La sinfonía celestial

Existen dudas sobre el periodo en el que fue compuesta la Novena Sinfonía, pero en cualquier caso, estamos frente a un Franz Schubert en los últimos meses de su corta existencia y que no pudo presenciar su estreno, que llevaría a cabo con gran éxito Félix Mendelssohn once años más tarde.

Para hablar sobre música, hoy nos sentamos dentro de la sección de violas de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, junto al atril de Diego Nieves Molina, uno de sus integrantes más recientes. Este murciano de treinta años reconoce que, como muchos violistas, empezó tacando el violín, pero cuando probó la viola decidió cambiar de instrumento con el apoyo de su profesor.

La formación de Diego ha sido cuidada por personas importantes como Manuel del Buey, Katarzyna Grenda y Paul de Clerck: «Ellos son los que me han formado técnica y artísticamente. Pero también destaco a Manuel de Juan, mi profesor de música de cámara, del que aprendí cómo debía ser un músico».

En la sección de violas de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, Diego Nieves tiene el papel de tutti y nos cuenta como se organizan internamente en cada concierto: «Como en el resto de secciones de cuerda, hay dos categorías, el solista que ocupa la primera silla y el resto de violas que vamos rotando en nuestras posiciones en cada programa. El solista marca la disciplina del grupo, es decir, la manera de tocar que debemos imitar los demás. Además, él se comunica con el resto de secciones (violines, chelos...) y con el director».

En la Sinfonía número 9 en do mayor, «La grande» D.944, perteneciente al periodo romántico, las violas juegan un papel más relevante que en épocas anteriores. Diego explica que su sección tiene un especial protagonismo más allá del habitual cometido rítmico y armónico: «Yo destacaría la introducción del primer movimiento, donde hacemos un solo con los chelos que es de gran belleza».

Las dificultades que conlleva la interpretación de la Novena de Schubert pasan por aspectos técnicos como la articulación y la afinación que en esta composición quedan muy expuestos. Este intérprete aclara que, a diferencia de obras posteriores, en «La grande no existen los problemas de coordinación rítmica propios de la música Stravinsky, ni los de ensamblaje de gran densidad de la de Brahms o Mahler, pero esta sinfonía de Schubert te obliga a mantener una técnica muy limpia para lograr la depuración estilística».

Schubert en su Sinfonía número 9 hace un guiño al folclore húngaro en los dos primeros movimientos y delata su sangre vienesa en el tercero, pero Diego Nieves destaca las referencias en el cuarto movimiento a la Novena Sinfonía de Beethoven: «Es inevitable dar un respingo al reconocer el tema de la Oda a la Alegría e invito al oyente a estar pendiente del momento en la que éste aparece».

Diego se formó en Murcia como violista, graduándose en 2016 en el Conservatorio Superior de Música Manuel Massotti Littel y ampliando sus conocimientos dos años más tarde en el Real Conservatorio de Bruselas donde cursó el Máster de Viola con Paul de Clerck. Además de su formación como músico de orquesta, ha desarrollado una extensa actividad camerística reconocida con un tercer premio en el Festival Musiq'3 de RTBF de Bélgica. Sobre cómo es un día normal en la vida de un músico, nos relata que su trabajo consiste en acudir a los ensayos matutinos y al concierto al final de la tarde, además del estudio en casa para preparar las obras con suficiente antelación: «Aunque tenemos horarios un tanto raros y periodos de ensayos que varían mucho, hoy en día es fácil organizarse con el calendario preparado por la orquesta. Nuestro trabajo es bastante más común de lo que la gente piensa, incluido el café en la mitad de la mañana. En los periodos de descanso y en vacaciones procuro desconectar, pero es inevitable llevar la música en la cabeza y cuando salgo a pasear, tarareo de forma instintiva melodías que no logro ubicar».

Schumann calificó la Novena Sinfonía de Schubert como celestial por muchas razones. Para descubrirlas, no hay nada como escuchar una obra que siempre sorprende, ya que a lo largo de sus pentagramas aflora el alma de un compositor que alcanzó la maestría en plena juventud.