Geometría del caos
Todas las guerras son siempre una única y la misma guerra. De hecho, aunque ahora sitúe la acción de su nuevo libro en tierras mexicanas, entre los años diez y diecisiete del siglo XX, las estampas que ahí nos describe ya pudimos observarlas en relatos como 'Territorio Comanche', 'El pintor de batallas' y 'Línea de fuego'
En 1915, Mariano Azuela, en su novela titulada 'Los de abajo', que pasa por ser el mejor relato jamás escrito sobre la revolución mexicana, el ... conocido autor hispanoamericano, al que Arturo Pérez-Reverte dedica más de un guiño a lo largo de estas páginas, escribe: «Qué hermosa es la revolución, aun en su misma barbarie». Ese contraste tan evidente, ese oxímoron tan clamoroso y llamativo, es lo que seduce a un novelista de tan larga experiencia y de una trayectoria impecable como Pérez-Reverte, que, en esta ocasión, abandona sus escenarios habituales y cruza el Atlántico para situar la acción durante la revolución mexicana en el primer cuarto del siglo XX, en los tiempos de Zapata y Pancho Villa.
Publicidad
Pocos escritores como Reverte han dedicado tantas y tan valiosas páginas a la guerra. Comenzó en 1986 –era su primer relato, 'El húsar'– con las campañas napoleónicas en España, y ha seguido con las distintas guerras europeas hasta centrarse en la Guerra Civil española con la que pasa por ser una de sus mejores novelas escritas hasta la fecha: 'Línea de fuego', que mereció –y obtuvo– el Premio de la Crítica recientemente.
Todas las guerras son siempre una única y la misma guerra. De hecho, aunque ahora sitúe la acción de su nuevo libro en tierras mexicanas, entre los años diez y diecisiete del siglo XX, las estampas que ahí nos describe ya pudimos observarlas en relatos como 'Territorio Comanche', 'El pintor de batallas' o 'Línea de fuego'. Detalles de un conflicto que sólo un reportero obstinado, atrevido y experto como él ha sido capaz de grabar no solo con una cámara, sino, sobre todo, en su propia retina. Detalles como aquel en el que el protagonista, con gran pesar, ve arder una biblioteca, o contempla la estampa de un muerto desparramado sobre la tierra: el desorden de la ropa, los bolsillos vueltos del revés, los pies solo con calcetines...
El protagonista es un joven ingeniero de Linares, de padre inglés, que viaja hasta México por motivos laborales y se encuentra con la llama encendida, la excitación y el miedo de una guerra que le invita a participar y ya no puede escapar
Crueldad y ternura
La guerra y la revolución. Una revolución como la mejicana que dejaría una huella imborrable en la historia contemporánea, porque los mejicanos saben matarse como nadie entre ellos mismos. A Arturo Pérez-Reverte le interesa, en esta ocasión, el análisis crítico de una revolución cruel y tierna al mismo tiempo. Esas tragedias heroicas, como señala Diana Palmer, una de las mejores 'secundarias' de este libro, que acaban en vodeviles grotescos. Y concluye: «beneficiando a los de siempre. Pocos revolucionarios siguen siéndolo cuando alcanzan el poder».
Publicidad
En esta ocasión, el protagonista, Martín Garret, es un joven ingeniero español de Linares, de padre inglés, que viaja hasta México por motivos laborales y se encuentra con la llama encendida, la excitación y el miedo de una guerra, que, como una droga, le invita a participar y de la que no puede escapar ni hace mucho por conseguirlo. Este conflicto armado le sirve, además, para conocerse a sí mismo, primero como privilegiado turista y, con posterioridad, como un guerrero integrado en las tropas de Villa.
Antes de llegar a la mitad de la novela, Garret le dice a don Emilio Ulúa, presidente de la Minería Norteña: «Sé quién soy», como un principio de anagnórisis de sí mismo. A medida que avanzamos en este vertiginoso y pulcramente escrito relato, Garret no solo va cumpliendo años; sufre, al mismo tiempo, una notable transformación, «la estupefacción (...) de un presente tan intenso que lo dispensaba del futuro». Garret, cuyo apellido bien podría considerarse como otro homenaje de Reverte a cierto personaje de las películas del Oeste, es un producto bien destilado de la ya extensa factoría de héroes cansados, como Astarloa, Alatriste o Lucas Corso. Aunque, en esta ocasión, se observe aquí, en estas páginas, a un joven en pleno desarrollo que, al contrario de sus precedentes, es capaz de expresar sus sentimientos a través del llanto, algo insólito hasta ahora.
Publicidad
'Revolución' pone sobre el tapete, junto a Garret, a todo un nutrido grupo de secundarios que colman las expectativas del lector. Mujeres como Maclovia Ángeles, la soldadera que resulta entrañable con sus miradas y sus silencios, Yunuen Laredo, la hermosa dama de deslumbrante mirada azul, de suave piel cobriza, que logra conmover de un modo antes desconocido a Martín Garret, la periodista estadounidense Diana Palmer, que se define a sí misma como una viajera que mira y luego cuenta lo que ve, los jefes revolucionarios, como Garza, Villa y Zapata, y toda una extensa galería de peones de batalla –la fiel infantería– cuyo papel sobre el tablero, aunque breve, siempre resulta estimulante y cargado de sentido.
Pérez-Reverte conoce bien las reglas del juego. Sabe recrear el ambiente revolucionario, así en la paz como en la guerra. Sabe trazar y definir lo que él mismo llama la 'geometría del caos', a la que ya se había referido por extenso en otro de sus monumentos narrativos como 'El pintor de batallas'. «La guerra –escribe, ya hacia el final de su novela– era una evidencia inútil para quien aprendía a mirar en ella; ayuda a observar con ecuanimidad la perversa geometría cósmica».
Publicidad
Exquisito cuidado
Por lo demás, lo que tantas veces se ha escrito sobre la narrativa de Arturo Pérez-Reverte y que aquí queda bien patente: un exquisito cuidado del idioma, con la invención –como ya hizo en la saga del 'Capitán Alatriste'– de un lenguaje apropiado para la expresión de unos personajes de una época y de un lugar determinados, la presencia de imágenes que parecen extraídas de esas películas que él tantas veces ha citado, la aparición de originales y contundentes frases, marca de la casa, como aquella en la que asoma su inevitable vena periodística y cínico humor quevedesco, que pone en boca de uno de sus personajes: «O llegas arriba y robas, o te quedas abajo y te roban». Al margen, claro, de toda la documentación que Pérez-Reverte exhibe en su novela, producto de un meticuloso trabajo previo, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados.
'Revolución', además, está dedicada a Julio Mínguez, «por su lealtad y la memoria», dos ingredientes imprescindibles y fundamentales en la narrativa –y en su vida– del escritor cartagenero.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión