Descubren un nuevo topillo en Quibas
Describen un género y dos especies de roedores de hace entre 1,8 y 1 millón de años y que convivieron con los primeros grupos de humanos europeos en Orce
Los yacimientos de Quibas (Abanilla) y Fuente Nueva 3 y Barranco de León de Orce (Granada) acaban de aportar un poco más de luz a ... la biodiversidad del sureste peninsular. Investigadores del Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (Iphes) de Tarragona y la Universidad de Granada han publicado hace unos días en la revista internacional 'Comptes Rendus Palevol' el descubrimiento de un nuevo género de roedor que vivió entre hace 1,8 y 1 millón de años. «Se trata de un arvicólido, es decir, el grupo que incluye los topillos y las ratas toperas», explica Pedro Piñero, codirector del Yacimiento Paleontológico de Quibas, junto a Jordi Agustí, y ambos coautores del descubrimiento.
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Los dientes de estos nuevos topillos empezaron a aparecer en 1993 en Orce y en 2000 en Quibas, pero, detalla Piñero, «aunque nos parecían distintos, ha habido que reunir una colección lo suficientemente amplia para constatar que no era una anomalía de algunos individuos y poder describir el nuevo género y las dos especies». Con los 80 dientes de Fuente Nueva 3 y Quibas, han podido identificar el nuevo roedor, hasta ahora desconocido para la ciencia. Y detalla Piñero que, en este caso, son el primer molar inferior y el tercer molar superior los que les han permitido determinar la especie, «por su gran variabilidad y por ser los más diagnósticos».
Así, el anteriormente conocido como 'Mimomys oswaldoreigi' es ahora 'Manchenomys oswaldoreigi', creen que endémico del sur peninsular, porque no se ha hallado en ninguna otra área geográfica, y que vivió entre hace 1,8 y 1,4 millones de años.
Esta es la primera especie del nuevo género 'Manchenomys', bautizado así en honor al que fuera director de Quibas entre 2000 y 2009 por los investigadores Jordi Agustí, Pedro Piñero, Iván Lozano y Juan Manuel Jiménez-Arenas. El nuevo género incluye también una nueva especie con registros fósiles en Quibas, 'Manchenomys orcensis', descendiente de 'M. oswaldoreigi' y fechado hace entre 1,4 y 1 millón, cuando se extinguió. Esto lo convierte en un indicador biocronológico muy preciso.En este caso, los paleontólogos han dedicado el hallazgo a Orce, donde están las evidencias de ocupación humana más antiguas de Europa (entre 1,4 y 1,2 millones de años), con los que convivieron.
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Según explican, este nuevo género de topillos cuenta, como peculiaridad diferencial, con dientes de crecimiento continuo y sin raíz. «Una estrategia evolutiva para sobrevivir a las nuevas condiciones climáticas, un periodo de enfriamiento del Pleistoceno inferior, en el que los bosques subtropicales fueron sustituidos por paisajes más abiertos con praderas herbáceas», detalla Piñero. Por lo que el crecimiento continuo de los dientes dio a estos roedores una ventaja para su supervivencia, ya que la hierba es un alimento muy abrasivo y produce un gran desgaste en los dientes, aclaran los investigadores, que creen que también los emplearon para excavar galerías en las que refugiarse del frío y de los depredadores.
Un testigo de los cambios climáticos
Los pequeños vertebrados son, en los yacimientos paleontológicos y paleoantropológicos, uno de los más claros bioindicadores para conocer los cambios climáticos que se producen y hacer una datación precisa. Pero, además, «la historia evolutiva de los topillos es muy interesante y está estrechamente ligada a los cambios climáticos del pasado», lo que permite analizar la repercusión que estos tienen en la evolución de las especies. En este caso concreto, el clima del Plioceno (hace 5,3 a 2,6 millones de años), más cálido y húmedo que el actual, hizo que los roedores dominantes fueran ratones y hámsteres. Sin embargo, con el comienzo de las edades de hielo (hace 3 millones de años), comenzaron a extinguirse y fueron reemplazados por los topillos, compatibles con climas más fríos y áridos, de paisajes más abiertos y praderas herbáceas «un alimento muy abrasivo, que desgasta profusamente los dientes». Así, estos topillos fueron desarrollando dientes cada vez más altos y algunos llegaron, incluso, a perder sus raíces. Esta estrategia evolutiva les proporcionó molares de crecimiento continuo, una ventaja adaptativa. «En este contexto aparece 'Manchenomys', que evolucionó a partir de 'Mimomys'. El roedor sobrevivió 800.000 años», conviviendo con los primeros humanos de Europa, aunque «acabó extinguiéndose hace un millón de años».
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