De izquierda a derecha, los investigadores del proyecto Mar Collado, Kyung Min Lee, Sara Lindén, John Benktander, Mahmoud Algnimi, Kristina Thomson y Licínia Santos. Cedida
Ciencia

Esos mocos de interés en la acuicultura

Una investigación murciano-sueca estudia el efecto de unas moléculas sobre las doradas para mejorar los tratamientos que se aplican en piscifactorías. El proyecto cuenta con financiación del Gobierno regional a través de la Fundación Séneca

Sábado, 14 de junio 2025, 08:39

Esa característica sustancia resbaladiza que cubre a los peces guarda importantes funciones dignas de estudio, sobre todo para su aprovechamiento en la acuicultura. Ese moco que los envuelve está formado principalmente de agua y unos elementos llamados mucinas, de alto interés para poder aplicar correctamente tratamientos que sus organismos pueden precisar.

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En este campo específico se ha adentrado la doctora de la Universidad de Murcia (UMU) María del Mar Collado González, contratada a través del prestigioso programa de investigadores Ramón y Cajal. Esta bióloga ha trabajado durante tres meses en la Universidad de Gotemburgo (Suecia) para abundar en todo ello, dentro de un proyecto en el que colaboran ambos centros, titulado 'Evaluación del efecto de un quitosano sobre el metabolismo y la función de las mucinas', y que ha sido seleccionado por la Consejería de Medio Ambiente, Universidades, Investigación y Mar Menor para recibir financiación de la Fundación Séneca.

La presencia de las mucinas protege a los peces. De ellas se alimenta su microbiota, que es el conjunto de microorganismos que habitan en los animales y ayudan al correcto funcionamiento de sus organismos. En concreto, la microbiota se nutre de los azúcares localizados en las mucinas, denominados glicanos. De estos elementos proviene la denominación glicoproteínas que se da también a las mucinas, «porque tienen una parte de proteína y una parte de glicano».

«En general, tener feliz a tu microbiota es tener buena salud, ya que mientras que el espacio esté «ocupado» por la microbiota no está disponible para los patógenos», explica la investigadora. Su proyecto se centra en comprobar si el tratamiento de peces con una molécula llamada quitosano podría variar la adhesión de bacterias a las mucinas. «Si el quitosano lograra reducir la adhesión de bacterias a las mucinas podría actuar como protector frente a infecciones».

Peces utilizados en la investigación de la UMU y la Universidad de Gotemburgo (Suecia). UMU

Pero hay más. Por sus características, el quitosano se emplea como sistema de liberación de fármacos, de modo que se podría «cargar con diferentes moléculas antes de aplicarlas como un tratamiento». Básicamente, lo que se puede conseguir con ellas es que actúen como mecanismo de liberación de medicamentos, que irían aplicándose poco a poco en las dosis convenientes. Para ello resulta de interés conseguir que el sistema de liberación sea retenido por las mucinas, de modo que continúe actuando el tiempo necesario.

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Las claves

  • Sustancia resbaladiza. El característico recubrimiento escurridizo de los peces incluye, además de agua, principalmente mucinas, de las que se alimenta la microbiota.

  • Quitosano. Esta molécula puede actuar como protector frente a infecciones y como sistema de liberación de fármacos, lo que permite que los tratamientos resulten mejores.

  • Sistema de liberación. Si se consigue un sistema de liberación de materiales que tengan afinidad con las mucinas, como es el caso del quitosano, podría conseguirse que fuese liberando los medicamentos con los que se cargue durante largo tiempo, mejorando el proceso.

Lo que trata de conseguir la doctora Collado González, sobre estos procesos que se producen a una escala nanométrica, son sistemas de liberación de materiales que tengan la afinidad con las mucinas que les permita a estas retenerlas, y, preferentemente, unirla a ellas. «Dadas las características de las mucinas, el quitosano, o quitosanos mejor, porque es una familia, son una buena opción de material porque va a interaccionar con las mucinas y podrían retenerse largo tiempo mientras que va liberando los medicamentos con los que se cargó», resume la experta.

160 millones

En la investigación en la que está implicada Collado González, donde colaboran la UMU con la Universidad de Gotemburgo (Suecia), «hemos analizado por una parte la tasa de producción de unas glicoproteínas, las mucinas, que están presentes en el moco de los peces, específicamente de doradas, y por otro la capacidad de unión de tres tipos, de bacterias de interés en acuicultura, a las mucinas del moco de piel, intestino o branquias de doradas».

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«Si el quitosano lograra reducir la adhesión de bacterias a las mucinas podría actuar como protector frente a infecciones», explica la doctora Collado González

Ahora, la doctora del departamento de Biología Celular e Histología, está terminando de analizar en la UMU los datos que no le dio tiempo a evaluar durante su estancia en Suecia.

El proyecto conforma la primera colaboración entre el grupo de Inmunobiología para Acuicultura de la UMU, con la profesora María Ángeles Esteban como investigadora principal, y el grupo de investigación Mucinas en Infecciones y Cáncer de la Universidad de Gotemburgo, con la profesora Sara Lindén como investigadora principal. El éxito del trabajo incidirá en una actividad, la acuicultura, que, de acuerdo con los últimos datos oficiales publicados por el Servicio de Pesca y Acuicultura de la Comunidad (correspondientes al ejercicio 2023), cuenta con 18 instalaciones comerciales en la Región, da trabajo directo a algo más de 300 personas y genera una producción valorada en más de 160 millones de euros al año. La dorada, la lubina, el atún y la corvina son las especies básicas de esta industria en la Región.

La importancia del moco a flor de piel

«Las mucinas son unas proteínas que se sintetizan en las superficies expuestas al exterior del cuerpo, comúnmente conocidas como superficies mucosas», explica la doctora de la Facultad de Biología de la UMU María del Mar Collado González. Estas superficies de textura resbaladiza, «como si tuvieran moco, que lo tienen», explica la investigadora, atesoran una notable importancia. Especialmente en los peces, en los que constituyen un elemento básico. Otros organismos, como por ejemplo algunos mamíferos, entre los que estamos los humanos, «han perdido la capacidad de producir dichas mucinas en la superficie de la piel y por eso tenemos una piel seca y no cubierta de moco». Sin embargo, continúa la especialista, que ha realizado una estancia de tres meses en Suecia investigando notables avances relacionados con la aplicación de tratamientos aprovechando las características de las mucinas, «las superficies internas están recubiertas por moco, al igual que en animales no mamíferos». Collado González se refiere en este caso, al hablar de «superficies internas», a los ojos, por ejemplo, «donde si no tuviéramos esa capa de moco nos dolería parpadear», y al sistema digestivo, como segundo ejemplo, «donde si no tuviéramos esa capa de moco los alimentos no podrían avanzar y se quedarían atorados en alguna zona del tubo, si es que consiguiéramos tragar la comida». En el caso de los peces, detalla la investigadora, además de las superficies internas, su piel está cubierta de moco, cuyo componente principal, después del agua, es una familia de proteínas llamadas mucinas, «que es en la que se centra mi estudio».

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