Entretenidos con Eros
La fuerza de la literatura y la poesía eróticas es y ha sido incontrolable, hoy y en el pasado; en cualquier época de la Humanidad, desde las tablillas acádicas o babilónicas
SOREN PEÑALVER
Martes, 29 de junio 2021, 01:07
Leyendo, por placer, 'Aquelarre y otros relatos eróticos', la última obra literaria de Rafael Hortal Navarro, he recordado mi vieja pasión por un poeta verdaderamente ... maldito (junto a Villon, en el Medievo), un primer 'mauditpoète': Théophile de Viau (1590-1626). La historia de este poeta fue ejemplar en acontecimientos injustos y sucesivas censuras, en igualmente sucesivos siglos. En unos tiempos en los cuales parece ser que existen pocos tabúes, obras como las del poeta y caballero de la aristocracia francesa de Viau, siguen siendo poco menos que demonizadas. La fuerza de la literatura y la poesía eróticas es y ha sido incontrolable, hoy y en el pasado; en cualquier época de la Humanidad, desde las tablillas acádicas o babilónicas.
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Los relatos de 'Aquelarre', divididos en tres secciones ('Relatos Pomarus', revista de gastronomía de la Región de Murcia, 'Relatos La Opinión', publicados en ese diario y 'Relatos del confinamiento', Palin, Asociación de Creadores y Artistas) diversifican temas e incluso estilos. Son, en general, felices. El humor no es inusual; incluso anima muchas páginas y situaciones. El libro invita al lector a elegir la ocasión adecuada a su gusto, y todos los relatos tienen en común dos facetas decisivas: son serios y divertidos, a la vez. Y sobre todo, están muy bien escritos, tan bien escritos, que su relectura no se deja esperar.
Personalmente, el personaje de Alexandra (protagonista en cuatro relatos) es de lo más logrado por jocoso y moderno: 'Las coordenadas de Alexandra', 'Alexandra en Tesalónica', 'Alexandra y los ángulos' y 'Alexandra y los pepinos'). La modernidad del estilo, y la actualidad temática, hacen que 'Aquelarre' pueda ser incluso lectura pedagógica casi, ideal para educar en las relaciones humanas; entre generaciones diversas, y para su intercambio.
El libro invita al lector a elegir la ocasión adecuada a su gusto, y todos los relatos tienen en común dos facetas decisivas: son serios y divertidos, a la vez
Lo sorprendente de este autor, Rafael Hortal, es que tiene como narrador mucho en común con el cineasta. Casi al azar, elegimos este breve fragmento del relato titulado 'El paraíso de Eva': «Alexia corría desnuda perseguida por 50.969 personas que trataban de darle alcance sobre el puente Verrazano-Narrows. Todas las cámaras se fijaban en ella, corría majestuosa y su gran zancada mantenía a unos metros a los más veloces, que tampoco le quitaban ojo al movimiento de sus espectaculares glúteos impulsados por los potentes cuádriceps...». (pág. 185).
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La sugerente portada es obra del artista Álvaro Peña, que recrea a dos amantes en una orgía de colores ardientes. El prólogo conjuntamente firmado por María Jesús Marín y Asensio Piqueras, también autores de literatura erótica, nos introduce en 'Aquelarre', recordándonos el carácter sagrado de la relación amorosa: «Watsyayana define el sexo como 'unión divina' que se consigue a través de doce maneras básicas de hacer el amor y ocho posiciones principales. Vamos a verlas, leerlas y sentirlas en este libro...». ¿Qué podemos añadir para convencer al lector inmediato?
Los relatos de 'Aquelarre', de Rafael Hortal, diversifican temas e incluso estilos. Son, en general, felices
Volvamos al antes mencionado Théophile de Viau, que tanto quebradero de cabeza dio a los seguidores (hipócritas, en realidad) de la moral judeocristiana; a los bien pensantes de su tiempo, no menos lujurioso que el actual. Uno de sus sonetos más célebres, comienza así: «Chère Isis, tes beautésonttroublé la nature...» («Querida Isis, tus bellezas ya la naturaleza han turbado...»). En traducción de Evelio Miñano Martínez, óptima en todo concepto, termina con estos versos el soneto: «...Y así, mientras el Cielo tolere que me ames, // bien puedes en mi lecho yacer impunemente. / ¿Qué puedes temer, Isis, si hasta los dioses mismos / estarían dichosos de hacerte a ti pecar?».
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