«Hay que actualizar el mapa municipal en España y adaptarlo a la realidad»
«El segregacionismo es cíclico e indica que ahí hay un problema», dice el autor de una tesis doctoral sobre los símbolos en la identidad local de El Algar José Sánchez Conesa Historiador y doctor en Antropología
G. MÁRMOL
Domingo, 9 de junio 2013, 12:16
El Tío del Saco es el nombre de guerra con el que José Sánchez Conesa (La Palma, 1962) recupera y divulga con pasión tradiciones del Campo de Cartagena. Lo hace cada miércoles en estas mismas páginas. Licenciado en Historia, su último gran trabajo científico es una tesis doctoral en Antropología titulada 'Identidad local y acción política. El movimiento pro-ayuntamiento de El Algar', que además de haber obtenido la máxima calificación, sobresaliente 'cum laude', ha suscitado el interés de catedráticos de distintas universidades por lo insólito del tema abordado. Lo primero que advierte es: «Mi tesis no es un manifiesto político ni a favor ni en contra de la segregación. Recojo los discursos de la gente, la prensa, los documentos jurídicos, administrativos y los examino a la luz de las ciencias sociales porque pretendo ser un científico social, aunque no lo logre».
- ¿Qué tiene de peculiar el movimiento segregacionista de El Algar respecto a otros de su entorno?
-El simbolismo, que es algo nuclear de la antropología política y diferenciador respecto a la sociología o las ciencias políticas. Desde el primer momento vi que era riquísimo el arsenal simbólico desplegado en El Algar.
- ¿Por ejemplo?
- Las manifestaciones eran anunciadas a volteo de campanas desde la torre de la parroquia, adornada por la bandera, otro símbolo creado ex profeso con el azul del mar y el amarillo del sol; disparo de cohetes, como el día de la fiesta, lo cual transporta a un ámbito sagrado. Hay autores que han hablado del nacionalismo como religión de sustitución y este tipo de cosas tienen una cierta mística. Es decir: el pueblo permanece, el individuo pasa. Entregar tu vida por una causa común que van a heredar tus hijos, tus nietos, tiene algo de místico. Hay muchísimos más símbolos.
- A esa identidad también se llega a través de fiestas.
- Sí. Importantísima fue la creación de la Fiesta de la Trashumancia, la fiesta de la Xara con su representación teatral del 'Rapto de las Doncellas', escrita por segregacionistas y representada por la gente del pueblo. El resumen es recuperar al vecino para la convivencia, recuperar al ciudadano para la política. El mensaje es que lo que pasa en este pueblo te concierte a ti y tenemos que dirigirlo nosotros, no políticos que vienen de visita una vez al año.
-¿Utilizan estos movimientos la cultura con fines separatistas?
-Así es. El Algar recuperó la tradición de comer la mona el Domingo de Resurrección, convirtiéndolo también en un acto político al llevar sus pancartas reivindicando su ayuntamiento. Lo más importante era generar una musculatura social, un tejido, para tenerlo ahí.
- En aquel movimiento también hubo enfrentamientos entre vecinos manifestantes y antidisturbios de la Guardia Civil. ¿Qué análisis antropológico tiene eso?
- La violencia es un símbolo de impotencia. De hecho crearon un lugar de memoria, el llamado 'sitio de la sangre'. Fueron en marcha, cual peregrinación, al sitio donde las fuerzas antidisturbios pegaron a unos vecinos. Eso entronca mucho con la idea cristiana del martirio, también muy utilizada por el nacionalismo.
- El caso de El Algar y sus reividicaciones de autonomía local es cíclico desde hace más de un siglo. ¿Cómo lo ve?
-Sí, es cíclico y quiere decir que ahí hay un problema. La propia Comunidad Autónoma reconocía en sus informes jurídicos que existe un sentimiento de identidad diferenciada de Cartagena.
-¿Es partidario de crear más municipios en esta Región?
- Murcia es una región con enormes pedanías. Te metes en Puente Tocinos y ves que estás en una pequeña ciudad. Ramón Tamames, en su 'Introducción a la Economía Española', ya hablaba de Murcia como ejemplo de latifundismo municipal. Los casos de Cartagena, Murcia y Lorca no son normales. Tampoco es normal el minilatifundio de Valladolid, por ejemplo, con poblaciones de cinco habitantes. Ni lo uno ni lo otro. El Palmar tiene 20.000 habitantes. ¿Por qué no es municipio? A partir de cinco mil habitantes es razonable pensar en ayuntamientos, dicen los expertos. Aquí hemos heredado, con alguna modificación, el mapa de la reconquista de Alfonso X el Sabio. Pero la realidad ha cambiado y no podemos seguir con esquemas del siglo XIII.
- Pero, ¿cuál es su postura?
- En mi tesis abogo por abrir un debate municipal y regional y llegar a pactos. Yo no digo que se le dé a todo el mundo la independencia. Pero habrá que modificar lo que ha quedado obsoleto en la ley y cambiarlo.
- ¿Con la actual crisis económica, social y de instituciones es el momento de hacerlo?
- Mi propuesta es hacerlo cuando salgamos de las urgencias actuales. La crisis aplaza el debate pero no lo elimina. Hay que buscar fórmulas porque no se han desarrollado figuras como las entidades locales menores y las juntas vecinales resultan insuficientes. No lo digo yo. Lo dicen sus propios miembros.
- El debate que hay ahora en la calle es precisamente el de concentrar municipios para compartir servicios y eliminar estructuras que no son del todo eficientes.
-Hay un gran despilfarro en muchos pequeños ayuntamientos que ni tienen sentido ni viabilidad. Pero es que hay otros pueblos que quieren ser municipio, tienen una entidad definida y no pueden hacerlo. Hay que estudiar caso a caso. A lo mejor llegamos a la conclusión de que no hace falta ni un municipio más en la Región, pero a lo mejor hay que dar soluciones a las pedanías y las diputaciones para que éstas mejoren. Mire: si aplicamos la media de municipios de España, a Murcia le corresponderían 200 ayuntamientos, en lugar de los 45 que tiene. Hay que actualizar el mapa municipal en España y adaptarlo a la realidad. No podemos seguir moviéndonos como en el siglo XIII. Parece mentira que en unos temas hayamos avanzado tantísimo y en otros no. Y esto es algo importante, porque un municipio es el que da servicios y cercanía al ciudadano.
- ¿Cómo andan de salud otros movimientos segregacionistas de la comarca, caso de Pozo Estrecho?
- Pozo Estrecho abrió un expediente de segregación, estaba recogiendo las firmas, el estudio económico le era favorable, como el de La Palma. Pero la crisis económica ha establecido otras prioridades. Lo primero ahora es comer.
-¿Han ganado algo estos pueblos con su infructuosa lucha segregacionista?
-Hay opiniones para todos los gustos. Hay quien cree que le ha venido bien ser peleón y hay quien dice que de haberse llevado mejor con Cartagena habrían conseguido más cosas. Yo lo que veo es que El Algar tiene ahora cuartel de Policía Local, guardería, un centro de mayores, un pabellón deportivo, césped en el campo de fútbol... Se ha ido llenando de servicios, aunque los vecinos dicen que no es lo mismo. En Murcia no hay identidad regional pero sí muchas y muy fuertes identidades locales. El profesor Jover Zamora decía que había tantas Murcias como torres de iglesias.