Portada de la novela.

La carne es triste

Un cardenal, tres obispos, varios curas, amén de financieros, políticos y las esposas de algunos de ellos se reúnen en el hotel Zafer, perdido en la naturaleza, para unos ejercicios espirituales ignacianos

PEDRO FELIPE GRANADOS

Sábado, 4 de junio 2022, 11:16

Un cardenal, tres obispos, varios curas, amén de financieros, políticos y las esposas de algunos de ellos se reúnen en el hotel Zafer, perdido en la naturaleza, para unos ejercicios espirituales ignacianos. Están dirigidos por don Gaetano, cura ilustrado que los organiza con el supuesto objetivo de hacer caridad con los ingresos, pero con la oscura intención de obtener dinero y poder.

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Al lugar, mitad hotel, mitad ermita, llega un pintor despistado que mantiene interesantísimas conversaciones con el cura. En ellas se deslizan opiniones, citas y análisis que parecen recordar los célebres versos de Mallarmé: 'La carne es triste, ay, y he leído todos los libros...', que son un guiño a los lectores cultos. Por estas páginas desfilan los círculos dantescos, el cuadro 'La balsa de la Medusa' y el pintor Odilon Redon, Freud, la santidad y el pecado, Ionesco y Pirandello...

Avanzado el relato, se producen varios crímenes entre los cursillistas. Desde ese momento, la obra se convierte en una variante del clásico tema del crimen en una habitación cerrada que inició Poe en 'Los crímenes de la calle Morgue'. Reediciones como la presente mantienen viva en la memoria literaria figuras imprescindibles de la narrativa de nuestro tiempo.

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