El dibujante, pintor y escritor murciano Arturo Pérez es el autor de la ilustración de Ignacio Sánchez Mejías que acompaña este artículo con un libro en una mano y el abecedario en la muleta. Arturo Pérez

Muere el hombre, nace el mito

Ababol ofrece un fragmento de la última obra de la murciana Susana M. Teruel Martínez, que aúna un estudio sobre el torero Ignacio Sánchez Mejías y una recopilación de poesía en torno a su figura

Susana M. TERUEL MARTÍNEZ

Sábado, 29 de octubre 2022, 09:42

Un día cualquiera los ruedos enmudecieron. Todo se quedó en silencio. Solamente se escuchaba el viento sediento y se divisaba un sol sofocante sobre un ... cielo azul, entre alguna nube voladora. Fue el momento en que Ignacio Sánchez Mejías, torero de profesión, escritor de corazón y pluma, aventurero de la vida y soñador de estrellas, cayó fulminado ante las atentas miradas del toro y de los espectadores, que contemplaban la última corrida del diestro, en la plaza de toros de Manzanares (Ciudad Real). Todo sucedió en un instante, en un 11 de agosto de 1934.

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La muerte no avisa, es sigilosa y callada. Por eso, ese día, ella, invisible entre la gente, se adentró en el coso taurino y abrazó con fuerza al torero Ignacio, que fue corneado mortalmente, él que siempre había luchado contra la funesta sombra de forma valerosa, sin miedo al peligro, sin miedo a nada. Todo se tornó inerte, la naturaleza y las personas se petrificaron ante la imagen de un torero que agonizaba. El dolor se sentía en cada rincón de la plaza, entre murmullos silenciosos, llenos de pena.

Su agonía fue lenta, turbadora, febril… El torero quiso vencer a la muerte, pero no pudo, fue su última batalla. Así lo quiso el destino. El 13 de agosto de 1934, Sánchez Mejías fallecía en la cama de un hospital madrileño. Se apagó la existencia del torero, del escritor, del literato, del genio, del aventurero… El silencio se rompió con el llanto.

'Ignacio Sánchez Mejías. Muere el hombre, nace el mito'

  • Autora Susana M. Teruel Martínez. Recopilación poética de Salvador Arias Nieto.

  • Editorial El Desvelo Ediciones. Pág. 320. 18 euros

Fue un hombre apasionado, inquieto, polémico, polifacético, muy involucrado en la cultura de su época y amigo de poetas y de la generación del 27. Vivió intensamente y abordó muchas facetas, pues no solo se dedicó a ser lidiador, sino que, además, fue un gran escritor y un personaje que quiso realizar cuantiosas actividades culturales y artísticas. Por eso, no pasó desapercibido y su pérdida dejó una honda huella, que se puede palpar cada vez con más fuerza en el ámbito taurino y, sobre todo, en el ámbito literario.

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No solo se dedicó a ser lidiador, sino que, además, fue un gran escritor y un personaje que quiso realizar cuantiosas actividades culturales y artísticas. Su pérdida dejó honda huella

Es protagonista de bellísimas elegías, ya que forma parte de los versos más brillantes de nuestra literatura, emergidos de las lágrimas de los poetas que lloraron su muerte. Desde lo más profundo de su corazón, lo sintieron García Lorca, Alberti, Gerardo Diego, Miguel Hernández… La desolación se tornó en arte y en literatura, y, a través de sus composiciones líricas, lograron que Ignacio Sánchez Mejías, soñador de estrellas, no muriera del todo, no se apagara con el ocaso y se convirtiera así en un mito poético.

[…]. No murió en la plaza, vivió para siempre a través de los versos escritos en su honor. Quizás no todo el mundo conozca su faceta literaria o sus proyectos culturales, pero sí conocen al héroe que se dio cita con su destino «a las cinco de la tarde». Por ello, Ignacio Sánchez Mejías fue un referente y un estímulo para poetas, pues fue un héroe en vida y un mito en la muerte. De ahí que encontremos composiciones poéticas en honor a él, la gran mayoría elaboradas tras su deceso[…].

