Un viaje en busca de la identidad

El relato en primera persona y con predominio del tiempo pasado aparece en los capítulos impares y es fruto de la búsqueda de la propia identidad. El autor, hijo de padre malagueño y militar y de madre salmantina, vive en Madrid y nunca tuvo una identidad demasiado clara y entusiasta, hasta que durante un viaje escuchó al Nuevo Mester de Juglaría cantando el poema épico 'Los comuneros'. Entonces comprendió que nació castellano y castellano ha de morir.

Máxime cuando, tras años de vivir en Cataluña, estar casado con una catalana y tener una hija con nombre catalán, sufrió el auge del independentismo catalán y el desprecio de muchos catalanes hacia Castilla y todo lo castellano. La mejor manera de reaccionar contra todo aquello fue indagar en la historia de las Comunidades de Castilla y conocer los lugares donde se desarrollaron los hechos.

Fruto de esa investigación, perfectamente documentada y analizada, es el relato histórico, en tercera persona omnisciente y tiempo presente, que figura en los capítulos pares y se inicia en la primavera de 1520, cuando en el Monasterio de San Juan de los Reyes un franciscano lanza una proclama contra el rey Carlos y sus abusivos impuestos. Desde ese momento, Silva fija su atención en ese movimiento libertador frente a la opresión del rey y los nobles, sustentado en la defensa de las leyes y la tradición de las cortes de Castilla y en la firme convicción de que el interés del reino está por encima del interés del rey.

Ese viaje identitario se remonta a Fernán González y llega hasta hoy, pasando por Cervantes, «el más grande de los hijos de su patria». La conclusión personal es clara: el autor es madrileño, castellano y español. Y la histórica es que Castilla quedó deshecha tras la guerra de las Comunidades y no se rehízo con la democracia, que significó la desmembración definitiva de Castilla.