COP27

Estas conferencias se establecieron por la Convención Marco de Cambio Climático de Naciones Unidas en 1992, en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro. Trató sobre el desarrollo sostenible, y se establecieron tres procesos biofísicos de alto riesgo: la desertificación, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Existen las tres convenciones, aunque la más conocida es la de cambio climático.

La primera COP se celebró en Berlín en 1995, un año después de la entrada en vigor de los acuerdos de Río. Desde entonces, anualmente se desarrollan reuniones sobre cómo abordar el cambio climático. No todas han tenido la misma relevancia. La de Alemania adquirió relevancia por el reconocimiento oficial del problema que supone el cambio climático. Se decidió estudiar y analizar con detalle el estado del clima en el mundo, para tener una visión general sobre la magnitud de la emergencia y debatir las medidas a adoptar. La COP1 supuso un cambio de conciencia al reconocer que el cambio climático es un hecho real del que derivan problemas. Fue el punto de partida de una transformación social y económica necesaria.

La COP3, de 1997, aprobó el denominado Protocolo de Kioto, que fue el primer gran acuerdo del clima, obligando legalmente a los países miembros a promulgar leyes encaminadas a frenar las acciones con incidencia negativa en el cambio climático. Se estableció un objetivo de reducir el total de las emisiones en no menos del 5% de las de 1990, entre 2008 y 2012.

La COP15 se celebró en Copenhague, en 2009 y su objetivo fue mejorar Kioto. Se expresó la intención política de limitar la emisión de dióxido de carbono y responder al cambio climático a corto y largo plazo. Se introdujo como objetivo limitar el incremento máximo de la temperatura media mundial no superando en 2 grados centígrados a los niveles preindustriales y fijar una revisión en 2015. La COP21, más conocida como el acuerdo de París y la COP26 celebrada en Glasgow, dejaron en intenciones los ambiciosos objetivos iniciales que implicaban que el 90% de la economía mundial se comprometía a alcanzar las emisiones netas cero en los 30 o 50 próximos años, reduciendo la emisión de metano en un 30% para 2030 y acabar con la deforestación en 2050. Compromisos de una reducción hasta 1,8 grados.

Al tiempo que el mundo parece querer luchar por controlar el calentamiento global, los diplomáticos se reúnen en Egipto manteniendo estas conversaciones climáticas. Dos semanas de negociaciones sobre el clima, sobre el Medio Ambiente, incluido el nocivo efecto de las emisiones de gases de efecto invernadero, superpuesto a una galopante crisis energética global, una maldita guerra en Europa y una inflación creciente y agobiante, que nos recuerda las fragilidades, debilidades y errores humanos, que no cejan.

Ahora en COP27 en Egipto se retoma el debate de COP26 en Glasgow. No cabe esperar que se endurezca la regulación. Se plantea la financiación del clima, que ha movilizado hasta la fecha 83.000 millones de dólares, un 98% de financiación pública. Y otro gran objetivo se fija en dilucidar cómo los procesos económicos y geopolíticos inciden en el objetivo de reducir en 1,5 grados el calentamiento global. Una gran incógnita es que garantizar la seguridad, acceso y asequibilidad de la energía, conlleve una ralentización de la transición a energías limpias, eliminando el carbón. Controvertido. Los países ricos pretenden ayudar a los países en desarrollo para que reduzcan el consumo de combustibles fósiles y transiten a energías renovables.

Los países en vías de desarrollo pretenden un compromiso económico que les permita afrontar los desastres asociados al cambio climático, como la reubicación de poblados vulnerables o la apremiante necesidad de paliar los efectos sobre el crecimiento económico, quebrantado por olas de calor, inundaciones y efectos devastadores del agua. Los países ricos se resisten a crear nuevos fondos, interpretando que puede que deriven responsabilidades por los daños devenidos con el cambio climático. África es uno de los continentes más afectados. Todos somos rehenes del cambio climático. Atentos, ¡se juega!