«¡Disfrázate bien o mal, y que viva el Carnaval!»

Águilas está que arde. Las calles se llenan de calor estos días con motivo de la fiesta más grande de la localidad costera. El Carnaval, declarado de Interés Turístico Nacional, abre sus puertas a miles de vecinos y visitantes para que disfruten al máximo de un lugar de ensueño y se olviden de los problemas y las rutinas. No falta humor, ni color, ni ironía, ni música, ni diversión en cada esquina. Ese cóctel de ingredientes para pasarlo bien quedó este sábado patente en la plaza de España, que acogió la guerra de cascarones, la batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma, y los pregones de la Musa, Marina Sánchez; el actor Fernando Tejero y la alcaldesa del municipio.

La jornada comenzó al mediodía, cuando turistas y visitantes comenzaron a abarrotar las calles y bares con sus disfraces. El epicentro de la fiesta fue la Glorieta, donde no cabía un alma a las cuatro de la tarde, cuando todo era diversión y ganas de pasarlo bien.

Pasadas las ocho y media de la tarde, el presidente de la Federación de Peñas, José Alonso; y la alcaldesa, Mari Carmen Moreno, entregaron en el salón de Plenos del Ayuntamiento las Águilas Doradas al pregonero, Fernando Tejero; al Gran Maestre Cuervero, el sumiller Luis Miguel Martín; y a InfoÁguilas, medio que además recibió el Cascarón de Oro y que recogió Francisco Albarracín.

El acto protocolario finalizó e inmediatamente saltaron al escenario las bailarinas del Ballet Oficial de la Federación de Peñas, que derritieron con sus coreografías a los miles de asistentes que esperaban ansiosos a que arrancaran los platos fuertes. Fue después cuando Don Carnal, Vicente Javier López, y Doña Cuaresma, Encarni Ávila, accedieron a la Glorieta, cada uno por un sitio distinto.

Llamó la atención López, que sorprendió al público encarnado en un pirata con un gran sombrero lleno de vistosas plumas. Algunas partes del traje fueron elaboradas con concha de tortuga sinténtica. Don Carnal lució además una espaldera que simulaba una estrella con la rosa de los vientos. En el traje predominaron los bordados y algunas plumas de pavo real. Por su parte, Doña Cuaresma optó por un atuendo de época muy voluminoso y negro absoluto, con palabra de honor, una blusa de encaje y bordados de flores. Cuando se vieron, los personajes se aproximaron, en un gran duelo. Después de lanzarse miradas desafiantes, comenzó la guerra de cascarones.

Con el suelo ya lleno de papelitos de colores llegó la batalla dialéctica. «¿Cómo tenéis el valor / de gastarme estas bromas? / Veo con estupor / un Don Carnal de Las Lomas», empezó Doña Cuaresma. «¿Qué me vienes a contar? / Tú eres tan tremenda / que un día fuiste a montar / de chucherías una tienda / y tuviste que cerrar», contestó Don Carnal. El público aplaudió las intervenciones, que cada vez fueron a más. «Para que la juerga empices / voy a darte mi licencia / así podréis en mi ausencia / consumar vuestras locuras. / Luego vendrán épocas duras / de pesar y penitencia», dijo Cuaresma. Y Don Carnal finalizó la batalla: «Hasta que lleguen las velas / que alumbran tu reinado / estará el pueblo inundado / de plumas y lentejuelas / bailes, burlas, francachelas / disfraces a mogollón. / Será la imaginación / la que impiere y perdure / en los siete días que dure/ mi reinado de pasión».

La Musa, Marina Sánchez, salió al balcón del Ayuntamiento emocionada y con ganas de agitar aún más el cotarro. Su traje no defraudó, pues iba enfundada en un vestido de plata con bordados y una falda de plumas fucsia. La pieza más delicada de la Musa fue la corona que lució, con piedras de swarovski y diseñada en Villena exclusivamente para Marina. «Hoy es un día muy especial / porque soy la Musa de nuestro Carnaval. / Gracias a todas las peñas / por hacer mi sueño realidad». Y añadió: «Fuera lo de ser perfectos / todos somos iguales / y lo demostraré en estos carnavales».

Tras el pregón de la alcaldesa, llegó el momento más esperado. Fernando Tejero hizo su aparición estelar, vestido de juglar, en el balcón del Consistorio. «Buenas noches Águilas, / aguileñas y aguileños, / para mí estar esta noche aquí / es todo un sueño», dijo el afamado actor. Tejero recordó a sus predecesores, antes de relatar cómo habría sido su vida si hubiera nacido en Águilas. «Menudo berenjenal / puesto que antes tuvisteis / a gente como Asunción Balaguer y Francisco Rabal / para el pregón del Carnaval». «Y de pronto aquí me vi / aunque como todos sabéis, / ya que tontos no seréis, / en Águilas, por desgracia, no nací. / Y con ello me perdí de chaval / haber tenido mis días de fútbol en El Rubial. / Y hubiera sido tremebundo, / no lo voy a negar, / en ese campo marcar / el penalti más largo del mundo».

«O pasar los lunes al sol / cual Fermín Trujillo / en alguna playa bemol / dándome un bañillo / con alguna fina en la Carolina / o con un marica en la Higuerica», entonó Tejero, entre los aplausos de los asistentes. «No me olvido de Calabardina / ni de la bella Colonia, / donde hubiera ido con Sonia. / ¡Ay, qué playas más divinas! / Tanto como las Delicias, donde hubiera hecho algunas picias / o si no, pegarme allí unas capiolas / que no veas cómo molan». Siguió: «Y haberlo pasado fetén / sin llevarme por error / algún pescozón / en la Máquina del Tren».

«Bebamos y riamos, / compartamos todos juntos / el amor lo necesitamos / para hacer mejor este mundo. / Ya veréis la que se avecina / y al acabar la fiesta / verás que lavativa / en Águilas no hay quien viva», expuso el actor. El pregonero fue aplaudido en varios momentos por la gente, que disfrutó con su exposición. «Venga majos, a mariscar / que si no las mejores gambas / aguileños y aguileñas / me da a mí que se os van a escapar. / Y acabaréis en el barro con cualquier zamarro / o si eres más desgraciao con cualquier 'jarciao'». «Y disfrázate bien o mal, / y siempre entiende y respeta / incluso al del disfraz de seta / antes, durante y después de Carnaval. / ¡Viva Águilas y que viva Carnaval!».