El germen de nuestra conserva vegetal tiene acento francés

La conserva vegetal, que llegó a erigirse como la gran actividad industrial que definió a la Región de Murcia en la segunda mitad del siglo XX, y que está detrás del posterior impulso del actual potente sector agroalimentario de la comunidad autónoma, llegó tarde. Y eso explica parte de su éxito. Aquí comenzaron a establecerse factorías décadas después de que lo hubiesen hecho en otras partes de España, donde de por sí ya arrancaron con retraso. Desde que el confitero francés Nicolás Appert ganó, en 1810, un concurso para encontrar cómo mantener durante más tiempo los alimentos, buscando que los soldados pudieran acometer mejor las lejanas campañas napoleónicas, pasaron tres décadas hasta que el Marqués de la Habana introdujo en suelo patrio la producción del invento. Y aún tuvo que transcurrir un tiempo todavía mayor posteriormente para que el sector diese sus primeros brotes en la Región, donde llegó a ser bandera. No fue hasta principios del siguiente siglo cuando comenzaron los primeros pasos en firme para iniciar su desarrollo.

La factoría que el mallorquín Juan Esteva Canet instaló en Alcantarilla en 1905 por orden de su padre, Antonio Esteva y Oliver, se ha señalado tradicionalmente como la del primer fabricante conservero en Murcia. Pero posteriormente se ha descubierto que el propio Esteva y Oliver ya estuvo fabricando conservas vegetales unos años antes en el municipio de Murcia, de modo que se ha avivado un debate entre las dos localidades para arrogarse el arranque de la actividad en la Comunidad autónoma. La capital ha encontrado un argumento de peso para ser la ganadora al descubrirse, además, en ella la primera fuente documental de una fábrica de conserva, que data del año 1885. Se trata de las instalaciones que Tomás Museros regentó en el Paseo del Marqués de Corvera, a las que el propio titular, que era catedrático de Agricultura, calificó de «local de pruebas o ensayos industriales». El investigador Santiago Pastor Palazón, que lleva décadas recopilando documentos y testimonios sobre la historia de esta actividad, principalmente en Molina de Segura, sitúa en todo caso en esta ubicación al pionero regional en la fabricación de conservas vegetales. Pero, al mismo tiempo, alimenta el protagonismo alcantarillero con una nueva variable, de nombre francés y cierto acento inglés, a la que atribuye un singular impulso a nuestra conserva.

Champagnes et Fréres Limited es el nombre de la firma franco-británica que en 1906 se asentó en Alcantarilla, poco después de la de Esteva Canet, y que se erige, de acuerdo con el investigador, «como el germen murciano de la conserva vegetal». En esta empresa de capital extranjero, rebautizada popularmente como Los Champanes, adquirieron sus habilidades bastantes industriales que posteriormente se montaron por su cuenta. Son las simientes de un éxito que, sin embargo, no acompañó a la propia compañía, en quiebra apenas siete años después de abrir. Otra mercantil francesa, F. Vignatié Successeur, con origen en Burdeos y de capital franco-español, se hizo con la fábrica, donde llegó a contar con un millar de obreras.

En 1916, esta última fue absorbida por otro grupo conservero igualmente con deje francés: Lenzburg Hero, con una importante implantación en Francia y Suiza. Un lustro más tarde, en 1921, «todas las instalaciones de Lenzburg Hero son adquiridas por un grupo empresarial de capital hispano-suizo, que se renombra Hero Alcantarilla S. A. en 1922», explica Pastor en la revista etnográfica Cangilón, de Alcantarilla. Esta firma sí ha llegado hasta nuestros días con éxito. Su evolución contrasta con la de otras que alcanzaron grandes cifras pero, sin embargo, tuvieron que cerrar, al tiempo que el prurito emprendedor ligado al campo de los murcianos fue alumbrando un potente sector agroalimentario qua ahora es responsable de un tercio de todo el empleo y la producción de esta comunidad autónoma.

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