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Una agricultora examina la evolución de su plantación de calabacines bajo invernadero. Alfredo Aguilar
Agro

Los primeros brazos del campo fueron de mujer

La involución patriarcal acabó por apartar de los ámbitos de decisión de la agricultura a las probables inventoras del sector clave en la evolución humana

Martes, 27 de agosto 2024, 01:18

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Las al menos 36 mujeres que aparecen representadas en abrigos rocosos de Cieza, Moratalla, Cehegín y Mula, en pinturas rupestres que se alargan hasta 8.000 años en el tiempo, remiten a una época en la que las tareas del campo eran eminentemente femeninas. Los investigadores apuntan a un protagonismo de la mujer tanto en la recolección de especies silvestres como en las primeras tareas agrícolas.

Esa entrega por obtener los frutos de la tierra, de hecho, no las ha abandonado nunca a lo largo de la historia, aunque la involución patriarcal acabó por apartarlas casi totalmente de los ámbitos de decisión del sector.

En la actualidad, apenas una de cada cuatro explotaciones agrarias de la Región está liderada por una mujer, pese a que fueron ellas las que protagonizaron el nacimiento de la agricultura, el sector clave en la evolución humana. Así lo apunta el desarrollo de las extremidades superiores que muestran los esqueletos femeninos datados hace más de 6.000 años, cuando comenzó la transición europea a la agricultura, de acuerdo con un estudio realizado por investigadoras de las universidades de Cambridge y Viena.

Con el paso de los milenios, y ya en centurias más cercanas, el papel de la mujer en el campo mantuvo su importancia en el contexto de la agricultura de subsistencia que tradicionalmente ha mantenido al sector, y en gran medida a la Región. Algunas de las tareas agrarias específicas quedaron en sus manos, componiendo un paisaje humano que se mantuvo durante generaciones y que, con frecuencia, ha despertado la curiosidad de los foráneos.

Blas Rubio, cronista oficial de Santomera, da cuenta, por ejemplo, del interés que los trabajos en los secaderos de pimientos de las mujeres despertaban hace unas décadas entre los turistas «que bajan de sus coches y las fotografían» durante sus viajes a nuestro país en los años 1960 atraídos por la campaña 'Spain is different' iniciada por el entonces ministro de Turismo Manuel Fraga Iribarne. Un fotógrafo profesional, el serbio Josip Ciganovic, las inmortaliza en numerosos folletos editados por el ministerio de Fraga, al igual que distintos periodistas de diversos países, entre los que Rubio menciona a los franceses.

La cría del gusano de seda es otro trabajo que estuvo en la Región en manos casi en exclusiva de las mujeres, como también recoge Ángel Ríos, cronista de Blanca, en la obra colectiva 'La agricultura a lo largo de la historia en la Región de Murcia', editada en 2020 por la Asociación de Cronistas Oficiales.

En este mismo título, Fulgencio Saura, cronista de Fortuna y Alcantarilla, da cuenta del especial cuidado con el que las mujeres se afanaban en la tarea de limpiar las almendras recogidas por las familias en el campo, que posteriormente pasaban a secarse al sol, en una tarea protagonizada igualmente por ellas, según da cuenta Abraham Ruiz, cronista de Cehegín.

También eran grupos de mujeres los encargados de afinar la siega protagonizada por los varones, al repasar los bancales por los que ellos habían pasado para recoger las espigas olvidadas por los segadores. E igualmente era femenina casi en exclusiva la faena de recuperar hasta el último grano de cereal caído al suelo durante su ensacado, recuerda el cronista de Caravaca, José Antonio Melgares.

«Nadie puede negar que en las zonas rurales la mujer trabajara igual que el hombre, e incluso más», explica Francisco Jesús Hidalgo, cronista auxiliar de Cehegín, en la también obra colectiva de la Asociación Regional de Cronistas Oficiales en la obra 'La mujer a lo largo de la historia en la Región de Murcia', editada en 2018 bajo la coordinación, junto a José Sánchez Conesa y Ricardo Montes, como la anteriormente citada sobre la historia de la agricultura por estas tierras.

Jesús Hidalgo continúa su afirmación reseñando que, respecto a los hombres, «la diferencia residía en que esos trabajos agrícolas se ejercían en el ámbito de las propiedades familiares, pero raramente trabajaban al jornal como braceras».

De esa aportación laboral sin compensación monetaria directa parece derivar la todavía escasa presencia femenina en los ámbitos de poder de un sector en el que todo apunta que inventaron ellas.

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