Andrés Lima: «Brindaría por el fin de la violencia y del racismo»
El actor, director de escena y dramaturgo madrileño, Premio Nacional de Teatro 2019, imparte esta semana en Cartagena un curso de interpretación
Sus montajes 'Prostitución', con Carmen Machi, Nathalie Poza y Carolina Yuste, y 'Shock I (El Cóndor y el Puma)', escrito por Albert Boronat, Juan Cavestany, ... Juan Mayorga y él mismo, son dos de los espectáculos con mayor éxito entre público y crítica de las dos últimas temporadas. En la Región, se pudo disfrutar de ambos en los teatros Romea y Circo, en Murcia; y Guerra, en Lorca, el pasado 2020. 'Shock II. La tormenta y la guerra' es su última creación; también un trabajo colectivo escrito a partir del libro 'La doctrina del shock', de Naomi Klein, que relaciona crisis con el avance del capitalismo, y en el que repiten Boronat, Cavestany y Mayorga. Con él, adelanta Andrés Lima (Madrid, 1961), estarán en la Región este otoño. Actor, director de escena y dramaturgo premiado con el Nacional de Teatro en 2019 y cuatro galardones Max a la mejor dirección teatral, para Lima el teatro «es ponerse en el lugar del otro, en el tú y no en el yo». Desde el lunes, imparte en Cartagena un curso en la Escuela Internacional de Interpretación del Mediterráneo, organizada por La Murga Teatro con la colaboración del Ayuntamiento de Cartagena y la Escuela Municipal de Teatro.
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–¿Ha adquirido la escena un significado distinto tras la vuelta de los teatros?
–Cuando comenzó la pandemia me preguntaron por la importancia del teatro en estos tiempos de Covid y me remití a una entrevista con Heiner Muller, uno de los mejores autores de teatro que ha dado el siglo XX. Él decía que no sabía exactamente cuál era la importancia del teatro, o incluso su utilidad en la sociedad actual, y proponía un experimento: suprimir durante un año toda la actividad teatral de un país para ver qué sucedía. Lamentablemente, ese experimento ha sido real. En España, los teatros han estado cerrados durante muchos meses. Y en esta vuelta, en la medida en la que se están incrementando los aforos, estoy notando una asistencia comprometida mucho mayor por parte del público. La gente está llenando los teatros porque necesita de ese encuentro social que le proporciona y está siendo muy emocionante.
«La gente está llenando los teatros porque necesita del encuentro social que esto le proporciona»
–Pese a todo, persiste la incertidumbre. ¿Se acostumbra uno a trabajar con la duda?
–El ser humano se acostumbra a cualquier cosa, pero eso no quiere decir que no haya que estar alerta. Tenemos que seguir propiciando que el encuentro con el público sea cada vez más habitual, y no solo por el teatro, sino porque la cultura que propone la pandemia y, a la vez, muchas multinacionales de plataformas audiovisuales es la de estar en casita sin relacionarnos, sin salir a la calle y sin disfrutar del encuentro; y eso es un peligro, porque la socialización es necesaria.
–¿Qué le interesa del teatro?
–El teatro en sí, como juego, como entretenimiento y, también, como modo de expresión. A la hora de mirar el mundo que te rodea es, además, una buena manera de hacer autocrítica y de ejercitar la memoria; recordar lo que nos ha sucedido y reflexionar sobre ello al representarlo.
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–Si tuviera que hacer autocrítica de todo lo vivido en este último año y medio, ¿qué diría?
–La gente, el ciudadano de a pie, se ha portado muy bien, incluso, a veces, excesivamente bien. Si es necesario vacunarse, se vacuna; si no hay que salir de casa, no sale... En general, creo que hemos funcionado muy bien. La parte crítica es que, a pesar de todo, esto no nos ha ayudado a ser más empáticos con el resto del mundo. Está claro que los países menos vacunados son los más pobres y que vamos a seguir teniendo miedo y fobia a lo que viene de fuera. Nos faltaría mayor empatía y, sobre todo, que esta pandemia no ayude a recluirnos más en nuestras casas y en nosotros mismos. El teatro es ponerse en el lugar del otro, en el tú, y no en el yo.
«El coronavirus está siendo un shock pero todavía no sabemos sus consecuencias reales»
–¿Qué se sube al escenario con cada uno de sus montajes?
–Una mirada que pretende reflejar el mundo y un montón de preguntas. En 'Prostitución' se suben las prostitutas para hablar de ellas, las actrices se ponen en su lugar después de haber conocido sus problemas; y en 'Shock' se sube la historia reciente y el sistema en el que vivimos.
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–¿A qué preguntas le interesa dar respuesta con 'Shock II'?
–El espectáculo no ofrece respuestas, plantea preguntas: sobre cómo somos o cuál ha sido nuestro comportamiento a lo largo de la Historia. 'Shock II' se centra en un periodo concreto como es la guerra de Irak, en la cual España participó. Cómo fue ese conflicto, sus causas, sus motivos o sus falsos motivos son aspectos que podemos analizar con la distancia para preguntarnos sobre lo que ocurre hoy y la posibilidad de que vuelva a pasar algo parecido. Este segundo montaje arranca con Margaret Thatcher. Su figura nos sirve para explicar cómo se instala la revolución conservadora en la que, de alguna manera, todavía seguimos inmersos, porque el sistema capitalista neoliberal se va reforzando cada año. Ahora habrá que ver si el coronavirus supone algo parecido. Desde luego, un shock está siendo, aunque todavía no sabemos sus consecuencias reales.
Desde dentro
–¿Habrá que esperar?
–A veces también es interesante hablar desde dentro. Según la doctrina del shock, cuando el ciudadano está desorientado es cuando se implementan las medidas neoliberales, y es cierto que el desconcierto que hay alrededor del coronavirus va a ser utilizado por la gente que tiene mayor poder económico. No ha sido raro que Estados Unidos, Inglaterra e Israel fuesen los primeros países en tener un elevado porcentaje de población vacunada.
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–¿Qué le asusta de ese escenario?
–El neoliberalismo es el paraíso de los que más tienen y menos van a repartir entre los más desfavorecidos. No me gusta que ni mi país ni mi cultura vaya hacia esa deriva y me asusta mucho el aislamiento que supone de la gente.
–¿Cuál sería un motivo para la celebración?
–Conseguir acabar con la violencia. Me parece de una sociedad cavernaria el que todavía exista el odio por el que es diferente. Habría que acabar con ese envalentonamiento de posturas radicales cada vez más racistas y más homófobas. Brindaría por el fin de la violencia y el racismo. Y del coronavirus.
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