Carlos Alcaraz: «Estoy orgulloso de ser murciano y de El Palmar. Siempre estaré con mis vecinos y amigos»
El joven tenista se acuerda de sus paisanos tras ganar la final del US Open y asegura que seguirá siendo «el mismo chico de siempre» y «nunca» va a «cambiar en ese aspecto»
Cumplió su sueño nada más y nada menos que en la capital del mundo: Nueva York. Pero su mayor ilusión, la de convertirse en el mejor tenista del planeta, nació en una pedanía de poco más de 20.000 habitantes. El Palmar es la cuna de Carlos Alcaraz. Es el hogar donde comenzó todo y donde nada ha acabado. Es su sitio. Aunque desde este domingo la gran ciudad americana tenga reservado un lugar especial en su corazón.
Publicidad
Sin despegarse en exceso de la copa que tanto le ha costado ganar, el murciano volvió a dejar claro en la rueda de prensa posterior a la victoria en el US Open que no olvida de dónde viene y a quién busca cuando hay que celebrar un título o lamentar una derrota. «Estoy orgulloso de ser murciano, de ser de El Palmar y de ser español. Siempre me voy a mantener ahí, con mis vecinos, mis amigos y toda la gente que me ha visto crecer desde pequeño». Esas fueron las cariñosas palabras de un Alcaraz aún emocionado por haber levantado su primer Grand Slam minutos antes.
Al otro lado del charco, precisamente al sur de la capital de la Región de Murcia, allí donde viven los padres de Carlitos y donde la criatura que hoy figura en el primer puesto de la ATP comenzó a dar derechazos y a hacer endiabladas dejadas, casi 2.000 palmareños se mordían las uñas a la espera de ver a su vecino más ilustre lanzar la raqueta y tirarse al suelo para llorar por primera vez como número 1 del mundo. Las lágrimas más esperadas, como las que se podían intuir en el rostro de Carlos Alcaraz padre y en algunos miembros de su equipo.
El mismo de siempre
El cordón umbilical que une a Carlitos con su pueblo parece que no se va a romper jamás. El amor incondicional entre el deportista y sus paisanos, y viceversa, es una de las señas de identidad de un tenista único y una persona especial. «Voy a ser el mismo chico de siempre. Voy a salir a la calle de mi pueblo y seguiré saludando a toda la gente. No voy a cambiar en ese aspecto», concluyó Alcaraz en la respuesta sobre sus orígenes y el futuro. No tiene dudas. Villena es el 'laboratorio' donde se ha creado la máquina, pero El Palmar es la batería para que esta funcione.
Juan Carlos Ferrero: «Ha nacido para este tipo de partidos»
El entrenador de Carlos Alcaraz, Juan Carlos Ferrero, aprovechó la rueda de prensa posterior a la final del US Open para hablar de uno de los pilares que han llevado al de El Palmar hasta el número 1 del planeta. No es otro que su familia, un entorno donde el tenis es protagonista desde antes de que Alcaraz llegara al mundo. El entrenador del murciano desveló lo que le dijo Carlos Alcaraz padre cinco minutos después de ver a su hijo alzar los brazos al cielo neoyorquino: «A partir de ahora tenemos que meterlo en vereda. Tiene que mantener los pies en el suelo».
Saben del talento del chico. Lo han visto desde que creció en el club de campo de El Palmar. Pero tan importante es la calidad dentro de la pista como la cabeza fuera de ella. Está en boca de todos. Le cuesta pasear sin que le paren insistentemente para pedirle una fotografía y cumplió 19 años hace cuatro meses. Para gestionar todo ello cuenta con gran equipo y, como dice Ferrero, «una familia espectacular que le ayuda a tener los pies en el suelo».
El técnico de Carlitos también reconoció que tuvo claro hasta dónde podía llegar su pupilo desde que lo vio por primera vez con 12 años. «Era muy pequeño pero ya se veía que realmente tenía todo lo que tiene ahora», aseguró. Siete años después de ese momento, Alcaraz le brindó a Ferrero su primera victoria como entrenador en un Grand Slam. Ambos se fundieron un abrazo tras lograr el título en un encuentro que pasará a la historia: «Carlos nació para jugar este tipo de torneos y este tipo de partidos». Que pase el siguiente.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión