La belleza y el desamparo de Juana de Ibarbourou. Martínez Montalvo ha querido condensar todo lo que le inspira la poeta uruguaya: «Ella decía que su destino había sido estar detrás de los vidrios de las ventanas, que siempre se había sentido prisionera». Concha Martínez Montalvo
100 años del Suplemento Literario

Tres autoras en tres años: la invisibilidad de las mujeres

Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral y María Teresa Roca de Togores son las únicas tres autoras que firman hace un siglo en el 'Suplemento Literario' (1923-1926) de LA VERDAD. Hoy recuperamos sus textos, ilustrados por Concha Martínez Montalvo, junto a poemas de Lola Tórtola, Ani Galván y María Sánchez-Saorín

Sábado, 3 de junio 2023, 07:34

La presencia de firmas femeninas en el Suplemento Literario (1923-1926) de LA VERDAD es puramente anecdótica si tenemos en cuenta que solo hay textos ... de tres autoras: Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou y y María Teresa Roca de Togores, que hoy recuperamos ilustrados por la artista Concha Martínez Montalvo. Tres únicos ejemplos a lo largo de tres años. Otros tiempos, otros condicionamientos, y, en cualquier caso, una representación insignificante en un momento en que incluir a las mujeres en el espacio mediático no se contemplaba. Este podría ser uno de los mayores desaciertos de aquel «milagro cultural», como lo describe el catedrático emérito Francisco Javier Díez de Revenga, puede atribuirse a aquellos murcianos que hacen historia en la prensa española manteniendo un espacio periódico a la novedad literaria y artística en España y América.

Publicidad

No obstante , en 1923, en la 'Página Literaria' que publica LA VERDAD como anticipo de lo que sería el Suplemento Literario, y de la que se editan al menos siete números, encontramos también textos de dos poetas latinoamericanas, la chilena Gabriela Mistral y la uruguaya Delmira Agustini, además de las traducciones de poemas de tres autoras italianas cuyos nombres hoy pasan desapercibidos, pero que en aquel tiempo debían ser referentes de la vanguardia literaria: Alinda Brunamonti, Vittoria Aganoor y Evelina Cattermole. Reparamos hoy también en ellas, porque el humanista Andrés Sobejano (Murcia, 1890-1969), definido por Mariano Baquero Almansa como «erudito, poeta, profesor, periodista, alerta y sensible a cuanto representa arte, belleza, espíritu», brinda a los lectores las traducciones de tres perlas de estas autoras, que aparecen publicadas el 23 de septiembre de 1923 -una semana después del golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera-, en la sección 'Poetas extranjeros' de la 'Página Literaria'.

Juana de Ibarbourou

Poesía de «castísima desnudez espiritual»

La poeta uruguaya Juana de Ibarbourou (1892-1979) es considerada una de las grandes escritoras de las letras iberoamericanas. Aparece en el núcleo inicial de académicos que formaron la Academia Nacional de Letras de Uruguay en 1943 que tiene por lema la leyenda 'Vetera servat, fovet nova' ('Conserva las cosas antiguas y promueve las nuevas'). En 1929 fue proclamada 'Juana de América' en el Palacio Legislativo del Uruguay. De Ibarbourou era hija de un inmigrante gallego y de una bisnieta de andaluces. En 1919 aparece 'Lenguas de diamante'. A Unamuno le sorprende gratísimamente la «castísima desnudez espiritual» de sus poesías. Publicó cuentos y teatro, se atrevió con las vanguardias, con el surrealismo y la mística. Sufrió malos tratos. Fue propuesta para el Nobel en 1959.

María Teresa Roca de Togores

Una investigadora de personajes históricos

María Teresa Roca de Togores y Pérez del Pulgar (San Juan de Luz, 1905-Madrid, 1989) fue escritora, académica de número de la Real Academia de Historia y aristócrata. Fue la quinta hija del primer marqués de Alquibla y entre sus títulos nobiliarios, era marquesa de Beniel. Su trayectoria literaria empieza a tomar altura en 1923 con la publicación de su primer poemario, 'Poesías', que según Juana Coronada Gómez González en su ficha de la RAH, fue muy bien acogido por la crítica. Participó activamente en sus primeros años en recitales y encuentros. Su última obra es 'Antología intemporal' (1974), «compendio de breves y maravillosos 'poemas de añoranzas», según el marqués de Lozoya. Tras la guerra, se concentró en la familia y en la investigación histórica.