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A día de hoy, pese a que el tiempo ha intentado borrar muchas huellas, Sánchez Mejías continúa siendo el protagonista de numerosas obras, pues el descubrimiento de su vida, de sus proyectos y de su muerte ha revelado un personaje fascinante en la historia de la tauromaquia y de la literatura.

En el mismo momento en que ocurrió la tragedia, se sucedieron una serie de poemas en los que se expresa el duelo por un torero significativo. En este sentido, podemos leer 'En la muerte de Sánchez Mejías', de Luis Fernández Ardavín […].

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Pero los que más sintieron la pena y más se conmovieron fueron los amigos poetas del diestro sevillano, especialmente la generación del 27. Su corazón quedó desgarrado y abatido ante la pérdida de un ser tan querido. Expresaron su dolor infinito con la escritura de los versos más bonitos y tristes, salidos del alma. Manifestaron un desaliento íntimo a través de sus estrofas brillantes y luctuosas.

Joaquín Romero Murube le regaló a su amigo una elegía serena, 'En la muerte de un torero' […]. Gerardo Diego no quiere recordar a Ignacio en su fatal instante, quiere recordarlo toreando, con las banderillas, pues Ignacio fue valiente. Así, le brinda 'Presencia de Ignacio Sánchez Mejías' […]. Rafael Alberti lo recordará sin cesar y llorará al amigo con su composición 'Verte y no verte'.

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Y fue un viaje sin retorno, de Eduardo Bonet Molina

Y fue un viaje sin retorno,

presentido por su

hombría,

como si hubiese buscado

un holocausto a su vida.

Esas «cinco de la tarde»

de Ignacio Sánchez

Mejías,

en que se hace luz su

sombra

y su prosa ya es poesía.

Bajo los olivos, sigue

cantándole Federico

el olivar es un verso

de alamares florecido.

Llanto que junta dos

penas,

la de Ignacio y Federico;

llanto que nunca se agota

manantial sereno y

limpio.

Las lágrimas, el color negro, la naturaleza compungida, el bordón negro, la muerte, los elementos mitológicos y rituales… se unifican de forma perfecta para presentar al lidiador como un mito, como un ser inmortal, en 'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías', de Federico García Lorca. Sin duda alguna, el poeta granadino es el escritor que mejor llora al torero. Su elegía lo ha hecho eterno, lo ha convertido en el héroe imbatible con el paso de los años […].

Y es que Sánchez Mejías ha dejado una estela en la poesía, tanto de su época como en la lírica del siglo XXI. No solo con los poemas anteriormente citados, sino también con otras composiciones que relatan y transmiten el sufrimiento de su muerte. Por ejemplo, 'Fue otro agosto funesto', de Francisco Barbachano; 'A Ignacio Sánchez Mejías', de Jorge Miguel Cartier; 'Ignacio', de Carlos Clementson; 'De poder a poder', de Modesto García Contreras; 'La suerte de matar', de Rafael Gómez de Tudanca; 'Sánchez Mejías', de María de la Hiz Flores […], o '¿Dónde estás, Ignacio?', de Susana M. Teruel Martínez, entre otras.

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Sánchez Mejías es fuente de inspiración, no ha sido olvidado y continúa viviendo en los versos dedicados a su figura. […] Son poemas escritos por poetas conmovidos, que se sintieron iluminados por el diestro sevillano, por su persona y por su fatídico desenlace. De este modo, Ignacio es una leyenda, es el mito eterno transfigurado en poesía.

Fragmento de '¿Dónde estás, Ignacio?, de Susana M. Teruel Martínez

«Te has ido para siempre

con los rayos luminosos

del sol.

Te has ido para siempre

con el sofocante viento

angustioso.

Pero no muere tu ilustre

apellido,

no muere tu esencia,

no muere tu talento,

ni muere tampoco tu

dolor.

Aún te vemos, Ignacio,

firme y seguro.

Aún te vemos, Ignacio,

con el duende español.

Aún te vemos, Ignacio,

por los ruedos de la

literatura

y por los ruedos del

corazón».

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