'Pamfletten', hombres de honor

Su especialidad es, sin duda, la novela policiaca, pero no conviene menospreciar otros inspirados y dignos trabajos, como 'El rojo en el azul', 'Nunca es tarde' o 'El Valle de las Sombras'. Su serie protagonizada por Víctor Ros y ambientada en la Europa y América de la convulsa -y siempre atractiva para el escritor inspirado y de raza- segunda mitad del siglo XIX ha significado un excelente ejercicio intelectual previo, para llegar a relatos como 'Pamfletten', quizá una de sus mejores novelas, si no la mejor, la más redonda, completa y ambiciosa, que podría marcar una nueva época.

Y para colmo, el novelista de San Antolín sitúa la mayor parte de la acción en Flandes a mediados del siglo XVI, cuando está empezando a ponerse el sol para nuestro imperio. Sin embargo, en la primera parte de la novela, que goza de una inteligente y atrevida estructura, Tristante nos conduce a ciudades como la universitaria, activa e influyente Alcalá de Henares, en donde encontramos escenas típicas de pupilaje que, salvando las distancias, nos recuerdan al 'El Buscón' de Quevedo. Precisamente en Alcalá, nuestro protagonista conoce en carne mortal al polémico príncipe don Carlos, hijo de Felipe II, que daría para otra distinta novela.

El laborioso trabajo previo de investigación nos permite conocer las luces y las sombras de don Carlos, el drama que lleva a cuestas, con esa leyenda negra que se ocuparon de darle pábilo los enemigos de España. Un joven de mala salud, de costumbres un tanto licenciosas, pero, al mismo tiempo, un muchacho culto, generoso, lector incansable que arrastró consigo el lastre de la impotencia y la inestabilidad mental. De ahí que no sea descabellado pensar que, aunque el veneno de la novela policiaca esté presente, desparramado a lo largo y ancho de estas páginas, el autor de esta obra que aquí presentamos, como viene siendo ya costumbre entre los mejores y más modernos escritores del género (Giménez Bartlett, Eugenio Bonilla, Lorenzo Silva o Rosa Ribas), ahonda en la psicología de los personajes y los convierte en criaturas dotadas de una dimensión humana, próximas al lector. Incluso el asesino en serie que aquí aparece dice obrar empujado por una fuerza telúrica que el muchacho no puede controlar.

'Pamfletten', gracias a esa vigorosa documentación previa, tiene, también, algo de relato pedagógico, como sucedió en su día con la serie sobre el Capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte. Son obras con las que sus respectivos autores instruyen al lector al tiempo que lo sumergen, con maestría y destreza, en la atmósfera del tiempo y del espacio que describen. Flandes, en aquel tiempo, no era una perita en dulce, sino un auténtico polvorín a punto de estallar si tenemos en cuenta la situación en la que se encontraba el imperio español frente a los enemigos franceses, que cortaban el paso de nuestras tropas camino de los Países Bajos. Flandes es, asimismo, una sangría para las arcas españolas y una tumba sin nombre para un buen puñado de hombres valientes y orgullosos, hombres de honor, que se juegan la vida por cuatro perras.

El repertorio de personajes es amplio. Pero, incluso, aquellos que apenas saludan y se marchan, haciendo mutis por el foro, nos dejan, en apenas un par de pinceladas, su sello personal, como es el caso del severo don Fernando de la Cierva, Secretario de Estado y de Guerra de los Tercios de Flandes, o del galdosiano dómine Gómez, que, poco a poco, va tomando cuerpo y convirtiéndose en un elemento principal en la resolución final del caso.

Alonso, el soldado detective al que le toca resolver el enigma de los asesinatos de varias jóvenes, es un personaje hecho a la medida del relato; un hombre intuitivo, inteligente, perspicaz, que aplica la lógica en sus pesquisas, a la altura del mismísimo Víctor Ros, hecho de la misma pasta.

Tristante pone, además, en liza a dos importantes personajes femeninos: la perversa, joven y ambiciosa Genoveva, de la estirpe de las Milady, y Brechtje, mujer de nombre impronunciable para un cristiano, que representa, además de la belleza, la fidelidad, el trabajo y la inteligencia.

El título, 'Pamfletten', es decir, 'panfleto' o 'pasquín', que es el nombre que recibe ese mismo objeto en los relatos de García Márquez, responde a esa otra lucha psicológica, sorda y soterrada, por ganar eso que llaman el relato político, y que resulta tan certera «como el más eficaz de los arcabuces».

'Pamflettem' supera con creces las expectativas que sus muchos lectores habían puesto sobre Jerónimo Tristante. Es una novela que instruye y entretiene al mismo tiempo, con el lenguaje adecuado que nos mete de lleno en el siglo XVI español, nuestro primer Renacimiento. Con diálogos de gran soltura, eficacia y destreza, con soberbias descripciones, con breves y eficaces reflexiones con las que se pone sobre el tapete el poder de la Iglesia de aquellos años y el peso de las supersticiones en la vida diaria. Todo ello en medio de una atmósfera irrespirable y decadente, unas décadas antes de que Quevedo mirara con estupor y nostalgia los muros 'de la patria mía'.