Gabriela Mistral

Entusiasmos de madre en su labor de maestra

Su verdadero nombre era Lucila Godoy (1889-1953), y ya había vivido sus 30 años cuando publica sus primeros textos en LA VERDAD a primeros de los años 20. Guerrero Ruiz la recuerda así en sus 'Pequeñas notas literarias' el 23 de septiembre de 1923: «Una nota biográfica nos la describe de «frente amplia, pupilas claras, boca dolorosa y sensual, cabello liso, porte recio, ademanes fríos». De su vida sabemos que está dedicada a la evangelizadora misión de su carrera de maestra, en la que pone entusiasmos de madre». «Su poesía -observa el «cónsul general de la poesía» en el libro 'Desolación' (1922)-, treno de fe y resignación, se eleva a Dios en demanda de piedad para el amado». Por entonces vivía en México. Fue galardonada con el Nobel de Literatura en 1945.

De Maria Alinda Bonacci Brunamonti (1841-1903), poeta de Risorgimento, es 'El reloj de la torre' («(...) Es de cuanto pasa y vive / fiel imagen la campana; / en sus acordes percibe / dulce memoria lejana, / de la tarde en el declive, / la desolación humana. / Un son por siglos igual / nos anuncia algo inmortal»; de Vittoria Aganoor (1855-1910), «inspirada poetisa milanesa contemporánea», es 'El enfermo decía...' («Se quejaba el enfermo: -¿Por qué tarda? / ¡Cuán lenta espera a mi tenaz tormento!- / Se oyó en la noche un galopar violento / y en un negro corcel, blanca y gallarda, / desalada pasó de aquel inerte / junto al portal. Tendiéndole sus manos, / él la llamó implorante: -¡Muerte! ¡Muerte!...»; y de Evelina Cattermole (1849-1896), también conocida por su seudónimo, Condesa Lara, es el poema 'El crucifijo': «¡Cristo de bronce que sobre este lecho / en donde duermo el olvidar profundo / de mi vida infeliz, sangrante el pecho / me ofreces, abrazando el mundo entero (...)».

Primer libro de Mistral

En ese mismo número de la 'Página Literaria' encontramos ya a «la dulce poetisa chilena» Gabriela Mistral, y un comentario de actualidad y crítica, su conocida sección 'Pequeñas notas literarias', del abogado y agudísimo lector Juan Guerrero Ruiz, hombre de confianza de Juan Ramón Jiménez, donde se hace eco de la aparición del primer libro de Gabriela Mistral, debido a Federico de Onís, entonces profesor de literatura española en la Universidad de Columbia y editado por el Instituto de las Españas en Nueva York. «Antes de que el ilustre profesor -escribe Guerrero Ruiz- español glosara la obra poética de Gabriela Mistral, únicamente algunas poesías suyas eran conocidas en Sur-América por haberse publicado en diarios y revistas; después, ávidamente fueron buscadas todas sus producciones».

Publicidad

LA VERDAD ofrece, como ejemplo, 'La oración de la maestra', insertada en esa página del 23 de septiembre de 1923. «Una fervorosa devoción nació en una inmensidad de corazones hacia esta mujer colmada de ternura y tristeza», añade Guerrero Ruiz. En ese tiempo, Mistral vive en México, organizando escuelas de misioneros, ejerciendo «con amor infinito» la docencia. En 'La oración de la maestra' habla con el Señor, le ruega bendiciones: «Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes. Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de mí este impuro deseo de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren. No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las que enseñé (...) ». Observaciones totalmente válidas hoy un siglo después de que Mistral, que mereció el primer Nobel (1945) para un nacido en América Latina, las escribiera. Como ya recordó en un número bellísimo de esta serie la periodista Alexia Salas, la autora chilena publica en LA VERDAD una decena de poemas y textos en prosa a lo largo de los años 20.

Gabriela Mistral. Publicado en el Suplemento Literario de LA VERDAD. Murcia, 24 de agosto de 1924. Número 31.
Gabriela Mistral entre árboles. Para este collage sobre la escritora y maestra chilena recurre a las cartas, a su imagen en el billete de 5.000 pesos y a los árboles del poema. Concha Martínez Montalvo

En el penúltimo número del 'Suplemento Literario', el 58, aparecido el 8 de septiembre de 1926, queda impreso en LA VERDAD 'Hora de siempre', un poema de María Teresa Roca de Togores y Pérez del Pulgar (1905-1989), poeta, articulista, académica de la Real Academia de Historia y aristócrata [era marquesa de Beniel y condesa de Torrellano, donde recibiría sepultura]: «Hora gris. Hora de siempre. / En la lejanía malva, / la margarita del sol / con el corazón de plata, / que el viento va deshojando / tras los vitrales del agua, / con la canción somnolienta / de las dulces tardes pálidas / que se fueron de la mano / por las sendas olvidadas. / Vapor de silencio y besos / de perfumes y de lágrimas / en la ribera dormida / y en las glicinas moradas. / En el balcón de los sauces / se asoma la luna blanca. / Blanca luna de los lagos, de los gnomos y las hadas».

