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Manuel Pérez posa delante de su obra 'El desafío', expuesta para la muestra 'Llueve fuego' en el Centro Párraga. Kiko Asunción/ AGM

Lo contrario a la indiferencia

La exposición 'Llueve fuego' de Manuel Pérez en el Centro Párraga, que se clausura esta semana, busca «hacer reflexionar» al espectador «para que no se vaya igual que entró por la puerta»

Martes, 1 de julio 2025, 01:19

Lo de 'Llueve fuego' podría hacer referencia a la torrija en forma de lava volcánica que chorrea estos días sobre nuestras cabezas. Lo mismo ya ... nos avisaban Astérix y Obélix cuando temían que el cielo les cayera encima y no les hacíamos ni caso, y nos reíamos. Pero no. Esa es otra historia. Entonces, ¿qué significa ese fuego que el artista Manuel Pérez ha querido precipitar en su exposición en el Centro Párraga de Murcia? «El fuego es un símbolo que representa la consumación de algo. Puede ser destructivo, porque destruye la materia. Pero también la recicla, y puede ser un punto de inflexión para un cambio. Un elemento purificador», explica Pérez (Murcia, 1976), que abordó el proceso creativo de estas obras mientras lidiaba con un momento personal «muy duro», reconoce.

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El fuego que quería salir de su alma y ha tratado de reflejar con sus pinceles y su paleta de colores no solo traslada esa encrucijada personal, sino «la preocupación por todo lo que estamos viviendo: una época complicada llena de injusticia y plagada de guerras, con el tema del cambio climático, la deriva de la política, donde parece que el villano es el héroe... El maltrato a la naturaleza y la propia naturaleza del ser humano. El egoísmo, la falta de solidaridad. Vivimos una crisis global de valores», subraya. Uno de los pájaros de mal agüero que más le sobrevoló la cabeza durante el proceso creativo era «la herencia que le vamos a dejar a las generaciones futuras, la huella que vamos a dejar en este mundo». Y en eso ha tenido mucha parte de responsabilidad su reciente paternidad. Fue perder Manuel Pérez a su padre, y ser padre Manuel Pérez. Profundas experiencias vitales en un breve espacio de tiempo. «No sé si es compromiso o empatía con lo que le hace el ser humano a este mundo o a otros seres humanos, a otros seres vivos», reflexiona. Pero haber sido padre y haber perdido a su padre, admite, le ha dado un buen cambio a la visión que tiene del mundo y de la manera en la que habitamos en él. «Son ciclos de la vida. El saber que estamos aquí de paso», recuerda.

Todos estos trazos se pueden encontrar hasta este jueves 3 de julio en el Centro Párraga, pero siempre «desde la perspectiva de que la preocupación que te atormenta puede hacerte cambiar y ser mejor». A él, por ejemplo, como le ha sucedido con su carrera artística, esto le ha valido «para ser mejor persona».

El Apocalipsis en latín

Ganador de varios premios a lo largo de su carrera, Manuel Pérez conoció a un grupo de música justo cuando le encargaron esta exposición y estaba barajando la temática sobre la que iba a tratar la muestra. «A toda exposición le debería acompañar una banda sonora», explica Pedro Medina, investigador y docente en Cultura Comtemporánea, autor del texto de presentación de la muestra. «Una posible para 'Llueve fuego' podría ser el 'Burning down the house' de Talking Heads. La canción empieza con un «¡cuidado!» y termina con un significativo «combatiendo el fuego con fuego», jalonada por estrofas como «Mi casa / es extraordinaria / así es / no pretendo causar ningún mal / pero hay cosas que al alma arrastran sin igual», para volver siempre al conocido estribillo «quemando la casa».

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«Vivimos una crisis global de valores; el arte es un arma de cambio, es curativo y terapéutico», recuerda el artista, que durante el proceso creativo perdió a su padre pero también fue padre

Sin embargo, Manuel Pérez lo tuvo claro cuando conoció al grupo de música Kamer Twee. «Sus letras en latín anuncian un Apocalipsis que en la sala de exposiciones toma forma como horizonte nuclear o en bosques de cenizas, como consecuencia de la guerra, la contaminación o la avidez humana, bajo la mirada de unos cuervos en sus márgenes, para anunciar el mal agüero que se cierne sobre todo. Ello indica que, tras la destrucción, no vendrá una nueva aurora, sino el desconsuelo de una sociedad en ruinas».

«Nunca me han gustado las exposiciones como meras muestras de cuadros colgados en la pared», señala Manuel Pérez. Por eso, 'Llueve fuego' –comisariada por Carlos Salas– se plantea como una auténtica experiencia inmersiva donde también tiene cabida un vídeo con la música de Kamer Tree –formado por MJ Climent (Los Alambres) y Ana Lana (Listas Futuristas)–, producido por Carmen Rivera y David Delgado, de la Escuela de Arte de Murcia, con foto fija de Ginés Alemán. Una melodía inquietante y hasta incómoda que acompaña al espectador durante todo el recorrido por unas obras que llegan a absorber y casi secuestrar a quien las contempla. Porque los cuadros tienen unas medidas enormes (hasta tres metros de alto por seis de largo en algunos casos), de esas que le hacen a uno transportarse directamente a otros mundos dentro del lienzo. El propio artista disfruta «construyendo desde dentro del cuadro las diferentes escenas que forman parte del conjunto», algo que también hace que Manuel Pérez empatice con las emociones que después traslada a la sala de exposiciones.

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«Mi idea con estos cuadros era poder emocionar, hacer reflexionar a quien se acercara a estas obras. El objetivo principal que yo busco es lo contrario a la indiferencia», recalca. «Que nadie se vaya por la puerta igual que entró por ella. Darle un meneo y que cambie algo en su vida». Difícil que alguien salga de esta exposición sin haber echado 'un pensado', como se suele decir. Sin sentir que le han tocado la fibra creaciones como 'El bosque de cenizas', o 'La montaña rusa', o 'La expectativa'. «Crear un conflicto interior para que algo cambie y hacer reflexionar. Porque el arte tiene que ver con eso, principalmente. El arte es un arma de cambio. Es curativo y terapéutico», recuerda Pérez.

Como dice Pedro Medina, «estamos a la intemperie y sabiendo que toda chispa alberga el germen de una fatal explosión. Por ello, hay que activar las medidas que sean necesarias para evitar que nuestra casa arda sin remisión».

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