morir joven, a punto de cumplir 30 años, «—a la edad en que murió Shelley—, en la plenitud de su talento», y, por si fuera poco, de ser sepultado por equivocación bajo otro nombre, Isidro, en el cementerio de Nuestro Padre Jesús de Murcia. Pese a los empeños de unos pocos admiradores, como la familia del académico Juan Antonio López Delgado (Real Academia de la Historia y Real Academia Alfonso X El Sabio), en restituir su nombre original en el sepulcro familiar, lo cierto es que Isidoro Solís, muerto hace más de un siglo, yace enterrado en Murcia en completo y definitivo olvido. «Poeta parnasiano olvidado», se refiere Francisco Javier Díez de Revenga, catedrático emérito de Literatura de la Universidad de Murcia en uno de sus escritos.

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Portada del libro 'Isidoro Solís', de Juan Antonio López Delgado.

Decía Guerrero Ruiz en sus pequeñas notas literarias, al evocar en el quinto aniversario de la muerte su «dulce memoria», que el modernista Isidoro Solís Latorre fue «un delicado poeta murciano», fallecido «cuando la formación de su espíritu —lograda en la soledad estudiosa de su vivir apartado— podía empezar a darnos una cosecha espléndida de flores». «Sobre un fondo de cultura clásica, su cultura moderna era garantía de la perfección de su labor futura, avalorada por su clara inteligencia y el gusto exquisito que Solís tenía en literatura y en todos los motivos intelectuales que constituían su única ocupación y deleite», evoca.

La «humilde y desconocida tumba del gran Isidoro Solís» está situada en la Zona 1, número 199, del cementerio de Nuestro Padre Jesús y se conserva en muy mal estado actualmente

Para el abogado y letrado promotor de los autores del 27, a quien García Lorca llamaría «cónsul general de la poesía», Solís fue «un claro ejemplo del vivir solitario, recogido y oculto del poeta», rodeado de muchos libros y pocos amigos. «Su modestia y exacto sentido de las cosas le hacían huir de muchas vanidades sociales, y así mientras otros se alzaban con los éxitos de certámenes y veladas, él desde su retiro sonreía irónico, con aquella ironía suya, aguda y fina». Guerrero Ruiz destacaba de su obra, un volumen póstumo de versos, 'Ofertorio sentimental', «publicado en 1919 merced al cuidado de un amigo fiel». Sin embargo, estima Guerrero, «lo publicado no da idea exacta del valor que alcanzaba este poeta».

«En estos años que van pasados desde su pérdida», asegura Guerrero Ruiz, «no ha surgido en las letras murcianas, ninguna voz tan llena de armonía como la suya, de poeta verdadero».

La fecha correcta de su nacimiento, según pudo demostrar López Delgado en su libro 'Isidoro Solís' (1999) fue un 14 de junio de 1888, y no otras que han utilizado escritores murcianos cuando han hablado sobre este gran poeta. El historiador aportó su partida de bautismo en el libro. La «humilde y desconocida tumba del gran Isidoro Solís», recuerda José López Almagro, director ejecutivo en la agencia de publicidad Grupo Graphic y director del documental 'Eduardo Rosales y Murcia', está situada en la Zona 1, número 199, del cementerio de Nuestro Padre Jesús y se conserva en muy mal estado actualmente.

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El escritor onubense Juan Ramón Jiménez envió un libro dedicado para que Juan Guerrero Ruiz lo llevara a la tumba del poeta Isidoro Solís, «si puede ser dentro, y que el tiempo lo pudra con él»

A modo de curiosidad, recuerda López Almagro, hijo de Juan Antonio López Delgado, «Juan Guerrero Ruiz, en su libro 'Escritos Literarios', le dedica un artículo titulado 'Isidoro Solís' dividido en tres párrafos: »Su muerte«, »El entierro« y »Su gloria« y en el que relata que Juan Ramón Jiménez, [del que Guerrero era su secretario personal y mejor amigo], le enviaba un libro para que lo llevara a la tumba del poeta»:

Mi querido amigo: su carta me trajo una gran pena, pero de esas que no rehúye uno [...] Le mando esos ejemplares. El de Isidoro Solís, para que se lo ponga usted en su tumba; si puede ser, dentro; si no, fuera; y que el tiempo lo pudra con él.

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Su amigo.

Juan Ramón Jiménez.

Recuerda López Delgado en su libro que el poeta y profesor Jorge Guillén supo, porque así se lo confió, que Juan Guerrero Ruiz no consintió naturalmente que allí se perdiese tal autógrafo y sustituyó aquel ejemplar por otro.

En la lápida de la familia Solís Latorre figura por error Isidro, cuando su nombre es Isidoro. José López Almagro

La concejal de Bienestar Social, Familia y Salud del Ayuntamiento de Murcia Pilar Torres accedió a la petición de al menos corregir el nombre de Isidoro Solís Latorre en el localizador de sepulturas de la web del cementerio, un gesto agradecido por José López Almagro en sus redes.

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Poemas en LA VERDAD

En las páginas de LA VERDAD, con motivo del quinto aniversario de su muerte, la Página Literaria dio en 1923 uno de sus poemas, 'Serenidad', que define su hondura lírica, una invitación a aceptar el fin de la vida:

Ten entre el hondo estruendo de la vida,

noble quietud; son paz, cumbre y abismo;

y en tu hogar interior no haya encendida

sino una tenue llama por ti mismo.

Odio y amor son notas disonantes

de tu grave armonía indiferente;

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ciega de tu corazón, como una fuente,

para que no la enturbien caminantes.

Como un monje ante el libro de oraciones

recogerás meditativa el alma

ante las cosas suaves como unciones

que rimen con el ritmo de tu calma.

Senderos de luar en los remansos,

por los que anda el misterio tan sin huellas;

vago correr de los arroyos mansos

que se llevan, flotando, las estrellas;

crepúsculos de pálidos destellos,

campos amortajados por la nieve,

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otoños en que el cielo llanto llueve,

rictus mortales en semblantes bellos.

Huerto cerrado a todas las miradas,

para cortar mejor sus floraciones,

no dejarás salir transparentadas

ni la más turbadoras emociones.

Si más que tu alma tu dolor es fuerte;

si un pesar sin consuelo tu alma ahoga,

imperialmente, oculta hasta la muerte

en los pliegues cesáreos de la toga.

Y cuando así tu vida hayas vivido,

podrás serenamente contemplar

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esa gran sombra de donde has venido

y adonde pronto habrás de retornar.

***

En el Suplemento Literario (1923-1926) la figura de Solís fue recordada en dos ocasiones con la publicación de otros dos poemas: 'Treno' (en la muerte del eximio maestro), dedicado a Rubén Darío, ilustrado con un retrato de Vázquez Díaz, aparecido el 2 de marzo de 1924: «Se ha mustiado el liróforo de más sutil fragancia, / se ha rasgado la clámide de la ática elegancia, / se ha extinguido el acento de la ibera arrogancia (...)». Y el 28 de septiembre de 1924 aparece 'Leyendo...', poema de Solís dedicado a Ricardo Gil: «(...) en la bruma de un muerto crepúsculo lluvioso / he llorado leyendo tu libro doloroso... / A tu 'Caja de música' esta ha sido mi ofrenda». Cada vez que aparece el nombre de Solís en estas páginas los editores le adjuntan una cruz antes de la firma.

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