Publicidad

Este poema, cuyo original se conserva en el Archivo de la Real Academia Española [con su letra manuscrita y firma en cuartilla amarilla], forma parte del importante legado documental del académico de número Melchor Fernández Almagro (1893-1966) donado a la RAE. El propio Fernández Almagro escribe en la misma página de LA VERDAD una alabanza al 'Mar de Alberti': «(...) El mar de Alberti tiene también su marina, traspasada de inequívoca luz andaluza. La marcan palmeras, salinas, naranjos, campanarios, miradores, algún faro tal vez. Faro superfluo porque el mar de Alberti, apenas si conoce la noche (...)».

«Señorita aficionada»

Roca de Togores, coetánea de otras escritoras españolas como Ernestina de Champourcín, Concha Méndez y Cristina de Arteaga, participó en su juventud en actos públicos de ideología conservadora y católica, según recuerda Juana Coronada Gómez en su ficha de la Real Academia de Historia. Era hija del marqués del Alquibla, diputado a Cortes por Órgiva entre 1891 y 1893 y gobernador civil de Toledo y de Zamora, y nieta de Mariano Roca de Togores, noble, político (fue diputado por Murcia en 1840, senador, varias veces ministro y embajador del Reino de España durante el reinado de Isabel II y los inicios de la Restauración), escritor, dramaturgo y miembro y presidente de la Real Academia Española. Tuvo una hija con el diplomático Carlos de Rojas y Moreno, marqués de Bosch de Arés, fallecido en 1941.

Publicidad

Publicado en el Suplemento Literario de LA VERDAD. Murcia, 8 de septiembre de 1926. Número 58.
Estalacticas y hielo en el pecho de María Teresa Roca de Togores. Collage en el que la poeta y aristócrata aparece tras una poderosa reja. Concha Martínez Montalvo

Cuando María Teresa Roca de Togores publica en LA VERDAD tiene 21 años. En 1923 había aparecido 'Poesías', su primer libro, en la corriente literaria del modernismo, si bien no se salva del machismo imperante. El mismo prologuista, Carlos Cuenca, se refiere a los poemas de su autora («señorita aficionada») como de «una profundidad y un vigor más bien varoniles». Su poesía evolucionará, según indica la doctora en literatura Inmaculada Plaza Agudo en su tesis 'Modelos de identidad en la encrucijada. Imágenes femeninas en la poesía de las escritoras españolas (1900-1936)', «desde el Modernismo altamente retórico de su primer libro hasta el tono popular de su segundo poemario», 'Romances del Sur' (1935), donde «es evidente la influencia de la poesía popular de García Lorca (especialmente del 'Romancero gitano', 1928)». La autora, nacida en San Juan de Luz, publicó otros libros como 'El puente de humo' (1946) y 'Antología intemporal' (1974 ), si bien su nombre, pese a ser citada entre el grupo de «heroínas de la vanguardia», cayó injustamente en el olvido.

De la escritora uruguaya Juana de Ibarbourou (1892-1979), LA VERDAD ofrece el 6 de abril de 1924 a los lectores un texto delicioso, 'Elogio de la soledad', en el que la autora dice que si existe posibilidad de pedir un don a la divinidad, «pedid dos horas, nada más que dos horas diarias completamente vuestras». Cosa difícil hoy en día pedir dos horas «completamente nuestras», en este tiempo de nuevas esclavitudes tecnológicas, pero para Juana de Ibarbourou «ciento veinte minutos de soledad despierta y absoluta» se antojan lo más de lo más. «Estad seguros de que recibiréis un don magnífico», dice convencida. «Observad -razona- que cuando más menesteroso de espíritu es el individuo, más enemigo es también de la sociedad. El zafio busca compañía; el sabio la rehúye. Y la hipocresía, la mentira, la calumnia, nacen de la sociedad de unos con otros, no del aislamiento». Cuando De Ibarbourou escribe en este diario que «la soledad es la verdad perfecta» solo había publicado dos libros, 'Las lenguas de diamante' (1918) y 'Raíz salvaje' (1922). Después vendrían 'La rosa de los vientos' (1930), 'Perdida' (1950), 'Azor' (1953), 'Mensaje del escriba', (1953), 'Romances del destino' (1955), 'Oro y tormenta' (1956), 'Angor Dei' (1967) y 'Elegía' (1968).

