«En este país nadie lee nada de nada»
Francisco Javier Díez de Revenga, catedrático de Literatura Española de la UMU, afirma que se asombra de «que la gente se sorprenda tanto de la corrupción que existe en este país»
ANTONIO ARCO
Viernes, 17 de junio 2016, 17:55
«Que lo imposible vuelva de pronto a ser posible», dice un verso de Rafael Alberti incluido en el artículo 'Melancolías romanas de un poeta otoñal (Rafael Alberti en Roma)', con el que se cierra el libro-homenaje 'Los poetas del 27. Tradiciones y vanguardias', en el que se recogen 24 textos académicos de Francisco Javier Díez de Revenga (Murcia, 1946), catedrático de Literatura Española y prestigioso investigador y ensayista experto en los más notables poetas en español. El libro ha sido publicado por 'edit.um', la editora de la Universidad de Murcia, con motivo de la próxima jubilación de Díez de Revenga, quien, a sus 70 años recién cumplidos y poseedor de una vitalidad envidiable, se dice a sí mismo y proclama al mundo: «La vida por encima de todo; la vida disfrutada con pasión, amor por la familia, lealtad con los amigos y entrega al trabajo». «Ni estoy cansado, ni me falta ilusión, ni creo que haya perdido facultades, ni tengo problemas con las nuevas generaciones; nada de todo eso, lo que sí es cierto es que no soy eterno», indica rodeado de libros en su despacho .
-¿Qué le llama mucho la atención?
-¿A mí? Que la gente se sorprenda tanto de la corrupción que existe en este país. Muchos se echan las manos a la cabeza como si la corrupción en España fuese algo nuevo; ¡por favor!, pero si los españoles inventamos un genéro literario, la picaresca, por el que somos reconocidos en todo el mundo. No nos hagamos los despistados y los estupendos, hagamos de verdad todo lo posible para acabar con ella.
-¿No somos de fiar los españoles?
-Pues claro que no, pero no por españoles, sino por pertencer al género humano.
'Libro jubilar'
'Los poetas del 27. Tradiciones y vanguardias' incluye un prólogo que han escrito los profesores Ana Luisa Baquero Escudero, Francisco Florit Durán y Mariano de Paco Moya, los tres compañeros de Departamento de Díez de Revenga. «Cuando, en 1969, un joven profesor Francisco Javier Díez de Revenga obtiene la plaza de profesor agregado numerario de Lengua y Literatura Españolas de Enseñanza Media», escriben, «da el primer paso de la que va a ser una de las carreras académicas e investigadoras más dilatadas y prestigiosas en el campo de la enseñanza y de los estudios de la Literatura Española». «Así nos lo muestran», precisan, «los datos objetivos y cuantificables: 48 años de servicio al Estado, 4 cuerpos docentes, 46 tesis doctorales dirigidas, 70 universidades extranjeras visitadas en 27 países, seis tramos de investigación r econocidos, 29 monografías, 78 ediciones, 225 congresos y 1.000 artículos académicos».
Ahora bien, dejan claro los autores del prólogo, «esa gran capacidad para el trabajo, hecha realidad en esas cifras pasmosas y admirables, no tendría tanto valor si no estuviese acompañada por la bonhomia de su protagonista. Todos los que conocemos a Díez de Revenga desde hace años, especialmente los que hemos sido sus compañeros, sabemos muy bien que esa sostenida entrega al trabajo académico y que esa asombrosa habilidad par la gestión universitaria han ido siempre acompañadas de un trato afable, de un empeño por ayudar a los alumnos y a los compañeros». «Todos -cuentan- hemos recurrido a él en no pocas ocasiones y siempre hemos encontrado su disposición a atendernos y a resolver nuestras dudas, y a hacerlo con paciencia, virtud que asegura él desconocer».
'Los poetas del 27, tradiciones y vanguardias' puede considarse «algo así como un 'libro jubilar', pues en los 24 artículos que lo componen su autor nos ofrece una muestra selecta y preciosa de su quehacer investigador en uno de los campos que más ha transitado, y que más prestigio y reconocimiento le han dado entre la comunidad científica nacional e internacional: el de los poetas del 27 y, especialmente, lo que podríamos llamar la tradición áurea, es decir, en este caso concreto la recepción de la literatura del Siglo de Oro por parte de los miembros del grupo poético del 27».
