No sé si su poema 'Oración' lo escribió Ana Blandiana en algún día de noviembre, que según García Lorca es un mes propicio para que ... guerreros de niebla hagan de los árboles catapultas. 'Oración' es un rotundo clamor que atraviesa los siglos y que contiene preguntas como esta dirigida a ese Dios «que a cada uno has enseñado algo distinto». La poeta quiere saber si tuvo remordimientos «porque a unos los hiciste víctimas y a otros verdugos». Sí eran de noviembre las caricias de un sol suave del que disfrutó durante una estancia en Cartagena, rodeada de escritores y atenta a no dejar escapar el afecto que recibía. Todavía ni se imaginaba que, hace unos días, recibiría la noticia de su distinción como merecedora del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024. En aquel noviembre lo importante era disfrutar del intercambio de experiencias, y no perder detalle del placer provocado por la calidez de la luz del mediodía sobre el rostro, cerrando a veces delicadamente los ojos, alzando como una ofrenda la cabeza, sentada, en una terraza, muy cerca del puerto que se abre a otras gentes de toda la Tierra.
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Le importa mucho Europa, la ama y le inquieta, conoce bien sus crisis, sus peligros, sus debilidades, pero también lo mejor de pertenecer a ella, tener su amparo, sumar esfuerzos, compartir culturas, no abandonar a los rezagados, estar en mejor forma para defenderse, sumar voluntades para el objetivo de mejorar todas las vidas, las economías...; sin descuidar el futuro. Otros muchos vendrán.
Sin perder la sonrisa te habla de esperanza en que un día Europa despierte, «se respete nuevamente a sí misma» y defienda sus valores fundacionales, que pasan por la solidaridad. Alerta contra la amenaza de que sea vencida, y no porque no tenga recursos, «sino porque no tiene fe», y no se refiere solo a una fe religiosa, si bien destaca que la fe religiosa es también «un componente importante».
Cree que Europa no tiene fe y que no respeta sus raíces, que Europa no cree en sí misma y que «los europeos no creemos en nada». Por eso, advierte, podremos ser vencidos «por cualquiera que crea en algo».
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Sí, por supuesto, lo tiene claro: «En la economía y en el dinero creen todos», pero, tiene razón, ni siquiera en eso Europa está en primer lugar. Ahí están los chinos, que creen con mucho más ardor en la economía. Tampoco eso es vida.
Me cuenta que una ocasión, estando en Padua con su marido –el escritor e historiador Romulus Rusan, su inseparable compañero desde 1960 y hasta el día en que murió–, un monje rumano les invitó a cenar con su comunidad. Había como veinte monjes, todos jóvenes, y ninguno era italiano. De los países del Este todos. '¿Cómo es que no hay ningún italiano?', preguntaron, y les dijeron que los italianos ya no quieren ser monjes. Sin duda, pensó, la fe resiste mejor cuando hay «persecuciones en su contra» que en una sociedad de consumo.
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En una ocasión observó a unos jóvenes patinando, y escribió el poema 'Sobre patines'. Si el lector se sube a sus versos recorrerá, sin edulcorantes, una realidad que también inquieta. «Ellos pasan patinando / con sus auriculares retumbando en sus oídos, / y los ojos clavados en las pantallas. / Sin advertir que las hojas caen, / que los pájaros se van. / Ellos pasan patinando, / mientras que por encima de ellos giran las estaciones, / las vidas, / los años y los siglos, / sin entender qué es lo que pasa».
Voces
Muchos de ellos votarán por vez primera para decidir qué voces, cabeza y corazón se escucharán en las instituciones europeas. Ana Blandiana es un nombre seudónimo que adoptó con 17 años, allá en 1957 en su Rumanía natal, donde conoció el comunismo de Ceaușescu y el anhelo permanente de querer ser libre. Hija de un sacerdote ortodoxo, preso político tras ser acusado de conspirar contra el 'sagrado' Estado dictatorial, la poeta convivió, intentando salir lo menos herida posible, con la vigilancia, la prohibición y la censura. De ninguna de las tres cosas estamos a salvo.
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Una Europa en la que hoy se habla más de guerras que de paz, y sobre la que el calentamiento global dibuja un mapa de hogueras donde irán ardiendo el clima y los recursos naturales, asistirá en julio al despegue histórico, con cuatro años de retraso, de su cohete 'Ariane 6', fruto del interés de no perder el tren de las comunicaciones y la ciencia al nivel más exigente. El cosmos nos espera lleno de interrogantes, y ojalá que de algunas respuestas útiles, pero de nada servirá todo el conocimiento acumulado que ha hecho posible el 'Ariane 6' si perdemos el tren de las poetas, los buenos samaritanos y los que vigilan generosos que no se seque la fuente de la convivencia.
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