Publicidad

Publicado en el Suplemento Literario de LA VERDAD. Murcia, 6 de abril de 1924. Número 13.

Unamuno leyó su primer poemario, 'Las lenguas de diamante', y quedó «sorprendido gratísimamente» por su «castísima desnudez espiritual». Alabó sus «tan frescas y tan ardorosas a la vez» poesías, y le pidió que le enviara ejemplares a Juan Ramón Jiménez y a los hermanos Antonio y Manuel Machado, haciéndole saber solo una salvedad: «La nota triste, descorazonada y pesimista no le sale a usted bien».

Reconocida como «Juana de América», mucho antes de ser un mito en Uruguay y un referente para las escritoras latinoamericanas, el decir de Juana de Ibarbourou sabe a gloria: «Santo o sabio, artista o filósofo, el hombre necesita de soledad. Sólo el charlatán se encuentra mal en ella».

Noticia Patrocinada

Poetas de hoy

Lola Tórtola

Con su primer poemario, 'Los dioses destruidos' (Ediciones Rialp, 2023), Lola Tórtola (Murcia, 1997) hizo historia al convertirse en la primera y única poeta de la Región que ha obtenido un reconocimiento en el Premio Adonáis. En su última edición logró uno de los dos accésits. Es médico interno residente de primer año en el Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla en Madrid, en la especialidad de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora. «No pasa nada por compartir la alegría», dijo en una reciente entrevista en la que reconocía su tendencia a la nostalgia.

Ani Galván

La historiadora del arte y poeta Ani Galván (Murcia, 1992) aborda en 'Educación de una cortesana' (2022) la construcción de la identidad de la mujer desde el cuerpo y desde su relación con los demás. Es su segundo poemario, ganador del XXXIX Premio Carmen Conde de Poesía de Mujeres 2022, convocado por Torremozas. Es graduada en Historia del Arte y contratada predoctoral en la UMU, gracias a una beca de la Fundación Séneca. Investiga sobre el autorretrato, la fotografía y la cultura visual. 'Catábasis' (Raspabook, 2016) fue su debut literario.

María Sánchez-Saorín

María Sánchez-Saorín (Ricote, 1999), militante feminista y comunista, es graduada en Lengua y Literatura Españolas por la Universidad de Murcia. 'Herederas' (Hiperión, 2022) es su primer poemario, con el que obtuvo el IV Premio de Poesía Joven Tino Barriuso. Hasta ahora ha publicado sus poemas en las revistas 'Guacamayo', 'Maremágnum', 'Manifiesto Azul', 'Zéjel', 'Anáfora', 'Piedra del Molino', 'Mirlo' y 'Centauros'. Ha escrito para diversos medios de comunicación e investiga de forma independiente sobre la obra de Ángela Figuera Aymerich.

De repente abril (Lola Tórtola)

De repente oigo el canto de los pájaros,

ese cliché, algo relacionado

con la alegría.

Lo busco entre el tráfico y el ruido,

me fijo.

Supongo que ha debido estar ahí siempre,

tantos años en los que pasó

Publicidad

como si nada,

sin prestarle atención, ajeno

a mi vigilia

entre los arrabales y la pena.

Pero ahora me fijo, lo siento.

Me voy haciendo mayor,

voy hacia la luz y la primavera,

pero a veces algo de mí añora

esa vaga tristeza de la adolescencia tardía.

Ajuar (Ani Galván)

Todo el amor que no darás

ha sido bordado en la suave urdimbre

de este pañuelo

una minúscula letra amarilla

da nombre al vuelco de humedad

que se hace oír al final de una cuna

Publicidad

acaríciala

acaríciala

conjura con tus deditos

toda la orfandad del futuro

Poética de lo inefable (María Sánchez-Saorín)

A Francisco Sánchez Sánchez, mi abuelo Paco

Aquella tarde conocí un dolor.

¿Cómo escribir poesía

con algo que no puede ser nombrado?

Ignoraba el lenguaje de los cuerpos

ejerciendo violencia contra sí.

La abuela me contó que cada vez

que yo me iba, tú llorabas,

y durante años consumí las lágrimas

con que regabas nuestra fruta;

Publicidad

no sé si con las mías continuará brotando.

** ** Perlas del Suplemento Literario de LA VERDAD. Antonio Oliver Belmás: lealtad y compromiso poético. Próximo número (sábado 17 de junio).

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Oferta Cyber Week 6 meses por 2€ al mes

Publicidad