Una mirada literaria a los océanos
La marea del mercado editorial arrastra hasta las librerías varios volúmenes sobre las maravillas de las profundidades y la historia de las rutas marítimas
Quien ha contemplado alguna vez la elegancia con la que una raya se mueve en el agua, o cómo cambia de color un pulpo cuando ... siente la presencia amenazadora de nuestra mano, ya nunca podrá sacudirse de encima la atracción del fondo marino. De sus maravillas y de sus misterios. Siempre hay mucho más de lo que vemos, siempre salimos a la superficie con la certeza de que allá abajo nos dejamos un mundo secreto que nunca podremos dominar. Los libros nos ayudan al menos a conocer a las criaturas que danzan en silencio en ese universo líquido que ocupa el 71% de la superficie del planeta y que a lo largo de los siglos ha sido decisivo en la expansión de la cultura y el comercio. En las librerías conviven ahora mismo tres volúmenes recién publicados que nos toman de la mano para invitarnos a una inmersión literaria en las profundidades.
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«Necesitamos sociedades que estén alineadas con el territorio en el que viven, que respeten el valor intrínseco de la naturaleza independientemente de su utilidad para los humanos. Y que entiendan que un realineamiento de la actividad humana con la naturaleza no solo es esencial para la supervivencia de nuestra especie, sino también para solucionar nuestros problemas como individuos y como comunidad». Palabra de Teagan White (Chicago, 30 años), ilustradora y naturalista, autora de los increíbles dibujos de 'Oceanarium' (Impedimenta), una lujosa publicación en cartoné y gran formato (27,5 x 37,5 cm) que recoge doscientos habitantes de los océanos con explicaciones didácticas de Loveday Trinick, bióloga marina en el Fondo de Conservación Oceánica en el Acuario Nacional de Plymouth (Reino Unido).
Las ilustraciones de Teagan White, trazadas a lápiz y pintadas con acuarela, evocan los dibujos de los naturalistas pioneros que recorrieron montañas, selvas y marismas en el siglo XIX para retratar una flora y fauna desconocida y sorprendente. La influencia de John James Audubon (Haití, 1785-Nueva York, 1851), que plasmó más de 400 aves de Norteamérica en su hábitat, es indudable en unas láminas dignas de exponerse en un museo de historia natural.
El reconocido historiador británico David Abulafia relata la expansión del comercio y la cultura a través de las rutas oceánicas en 'Un mar sin límites'
Los textos de Loveday Trinick, traducidos por Lorenzo F. Díaz, aportan detalles curiosos, como que el corazón de la ballena azul &ndashel animal más grande que ha vivido en el planeta, con casi doscientas toneladas y treinta metro de longitud&ndash tiene el tamaño de un coche pequeño. Otro dato que se aprende en las páginas de 'Oceanarium': los cefalópodos tienen tres corazones y sangre azul por la presencia en su organismo de una proteína denominada hemocianina.
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'La vida en el océano' (Errata Naturae) es la tercera entrega de una serie de libros ilustrados de Julia Rothman. Después de 'La vida en el campo' y 'Cuaderno de naturaleza', la autora neoyorquina explota su exitosa fórmula con una guía primorosa de la fauna y los ecosistemas marinos. Especialmente recomendable para los niños &ndashaunque cualquiera puede disfrutar y aprender en sus páginas&ndash, 'La vida en el océano' también recopila información sobre embarcaciones, faros y problemas ambientales como el impacto del plástico y el calentamiento global.
Traducida al castellano por Susana Rodríguez, Julia Rothman navega con su estilo limpio y preciso en una singladura científica y artística inspirada por su propia experiencia, que comparte en la introducción, donde recuerda su infancia en City Island y la playa por la que paseaba con marea baja en busca de cangrejos y estrellas de mar.
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La épica de la navegación hincha las velas de 'Un mar sin límites' (Crítica), un ensayo histórico calificado como libro del año por 'Sunday Times', 'Financial Times', 'The Times' y 'BBC History Magazine'. Escrito por David Abulafia (Twickenham, Reino Unido, 1949), en esta narración de casi 1.400 páginas con traducción de Tomás Fernández Aúz se reconstruye «la interacción humana a través de las principales masas de agua del planeta y se analiza nuestra relación con los océanos remontándose a la época de los primeros viajeros», explica la editorial.
El reconocido historiador británico parte de la primera comunidad marítima, los polinesios del Pacífico, y desde esa pista sigue el rastro de «mercaderes, exploradores, piratas, cartógrafos y viajeros en su búsqueda de especias, oro, marfil, esclavos, tierras para asentarse o nuevos horizontes».
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