Lone Fleming: «Nunca he pensado en mí como una leyenda; me parecía algo del pasado»

–¿Hace mucho que no viaja a la Región?

–¡Muchísimo! Quince o veinte años. Siempre he querido volver, lo que ocurre es que mi marido ya está mayor, tiene 96 años, y viajar es un poco difícil.

–Un premio como el que le concede el Festival Sombra, después de una trayectoria tan dilatada, ¿cómo se recibe?

–Con una gran emoción porque es el Premio Leyenda. Nunca he pensado en mí como una leyenda, porque he entendido que esa palabra hace referencia a algo pasado, y es por eso por lo que me da mucha alegría que también sea presente. Me hace muchísima ilusión, de verdad.

–¿Qué le gusta de este certamen?, ¿lo conocía?

–No lo conocía, pero tengo muchas ganas de ver las películas. Me quedo hasta el domingo y tengo intención de ver todas la que pueda.

–¿Cuándo y por qué le atrapó el cine de terror?

–Empecé haciendo comedia, hasta que un día Amando [Ossorio] llamó a mi agente; creo que alguien le dijo que me había visto en un anuncio de lavadoras [ríe]. Cuando le conocí, estuvimos charlando un buen rato. Él era pintor, y yo también había pintado y hecho escultura, por lo que congeniamos muy bien. Después de un rato, me dijo: 'Perdona, el papel es tuyo'. ¡Yo no me lo podía creer! Esa fue la primera vez que hice terror y me pareció muy divertido. En este tipo de películas ocurren cosas que normalmente no suceden en otras, y eso me gusta, aunque es cierto que me cuesta más verlas que hacerlas.

–Entre las películas que ha realizado, el festival destaca 'El ataque de los muertos sin ojos', de Amando Ossorio. ¿Qué recuerda de aquella cinta?

–'El ataque' fue la segunda película que hice. Salía en escena con una estaca de fuego para salvar a mi hija –en la ficción–, y acababa muriendo [ríe]. Pero para mí esta no fue mi película más destacada, sino 'La noche del terror ciego', porque fue a partir de ahí cuando descubrí que me encantaban las películas de miedo.

–¿Qué ha sido una prioridad en su carrera?

–Sobre todo, ser profesional. Para mí eso ha sido siempre lo más importante.

–¿Tiene la sensación de que lo ha conseguido?

–Sí. Todos los directores con los que he trabajado saben que una vez que digo 'sí', pueden contar conmigo.

–¿Hubo decepciones?

–Eso nunca lo pienso. Para mí todas mis películas, aunque en ellas haya hecho papeles pequeños o secundarios, han sido importantes. Cada cosa tiene su importancia, por pequeña que sea.

–¿Sigue contando con el cariño de sus seguidores?

–¡No puedes imaginar cuánto! Me levanto muy temprano para atender a mis fans, que ya se han convertido en amigos. Me llaman de todo el mundo y siempre, siempre, estoy en contacto con ellos. Para mí los fans son un regalo enorme y creo que hay que cuidarlos. Yo dedico dos horas todos los días a escribirles y a responder sus comentarios.

–¿Cómo ha sido su experiencia como directora?

–[En 2017] Hice 'La virgen descalza', y es una pena porque podría llevarla, pero creo que no hay tiempo para ponerla. Fue una de mis mayores ilusiones. Un sueño. Vino a casa un chico de Úbeda y no recuerdo por qué le di a leer el guion. Me dijo: '¿Por qué no lo terminas y lo rodamos en Úbeda?', y accedí. Él puso el equipo y yo pedí un 'crowdfunding', que conseguí, aunque después tuve que poner más dinero para pagar a todo el mundo. Siempre lo he hecho, porque el trabajo hay que respetarlo. Ahora, en septiembre, voy a rodar con un amigo otro que se llama 'Eres una hija de puta'.

–¿Qué más tiene pendiente?

–La semana pasada estuve haciendo de una jefa mafiosa en una película de Kike Narcea, 'Id viniendo', y también he tenido la gran suerte de rodar con Raúl Cerezo 'Viejos', en la que hago de vieja vieja [ríe]. Este mes de junio, de momento no tengo nada, porque tengo que operarme de cataratas. Y después, ya veremos.

–¿Qué lección le ha dado la vida?

–Que hay que ser siempre cariñosa, honesta y no pensar tanto en uno mismo, sino en los demás; cuando puedas, claro, porque a veces no se puede. Creo que ese ha sido mi cometido y estoy contenta con eso.

–¿Y el cine?

–La misma [lección].