Amancio Prada, sobre César Oliva: «Nos une el amor al arte vivo»
El cantante rememora junto al director teatral su primer acercamiento a San Juan de la Cruz, cuyos versos vuelve a cantar hoy en el Romea
Fue a principios de los ochenta. Había «un tipo raro», le habían dicho a César Oliva (Murcia, 1945), recuerda el director teatral, que «venía ... de París y hacía unas cosas muy bonitas». Por aquel entonces Amancio Prada (León, 1949) se presentaba en los escenarios junto con el grupo La Libélula. Él era ese «tipo raro» que aunaba voz y marionetas, y que, además, interpretaba versos de los clásicos: «Le conocí antes de que él lo supiera», afirma Oliva, sentado frente al artista. Han pasado cuarenta años de aquella primera coincidencia a la que se sucederían muchas otras, porque en cada festival, teatro o escenario que Oliva ha dirigido ha habido siempre un hueco para Amancio: «No es Alejandro Sanz, pero en Murcia tiene un público que valora el trabajo que hace con los clásicos», defiende el director del teatro. Esta noche volverá a reencontrarse con él.
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El Teatro Romea acoge –20.00 horas– una nueva versión del 'Cántico espiritual' de San Juan de la Cruz con el que Amancio Prada regresa a la ciudad, esta vez acompañado por la Orquesta Sinfónica de la Región (OSRM) y la Coral Discantus, dirigidas ambas por Fernando Velázquez.
«En todas las ocasiones en que nos hemos encontrado, San Juan de la Cruz ha sido una constante», le traslada Prada a Oliva. Están sentados frente a frente en torno a una mesa del 'hall' del hotel Rincón de Pepe, en Murcia. Les separa más de un metro de distancia. Charlan evocando tiempos ya agotados. Sonríen.
«Recuerdo aquel concierto en San Javier. Tenía miedo porque era la primera vez que cantaba al aire libre. Pero fue una noche serena, amable más que la alborada –vuelve a sonreír al rescatar palabras de San Juan de la Cruz–; y a la luz de la luna llena, como si me hubieras puesto un proyector delante», cuenta Prada a Oliva. «Allí hicimos buenas migas», responde el director de teatro.
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Volvieron a verse en Almagro –Oliva dirigió en un par de ocasiones el festival de teatro de San Javier y también el de la localidad manchega (entre 1983 y 1985)–, en Elche –el murciano fue responsable de su festival medieval– e incluso en Chicago: «¡Coincidimos en la cola para subir al avión en el que ambos volábamos a España!».
«Cuando les decía a mis compañeros que le estaba poniendo música al 'Cántico espiritual' me llamaban loco»
«Nos une el amor al arte vivo», resume Prada. «A mí me ha interesado mucho el teatro desde siempre. En España, las aficiones son generalmente muy estancas: los amantes del teatro no van al cine; los del cine no van a conciertos de música clásica... y yo no he sido así. Tengo una curiosidad muy grande. La música no solo se aprende en el conservatorio, sino yendo a una exposición, viendo una obra de teatro, leyendo. Lo importante es tener una formación lo más amplia posible; todo lo que vives y experimentas te ayuda a ponerte en el lugar del otro», reflexiona el cantante y compositor leonés.
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Comenzó, narra, a leer «de verdad» a San Juan en una buhardilla de París durante sus años de estudiante. Un compañero puso en sus manos el 'Cántico espiritual'. Entonces solía tocar la guitarra para acallar con acordes las voces que atravesaban la pared de su habitación, junto a la que residía, describe, «una francesita muy expresiva al hacer el amor con su novio»: «Cuando aquello acababa, porque todo acaba, yo seguía cantando, y entonces eran ellos quienes tocaban a la pared para que dejase de hacerlo». La lectura iba encaminada a silenciar su guitarra sin atender, quizá, que lo que en aquel libro se recogían eran cánticos; música callada.
«¿Adónde te escondiste amado / y me dejaste sin gemido»; «¡ay quién podrá sanarme!»; «vuélvete, paloma, / que el ciervo vulnerado / por el otero asoma», recita Prada mientras charla. «En aquellos años en los que yo descubrí a San Juan la canción protesta era lo más ferviente que había. Cuando les decía a mis compañeros que le estaba poniendo música al 'Cántico espiritual' me llamaban loco. Yo les insistía en que tenían que leerlo porque era una canción de amor». «Un místico –explica– es un enamorado de Dios que no tiene otras palabras mas que las nuestras para expresar ese amor, y, al hacerlo, ese amor se expande y nos afecta», abre los ojos, claros, amables y sinceros.
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«Recuerdo aquel concierto en San Javier. Tenía miedo porque era la primera vez que cantaba al aire libre. Fue una noche serena»
«El 'Cántico' –dice firme Prada– es la obra que más alegrías me ha dado. San Juan de la Cruz es la carga más dulce que me he echado en la vida, y además, a ti te pasará con el teatro –interpela a Oliva–, siempre se me está revelando».
Asegura Amancio Prada, cuyo último disco lleva por título 'Cavalo morto', sobre poemas de Juan Carlos Mestre– «te he traído un ejemplar», le anticipa a Oliva–, que, «dependiendo de dónde contemples una obra, con quién lo hagas o con qué estado de ánimo, será de una u otra forma. El arte, como la poesía, es semilla antes que fruto; uno no se baña dos veces en el mismo cántico ni en la misma obra de teatro, ni contempla dos veces el mismo cuadro, porque siempre es distinto».
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«Otra sensibilidad»
Está convencido César Oliva de que esta noche se acercará a la propuesta de Amancio Prada con «otra sensibilidad». La mirada del cantante ha influido, reconoce, en su percepción sobre la obra del santo, y si en cada nueva versión Prada encuentra distintos matices –el artista ha interpretado los versos de San Juan de la Cruz en numerosos formatos, varios de ellos en la Región–, él, como «receptor», adelanta, no dejará de hacerlo.
Tanto orquesta como coro, este último «muy reducido por la Covid», «se han incorporado rápido a mi forma de interpretar el cántico», afirma el cantante leonés sobre su actuación de esta noche. Hace unos días, relata, cogió un taxi y le pidió a su conductor que le llevara hasta el Auditorio Víctor Villegas a uno de los ensayos: «Me preguntó si iba a dar un concierto; le dije que sí. La gente, continuó, necesita salir e ir a conciertos».
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