Vaya por Dios y por Ramón Tamames y por Susana Díaz Pacheco, qué casualidad: no tenía otra cosa que hacer Felipe González –eso sí: histórico, ... por muchos méritos propios, expresidente socialista del Gobierno hace ya mucho tiempo– que pasarse un rato por 'El hormiguero', en plena precampaña con Europa de fondo y España en carne viva, se supone que a divertirse un rato con Pablo Motos, ya que cada cual es libre de hacer con su tiempo lo que le apetezca. Pero resulta que no parecía esa la intención primera por la que visitó en esta ocasión el dulce hogar de Trancas y Barrancas, la de olvidarse unos minutos de oro de sus penas, reírse de lo lindo y tomarse una botella con Motos y en el último trago ya irse, a lo Chavela Vargas, que hay que ver lo perdidos que nos ha dejado, sobre todo a los argentinos. Pues no, González de lo que tenía ganas era de apoyar de todo corazón maduro a su partido, el PSOE, y de a pecholobo entregarse a darles muchos ánimos a los votantes socialistas y, ya de paso entre tanta juerga, a la izquierda española, dada la necesidad de que permanezca unida.
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González, ya, ya, dejándose la piel en pos de contribuir al fortalecimiento de la imagen de España en el exterior como un país consolidado democráticamente, y sensible y atento a la justicia social y ¡fiscal!, a las libertades individuales y, por supuesto, a que no sean pisoteados ni los derechos humanos, ni las minorías. Uy, dos apariciones más de González en 'El hormiguero', con sus correspondientes dos botellas más mano a mano, hasta ya irse en el último trago con Motos, y sería un hecho redondo el triunfo épico del PSOE en las elecciones europeas que 'ya están aquiiií', que diría la niña rubia de 'Poltergeist'. Vamos, un triunfo incontestable gracias al sevillano.
Va González a 'El hormiguero', de momento sin compartir audiencia con José Manuel Soto, aunque todo podría ser en un futuro cercano, y, en efecto, a divertirse un rato, que anda falta de cachondeo, y se despacha a gusto, entre pecho y espalda, no sólo contra Pedro Sánchez, actual presidente socialista del Gobierno, sino también contra Rodríguez Zapatero, anterior presidente, también socialista, de España. Lo hace con una inquina y con una –cuesta creer que consciente– temeridad, con la que muy bien se podrían haber expresado sus más extremos adversarios de la derecha, incluso de la derecha a la derecha. Si la pregunta es '¿qué se le pasa a González por la cabeza, por el sentido de la responsabilidad y por la ética del decoro?', ya les digo yo que una respuesta satisfactoria no la encuentran ni Steven Levitsky y Daniel Ziblatt juntos.
No lo tiene fácil el PSOE, ni Pedro Sánchez, ni la coalición de Gobierno, ni la mayoría parlamentaria de izquierdas, ni el sostenimiento al alza de las fuerzas progresistas en el Parlamento Europeo...; socios como Sumar y Podemos son de fiar, ay, lo justo y gracias, por no decir que a veces descolocan más que ver a Alberto González Amador con peluca –¡Berlanga, resucita!–; la verborrea sentimentaloide se expande desaforada y maniquea, devastando incluso cualquier análisis económico serio, y la derecha española tiene todo el derecho del mundo, faltaba más, a festejarse ya de antemano como ganadora de los nuevos comicios.
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Qué razón tenía el exministro Pío Cabanillas, tipo listo, cuando dejó dicho, sobre todo para la historia de nuestro país, su famosa exclamación '¡cuerpo a tierra, que vienen los nuestros!'. Es ver a González hoy y, por ejemplo, erizarse todo él José Vélez, como si no tuviese ya bastante con los disgustos que le provocan PP y Vox, que tienen a esta Región bien cogida por... los votos.
Retrato
Veamos, el presidente argentino Javier Milei –ningún país está libre de la desgracia, ni del ridículo–, aterriza en España en visita privada para apoyar a un partido político, en este caso Vox, pero el hecho hubiese sido igual de rechazable fuese el que fuese el partido español de sus amores, y de una forma tan irrespetuosa como antipática como impresentable, se mete a saco en política interna y descorcha un arsenal facilón de reproches, acusaciones e insultos que ofenden a millones de españoles. Ha encontrado en Pedro Sánchez su cabeza de turco preferida, no creo que cuando se vaya su país llore por él.
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Recordemos: cuando Nicolás Maduro decidió despacharse contra el expresidente popular José María Aznar, Zapatero no dudó, él sí que patriota, en pararle los pies, arropado por el '¿por qué no te callas?' famoso de Juan Carlos I. Milei dice que los socialistas son «basura, excremento humano». Y, sí, los hay que le ríen la gracia, se fotografían con él, se retratan a sí mismos.
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