El pozo 13, cónico y con falsa cúpula, y el 11 junto a antiguas edificaciones. Guillermo Carrión / AGM

Testigos en piedra de 500 años de historia

Pozos de la nieve de Sierra Espuña. Estas construcciones, que fueron básicas para la vida, llevaron a las cumbres una actividad incesante y hoy son también testimonio del cambio climático

Sábado, 23 de marzo 2024, 01:00

Pese a sus inquietudes, Pablo Carbonell está convencido de que su trayectoria profesional «no la elijo yo, la situación y el azar te van reconduciendo». ... Reconoce, sin embargo, como preocupaciones y cuestiones inherentes a su trabajo y a su vida la sostenibilidad y el patrimonio histórico.

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Sea o no cuestión de azar, ha resultado un afortunado acierto que Ecoproyecta, estudio fundado por Carbonell y en el que trabaja codo con codo con su socio «Juan Miguel Galera, con Inma y con Suso», haya abordado tanto el Plan Director de los Pozos de la Nieve de Sierra Espuña -«el conjunto más numeroso en tan poca superficie de todo el Mediterráneo, en total 28; y durante el que descubrimos el de Mula», apunta-, como la restauración de los números 11 y 13, en la zona conocida como de los pozos de Murcia, y la intervención de urgencia en el 17, «que se vino abajo durante las restauraciones».

Este trabajo ha devuelto a la vida unas infraestructuras, la mayoría públicas, que resultaron básicas antes de la electricidad para la conservación de alimentos, todas ubicadas en umbrías y que aprovechaban el efecto cueva, al estar parte excavadas en la tierra. De hecho, la existencia de los pozos de la nieve de Sierra Espuña, detalla Carbonell, se remonta al menos a 1585 -fecha del archivo histórico más antiguo en el que aparecen citados-.

Guillermo Carrión / AGM

Con criterios de sostenibilidad, para que los trabajos tuvieran el menor impacto posible, y usando técnicas constructivas tradicionales («se ha replicado la técnica en cada uno, porque son distintos»); piedra caliza del lugar (que en este caso recuperaron y reutilizaron de derrumbes en el entorno y el interior) para el tambor y los contrafuertes; mortero de cal; y ladrillo replicado en Valentín (pedanía de Calasparra y Cehegín) para la cúpula se han reconstruido los dos pozos.

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El 11 es «el más grande de Sierra Espuña, con 12 metros de diámetro y 13 de profundidad, más 7 u 8 de cúpula», cuenta de memoria Carbonell ante el impresionante testigo del pasado. Tiene capacidad para albergar 1.411 m3 de hielo, que preparaban «en tongadas, prensándolo y poniendo entre capa y capa paja para poder ir extrayéndolo». Y el 13 es cónico y con una falsa cúpula, también de mampostería.

Estos edificios fueron básicos para la vida en el pasado. Tanto que eran continua fuente de litigios -como demuestran los documentos históricos- y su producción estaba gravada por un impuesto real en base a los rasos explotados por cada propietario.

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Pozo sin restaurar. Guillermo Carrión / AGM

Pero también son fundamentales para comprender una forma de vida -son BIC con categoría de lugar de interés etnográfico desde 2022- que llevó a las cumbres de Sierra Espuña una actividad incensante, como constatan las construcciones diseminadas junto a los pozos. Y, señala Carbonell, actualmente también «son testigos del cambio climático. Su existencia no se entiende con las precipitaciones actuales».

Unos testigos resucitados que, para perdurar, aún precisan de más intervenciones. «Está pendiente de consolidar la ladera sobre la que se apoya el pozo 11, que, con un nivel arcilloso, corre peligro de volver a desplazarse con las lluvias», alerta el arquitecto. Y también recuerda que hace más de un año que Medio Natural no ejecuta ninguna de las intervenciones acordadas en el Plan Director, que incluían la restauración de otros dos pozos, seleccionados con criterios de accesibilidad, conservación, que esté documentado y que su tipología sea distinta para que sirvan de modelo de las distintas técnicas.

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Además, espera que el Ministerio de Industria y Turismo conceda la ayuda de 2 millones de euros solicitada por la Mancomunidad de Sierra Espuña para seguir avanzando en la recuperación de un patrimonio histórico, cultural y etnográfico que moldeó un paisaje cultural que no se entendería sin su existencia.

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