El reto de la digitalización del sector agroalimentario

Los tres grandes retos del sector agroalimentario de la Región de Murcia son las consecuencias del cambio climático (escasez de lluvias, incremento de las temperaturas y políticas de sostenibilidad), el relevo generacional, y el cambio tecnológico (agricultura de precisión, inteligencia artificial, mecanización de procesos, etc.). La tecnología y la digitalización pueden ayudar a paliar los efectos del cambio climático y su implantación puede ser un acelerador y una necesidad de la generación que quede al frente de los agronegocios.

El sector agroalimentario por definición presenta muchas particularidades en función del eslabón de la cadena agroalimentaria en la que nos situemos: desde las grandes empresas de biotecnología en la mejora varietal, a las pequeñas explotaciones familiares, pasando por las grandes industrias de transformación y distribución que se encuentran entre las empresas más grandes del país. Por tanto, el cambio tecnológico en el sector agroalimentario presenta grandes contrastes entre pequeños agricultores y grandes empresas.

Desde el punto de vista sociodemográfico, en el 66% de las explotaciones agrícolas el titular de la explotación tiene más de 50 años, pero lo más relevante de todo es que 33% tiene más de 66 años, según el censo agrario de 2020. Probablemente en la actualidad cerca del 50% sean sexagenarios. El proceso de consolidación hacia explotaciones de mayor dimensión y tecnificación es inevitable y su aceleración llevará a explotaciones y empresas de mayor dimensión y tecnificación.

La industria agroalimentaria ya presenta un nivel de automatización destacado y la incorporación de robótica en la producción y la digitalización en los procesos acelerará la transformación. La profundización de la digitalización de la gestión general, el de 'big data' para la optimización de las decisiones y el uso del 'blockchain' en los procesos productivos ya son realidades en grandes empresas. La siguiente etapa es la digitalización total y la incorporación de inteligencia artificial.

Los agronegocios llevan décadas sustituyendo trabajo por capital tecnológico, y es precisamente en producción agrícola y ganadera donde la digitalización y la sensorización para la optimización del uso de recursos hídricos, la aplicación de fertilizantes y la detección de plagas permiten hacer un uso óptimo y preciso de estos recursos causando el mínimo impacto medioambiental y maximizando la eficiencia. Por otra parte, la robotización de actividades, como puede ser la recolección, supone ya un gran salto en términos de eficiencia en el coste más relevante de la producción agrícola vegetal. Esto incrementaría la eficiencia económica y va a suponer un importante impacto social aún por evaluar, dado que reduciría la demanda de mano de obra que está siendo cubierta actualmente por emigrantes, pero del que ya tenemos datos con los mínimos históricos en la afiliación de cotizantes en el sector agrícola. Para los pequeños agricultores, el reto más inminente es precisamente la obligatoriedad de los cuadernos de Explotación/Campo Digital, lo que puede suponer una importante transición que conduzca a la utilización de los datos para perfeccionar la gestión y la trazabilidad de toda la producción a través de la explotación de todos los datos que producen las explotaciones. Dependiendo de quienes lideren este proceso (cooperativas, capital privado, ayudas públicas...) la estructura económica y social del sector primario dentro de unos pocos años habrá sido totalmente revolucionada.

La digitalización, robotización e inteligencia artificial, junto con el impacto del cambio climático, van a determinar el futuro de un sector con menos vocaciones y mayor productividad por trabajador. Será una transformación acelerada en la que los más formados en el uso de las nuevas tecnologías liderarán la transición.

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