«Como bien se sabe», especifican, « [Pedro] Salinas, [Jorge] Guillén, [Dámaso] Alonso, [Gerardo] Diego,[Federico] García Lorca, [Rafael] Alberti, [Vicente] Aleixandre, [Luis] Cernuda y otros contemporáneos mostraron un vivo interés por lo que se puede llamar la tradición literaria española, hermanándose de este modo tradición y vanguardia, literatura clásica y literatura contemporánea, cuyo ejemplo más llamativo, pero no el único, se encuentra en todo lo ocurrido antes, durante y después del tricentenario de la muerte de Góngora». Pues bien, «en 'Los poetas del 27, tradiciones y vanguardias', Díez de Revenga nos ofrece una acertada selección de trabajos que se centran en esa dialéctica tan fructífera que se estableció entre la tradición áurea y las vanguardias, en la que los escritores del 27 tomaron plena conciencia de ser receptores de una preciosa heredad».
Como es su costumbre, Díez de Revenga ha ido a nadar tan contento a primera hora de la mañana y está de muy buen humor durante la entrevista. «Voy como mínimo tres veces a la semana y no pienso dejar de hacerlo. No hay nada como nadar para la cabeza y el cuerpo» explica. «En los cuarenta minutos que estoy nadando -añade- me organizo la vida y pongo orden. Cuando en alguna comisión de trabajo no encontramos una solución que buscamos, les digo a los compañeros: «Dejadme que lo medite en la piscina». Y cuando regreso les doy la solución. Mi médico está encantado conmigo, porque de salud ando estupendamente».
Nos rodean publicaciones suyas dedicadas a la Generación del 27 -como el libro titulado 'Los poetas del 27, clásicos y modernos' (Tres Fronteras), en cuyas páginas habitan autores que tocaron con sus manos el cielo donde residen la belleza, el olvido, la pasión, el dolor, el exilio y la muerte temprana. Díez de Revenga se lo sigue pasando en grande con todos ellos: «Es una poesía que tiene mucho que decirnos hoy a todos. García Lorca, Luis Cernuda, Salinas, Guillén...; ahí están su compromiso estético, la meditación sobre la existencia humana, el compromiso social, el amor...».
-¿Cuál es su preferido, el que más le emociona?
-El que más me gusta es Pedro Salinas, porque siempre encuentro cosas nuevas en su poesía, en la amorosa y en toda la demás. De hecho, cuando he tenido que leer algo en una boda civil he escogido algún poema de 'La voz a ti debida'. ¡Pero mi poeta preferido tiene que ser Gerardo Diego, que para eso he hecho la edición de sus poesías completas! Es al que más le debo profesionalmente.
-¿Usted es partidario de rescatar los restos de Federico García lorca?
-No, a esta gente hay que leerla, no remover sus huesos. A los muertos hay que dejarlos donde están. A mí, donde estén los huesos de García Lorca me importa un pito. Todo eso forma parte del espectáculo, del folclore, del lío. Lo importante es leer a Lorca, y si uno quiere imaginar cosas sobre él, qué mejor que preguntarnos hasta dónde podría haber llegado con su obra, porque lo mataron con 38 años, en su plenitud.
Federico y 'La Verdad'
Precisamente, uno de los artículos que ha seleccionado Díez de Revenga para su nuevo libro es el titulado «El soneto 'En la muerte de José de Ciria y Escalante' de Federico García Lorca». Un soneto que se publicó el 20 de junio de 1926 en el 'Suplemento Literario de La Verdad', tan vinculado a la Generación del 27 y que él ha estudiado con pasión y admiración durante años. «A Murcia, gracias a 'La Verdad', le corresponde el honor de haber sido el lugar en el que se dio a conocer el magnífico soneto, el primero que publicó Lorca».
-¿Cómo le afecta a usted lo bárbaros que podemos llegar a ser?
-Me pasa como a Jorge Guillén, quien en su poesía final, escrita cuando ya tenía setenta años y más, se indignaba con la trivialización del mundo contemporáneo y con lo salvajes que podemos llegar a ser los bípedos que poblamos este nuestro horroroso mundo. A mí me espanta casi todo en este tiempo en que vivimos.
-¿En qué ha dejado de creer?
