Una cita en Norwich
John H. Elliott . Fallecido el 10 de marzo, no solo ha sido maestro de hispanistas, sino de generaciones de historiadores españoles que desde inicios de los 60 leyeron su magistral 'La España Imperial'
Desde Murcia queremos sumarnos al homenaje, recuerdo y memoria del profesor John Elliott (fallecido el pasado 10 de este mes), quien no solo ha sido ... maestro de hispanistas sino también de generaciones de historiadores españoles que desde inicios de los años sesenta leímos su magistral 'La España Imperial'. La pintura de Velázquez sobre el altivo y poderoso don Gaspar de Guzmán y Pimentel Rivera, conde-duque de Olivares (llevado al cine de manera magistral por Imanol Uribe, 1991, en 'El rey pasmado', interpretado por el actor Gabino Diego), le inspiró una de las biografías más relevantes que, después, comparó con Richelieu. Y demostró su sensibilidad para el arte español del Siglo de Oro. Integrándolo en su contexto histórico.
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El 1 de julio de 2010 un grupo de historiadores británicos (entre los que se encontraba el profesor John Elliott), norteamericanos, franceses, italianos y españoles (de las universidades de Granada, Valen cia, Barcelona, Complutense y Murcia) pertenecientes a distintas instituciones de investigación y enseñanza superior de Europa y Estados Unidos, nos reunimos en la Universidad de East Anglia (Norwich) para presentar y exponer nuevas perspectivas, miradas y vías de investigación vinculadas a la historia social como homenaje al profesor e hispanista James Casey. Fruto de ese encuentro es la obra 'Comunidad e identidad en el Mundo Ibérico' (2013), Francisco Chacón y Silvia Evangelisti (eds.), editado por Publicaciones Universidad de Valencia, Editorial Universidad de Granada y Editum. Ediciones de la Universidad de Murcia.
Eliminó tópicos y estereotipos, así como la visión determinista de la historia y la manipulación del pasado. Y, sobre todo, desmitificó la etapa contradictoria de hegemonía y decadencia de la Monarquía Hispánica durante los siglos XVI y XVII situándola en una perspectiva comparativa cuando en sus límites territoriales no se ponía el sol. Definió la Europa de esta época en estos términos: «Era un mosaico de unidades políticas solapadas, de ciudades-estado, señoríos e imperios transnacionales. La geografía humana imponía solidaridades que podían ser mayores o menores que las fronteras políticas, mientras que los lazos de la religión, la casta o el clientelismo, constituían focos de lealtad alternativos a los del Estado emergente».
Su claridad expositiva, su mesura, liberalidad en sentido pleno del término, a la vez que rigurosidad y ecuanimidad, le convirtieron en un ejemplo y un modelo de historiador
España hizo honor a tal maestro (entre sus discípulos hispanistas británicos destacaremos a Geoffrey Parker, Richard Kagan, James Casey; o españoles como José Francisco de la Peña o Cayetana Álvarez de Toledo), otorgándole el premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1996), los doctorados Honoris Causa de la Universidad de Lleida (la primera española en concedérselo), la Complutense, la Carlos III, la de Sevilla, Alcalá de Henares y la de Cantabria.
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Conciencia
Daniel Gascón ('El País', 12 de marzo, 2022), recuperaba las palabras del profesor Elliott respecto a la tarea del historiador: «Los historiadores tenemos que mostrar la complejidad de cualquier momento histórico importante: probar que había varias opciones abiertas, que hay que entender porqué se escogió una y no otra, comprender el papel de los individuos, de la cultura política del momento».
Palabras que se pueden aplicar al momento presente para realizar una de las funciones clave del científico social que es el historiador: el papel de la historia y su comprensión renovada del pasado es fundamental porque sirve para desvelar las legitimaciones ideológicas en que se apoya la aceptación del presente. Por otra parte, la historia genera conocimiento que es básico para, tras su difusión y divulgación, crear conciencia y estados de opinión para la toma de decisiones. Hay que evitar que se le despoje de su sentido crítico y de instrumento y herramienta de análisis de las contradicciones que se manifiestan en la sociedad actual, y que son fruto de un proceso histórico que es absolutamente necesario que se comprenda, entienda, se conozca y se difunda. Así lo demostró el profesor Elliott preocupado por el presente y por la sociedad en la que vivía, con su libro sobre 'Catalanes y escoceses: unión y discordia' (2018).
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Si valorar la historia en su vertiente investigadora, creativa y divulgadora es una seña de identidad de las sociedades democráticas para explicar el pasado y comprender el presente, rendir homenaje a la labor callada, esforzada y continuada de sus cultivadores es una obligación de la propia comunidad científica y de la sociedad en general. Su claridad expositiva, su mesura, liberalidad en sentido pleno del término, a la vez que rigurosidad y ecuanimidad le convirtieron en un ejemplo y un modelo de historiador.
John Elliott ha representado una forma inteligente de construir y hacer historia. Enseñanza que es necesario practicar y extender entre la sociedad española, en general, y de nuestra Región, en particular.
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