-Comprenderá usted que en la clase política española. Lamentable por completo. No espero nada bueno de ella.
Dice Díez de Revenga, repasando a los autores que ha estudiado, conocido, querido, apoyado...; a los autores a los que siente cercanos incluso aunque haga ya mucho tiempo que son polvo, enamorado o no, que le gustaría tener, de la escritora y académica Carmen Conde (Cartagena, 1907; Madrid, 1996), «su voluntad y su capacidad de lucha». Espera que nunca le falten, que no se exilien de sus lado, que le sigan estimulando a la hora de seguir apostando por las dos cosas que son su principal y primer objetivo, un objetivo que no es negociable ni con el paso del tiempo, ni con la tentación de la comodidad: la familia y los amigos. «Tengo amigos desde los diez años a los que veo dos o tres veces todas las semanas».
Admira a Carmen Conde como ser humano y como escritora, y le gusta ponerla como ejemplo de luchadora: «Fue una mujer que, desde muy joven, luchó en frentes en los que no solían hacerlo las mujeres de su época. Luego, durante la posguerra luchó sin descanso contra la adversidad: fue perseguida, juzgada, denunciada en su ciudad natal... Tuvo que marcharse a Madrid, esconderse y sobrevivir escribiendo en la prensa con nombres supuestos». «Y ya de mayor», añade, «se impuso sobre los señores académicos en la Real Academia Española de la Lengua, porque fue la primera mujer que pasó por allí y, por lo visto, imponía su voluntad cuando había que decidir algo».
La recuerda con gusto: «Era un encanto, una criatura maravillosa; pero, a veces, cuando se enfadaba se enfadaba de verdad. Luego se calmaba y volvía a ser cariñosísima...». Y cita 'Hermosos días en China', un libro «que casi nadie conoce, porque en este país nadie lee nada de nada , pero que es impresionante. Tenía mucha fuerza creadora y mucha imaginación».
-¿Qué es alarmante?
-Me alarma mucho la superficialidad de la gente, la falta de querer estar informados, precisamente ahora que tenemos más cauces de información que nunca. La gente va por ahí aparcando de oído. Me sorprende la falta de documentación con la que muchísimos opinan. Lo veo en mis alumnos y en personas con las que hablo habitualmente; incluso lo veo en algunos que, por obligación, deberían estar más preparados y preocupados por informarse. Vamos camino de una sociedad inculta, como la norteamericana; en fin, a ver qué pasa».
No solo es experto Díez de Revenga en la literatura más contemporánea, sino que su talento para acercarse como estudioso, respetuoso y curioso, a los grandes escritores en lengua española va mucho más alla, un más allá en el que celebra enormemente encontrarse con Teresa de Jesús (1515- 1582), santa nada boba, mística muy carnal, cautivadora sin mala fe, narradora y poeta directa y hábil para hacerse leer, valiente a prueba de hombres, tozuda frente al desfallecimiento, y viva en la fe y en el imaginario de millones de personas en todo el mundo, que han incluido algunos de sus versos o reflexiones entre su lenguaje de andar por casa, desnudos de prejuicios, escribió un poema que, aunque solo sea por su belleza, sirve de consuelo. Y que empieza así: «Nada te turbe, / nada te espante, / todo se pasa, / Dios no se muda; la paciencia / todo lo alcanza; / quien a Dios tiene / nada le falta: / Solo Dios basta». Unos versos que se incluyen en una de las ediciones más logradas de las obras de la santa abulense, de la que en 2015 se celebró su V Centenario. Se trata de 'Teresa de Jesús', publicado en la Biblioteca Castro (Fundación José Antonio Castro) y cuya edición ha estado también al meticuloso cuidado de Díez de Revenga, para quien Teresa de Jesús, «emprendedora donde las haya, protagonizó, y bastante sola, en la difícil España de su tiempo, iniciativas que la enfrentaron a los prejuicios y falsas creencias de la época, y, por encima de todo, dio a conocer su verdad, la verdad de la fe, primordial objetivo de su vida y de su producción literaria».
-¿Sigue siendo el director de su Departamento?
-¡Qué remedio! No quiso presentarse nadie y tuve que hacerlo yo otra vez. Salí por unamidad. Me presenté como el candidato de la gran renovación y el gran cambio [risas].